TRISTÁN E ISOLDA
Tristán e Isolda
Hace un par de semanas vi esta magnífica edición, con una portada de Waterhouse, inspirada en la Ópera de Wagner y en los poemas de Tennyson, y me enamoré por completo. Días después descubrí que, por tradición popular, la historia de Tristán e Iseo era contada a través de un poema narrado por juglares.
De ellos se desprendió el único vestigio escrito de los mismos. El poema de Beroul. Este cuenta tan solo con una extensión de 1/3 de la original, pues la parte central ha sido la única que se ha conservado. Al saber esto, renegué del poema original y me dirigí a la adaptación de Alicia Yllera.
No crea el lector que, por arte de magia y siguiendo las directrices que a ella le venga en gana, ha escrito esta corta novela, pues se basa en los estudios de varios conocidos investigadores y en las obras, sobre todo de Beroul y de coetáneos que han desarrollado el poema.
¿De qué trata la leyenda de Tristán e Iseo?
Tristán, hijo de una mujer y de un rey, es el único superviviente de esta unión. De su nacimiento, se desprende tristeza y solemnidad. Por ello, su madre, antes de caer en desgracia, nombra a su hijo Tristán. Es un caballero el que se hace cargo de él, instruyéndole en las altas artes y nombrándole caballero a corta edad.
Bajo su tutela, viaja a lugares fuera de los límites de su reino donde sigue el camino del héroe pautado por su destino. Se enfrenta a ejércitos, bestias y hasta a dragones y gigantes. Y aquí encontramos ciertos paralelismos con otros héroes europeos, como Roldán, el mismísimo Sigfrido, cuyas aventuras, narradas en el Cantar de los Nibelungos, son muy similares a las que vive Tristán.
Cabe destacar que ambas historias influyeron sobre el compositor alemán, Richard Wagner, cuya obra es vestigio de la historia germana y europea. Tristán da con su tío, el Rey Marcos, que será fundamental a lo largo de la historia.
Da muerte a Morholt, un gigantesco guerrero que atemorizaba el lugar, pidiendo un precio de 300 jóvenes para el rey de irlanda, y las reinas, Iseo madre e Iseo la Rubia traman una venganza contra Tristán.
Herido por la espada del Morholt, Tristán viaja a Irlanda para encontrra un remedio y se topa con Iseo, quien no lo reconoce en primer término. Lo cura y lo devuelve a su ciudad. Después, Marcos, precisando de esposa, requiere de la ayuda de Tristán para conquistar a Iseo, pues dos golondrinas han llevado un cabello dorado a través de la ventana del rey.
Tristán, matando al dragón, se gana el favor del rey quien le entrega a Iseo. No sin antes haber tenido que demostrar que él mismo mató al dragon, enseñando su lengua cortada. El libro, al completo, es un trayecto de aprendizaje, una novela de enfrentamientos diferentes que está sustentada por el amor que está manando de ellos.
Las constantes alusiones a traiciones y a luchas internas de palacio son críticas personalizadas en un estamento que consiguen materializar una realidad. La sociedad medieval era igual de corrupta que la actual, repleta de celos y de actos de venganza.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
Pero un nuevo personaje aparece en escena. Una preciosa doncella que Iseo tiene por criada: Brangel, que supondrá siempre un punto de desequilibrio entre los personajes. Brangel es el espejo en el que se miran Tristán e Iseo, no buscando un reflejo que admirar, sino un punto de inflexión sobre el que apoyarse.
Siempre como casi una celestina, o un acompañante eterno, único defensor de la relacion entre Iseo y Tristán. Y, a veces, último baluarte de su desdicha. Brangel comete el error de dar a beber a Tristán e Iseo del filtro del amor, preparado para le Rey Marcos e Iseo. Ambos se enamoran y, este hechizo, tiene una duración de 3 años, y aunque después se pierda su encanto, siempre los que beban de él seguirán amándose por siempre.
Qué bella metáfora la de este filtro, que no es sino el enamoramiento perpétuo al que están sometidos todos los que alguna vez bebieron del néctar maldito. No se refiere a otra cosa que al precoz sentimiento de atracción entre los amantes, que al principio de cualquier relación, y sobre todo aquellas, que sumidas en una prohibición máxima, experimentan.
Después de ese amor, siempre queda la chispa del recuerdo, que nos envuelve maquiavélicamente para recordarnos lo que durante esos tres años, sentimos el uno por el otro.
No es mi caso querido lector, pero sí el de los amantes de Bretaña, Tristán e Iseo.
Ellos escondieron al rey su amor, por mucho que cientos de Rumores llegasen a sus oídos por culpa de los descuidos y de la ausencia de privacidad de la que gozaban los protagonistas.
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Hasta hubieron de escapar al bosque, donde vivieron durante dos años, perseguidos por Marcos, que siempre creyó en la fidelidad de su mujer.
Hasta en una ocasión, cuando encontró dormidos a los amantes, vestidos, no quiso comprender la realidad que a ambos siempre rodeó. Este Marcos simboliza la ceguera del que no desea ver y la fragilidad del ser humano, siempre valiéndose de la fidelidad para construir sus desastrosos reinos. El rey intercambió el ajuar de Iseo y la espada de Tristán por sus pertenencias, deponiendo casi las armas, en seña de confianza.
Pasados los 3 años desde que Brangel les hiciera beber del filtro, Tristán recobró su vitaldiad juvenil, haciéndose cargo de todos aquellos momentos en los que hubo perdido su juventud por estar de la mano de su amante e Iseo, que tuvo un reino a sus pies, había permanecido desprestigiada durante años por un amorío que a ninguna parte iba.
La reina regresó a palacio, con Marcos, y la hizo jurar que nunca había yacido con Tristán. De esta manera, se confirmaba que nunca mintió, porque aseguró lo siguiente:Solo el rey Marcos y ese malago jorobado han entrado en mis piernas.
Pues resulta que, horas antes, un malato que pedía en la calle le ofreció a la reina Iseo llevarla subida a caballito hasta el altar donde debía jurar su lealtad. Este no era ni más ni menos que Tristán, que se sirvió de este disfraz en más de una ocasión.Varias veces visitó Tristan a Iseo y, en todas ellas, hubo de huir, escaldado y temiendo la ira de Marcos.
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Se casó con otra mujer, Iseo de Blancas Manos. ¿No encuentran preciosa la metáfora? Queremos sustituir a nuestro gran amor con otro, hacer que su nombre se nos sea olvidado y engañar a nuestro cerebro.
Pero, amigos, este es muy sabio y no con estos tejemanejes serviremos el engaño y este habrá de creerselo. Tristán nunca amó a la segunda Iseo y volvió a los brazos de la verdadera en varias ocasiones, desprestigiando a su ahora esposa.
En una de las batallas que libró en Bretaña, resultó tan herido que hubo de requerir de lls cuidados de Iseo, tal y como habría necesitado al principio de la obra. Le pidió a su cuñado que fuera a buscarla y que, si volvía con ella, la vela que impulsase al barco fuera blanca pero si, de lo contrario, no obtenía el éxito deseado, colocase la negra en su lugar.
Iseo, la original, volvió a socorrer a Tristán, pero ya era demasiado tarde.
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Al ver que el barco volvía con una vela blanca, Iseo Blancas Manos mintió a Tristán, cobrándose una venganza merecida. Aseguró que la vela era de color negro y que la empresa había fracasado.
Tristán murió e Iseo, al verlo sumido en el sueño eterno, descansó con él. Naciendo de ambas tumbas, que el rey colocó juntas, una viña y un rosal que, con el tiempo, se unieron, pues ni la muerte había podido separarlos. La rosa, que representa a Iseo, retrata su delicadeza, su belleza y su fertilidad, atracción y deseo de pertenencia. La viña representa la gracia divina y la reproducción.