LAO TSE

Lao Tse (S.VI a.C)
Lao Tsé, el mítico sabio al que se atribuye la autoría del Tao Te Ching, es una figura envuelta en niebla tanto histórica como filosófica. Se cree que vivió entre los siglos VI y IV a. C., aunque su existencia misma ha sido objeto de discusión. Tradicionalmente, se dice que nació en el estado de Chu, en el sur de China, con el nombre de Li Er, aunque su apelativo más común, Lao Tsé, significa simplemente «Viejo Maestro» o «Anciano Sabio».
Se cuenta que trabajó como archivero de la biblioteca imperial de la corte de Zhou, donde accedió a los textos antiguos que influirían en su pensamiento. Su filosofía surgió como una reacción frente al racionalismo moral de Confucio y a la decadencia de la política y la guerra de su tiempo. Lao Tsé no propuso reformar la sociedad mediante la ética, como Confucio, sino invitar al hombre a retirarse del bullicio del mundo, a fundirse con la naturaleza y seguir el Tao: el “camino” o “flujo natural” del universo.
El Tao Te Ching, su única obra atribuida, es un texto breve pero denso, compuesto por 81 capítulos poéticos y filosóficos que abogan por la humildad, la pasividad activa, el no-hacer (wu wei) y la armonía con lo natural. Se dice que Lao Tsé, hastiado del mundo, abandonó la corte montado en un buey hacia el oeste. Al llegar a la frontera, un guardián le pidió que escribiera su sabiduría antes de partir. Así nació el Tao Te Ching, tras lo cual el sabio se desvaneció en las montañas, como una figura más del paisaje.
A diferencia del confucianismo, que estructuró la burocracia china, el taoísmo de Lao Tsé inspiró formas de vida contemplativa, medicina tradicional, alquimia interna y espiritualidad popular, dejando una marca profunda en el alma cultural de Asia. Aunque se desconozca si fue un hombre real o una figura legendaria, su legado ha traspasado milenios como símbolo de la sabiduría invisible y del poder de lo que no se impone.
Curiosidades de Lao Tse
Según la leyenda, Lao Tsé, decepcionado por la corrupción de los hombres, decidió abandonar la civilización. Se montó en un búfalo negro y viajó hacia el oeste, hacia los límites del imperio. En la puerta de Hangu, un guardián llamado Yinxi lo reconoció como un sabio y le rogó que dejara por escrito su sabiduría antes de partir. Lao Tsé, compadecido, se detuvo y escribió el Tao Te Ching en unas pocas noches, entregándoselo antes de continuar su camino hacia el oeste… para no ser visto nunca más. Esta escena ha alimentado siglos de imágenes literarias y pictóricas en la tradición china, convirtiéndose en símbolo del sabio que renuncia al poder y desaparece con elegancia.
Una tradición cuenta que Lao Tsé y Confucio se conocieron en la corte imperial. Confucio, entonces joven y ambicioso, acudió a consultar al anciano sabio. Lao Tsé le reprochó suavemente su obsesión por los rituales y la moral: “Los buenos mercaderes ocultan sus tesoros, y los hombres verdaderamente virtuosos parecen torpes”. Confucio, impactado por la fuerza de sus palabras, habría dicho a sus discípulos: “He visto un dragón… No sé cómo vuela ni cómo nada, pero he visto al viejo maestro, y es como un dragón”. Este encuentro, aunque probablemente legendario, simboliza el contraste entre dos visiones del mundo: una basada en el orden social y otra en el misterio natural.
Con el tiempo, el taoísmo se fue transformando desde una filosofía hacia una religión, y Lao Tsé fue elevado a la categoría de deidad inmortal. Durante la dinastía Han, surgieron textos que afirmaban que no solo era un sabio, sino una encarnación del Tao mismo, capaz de vivir durante siglos y aparecer bajo diferentes formas. Se le atribuyeron milagros, poderes místicos y se le integró en el panteón taoísta como el «Supremo Señor del Misterio». Esta evolución no solo muestra la espiritualización de su figura, sino la forma en que su mensaje se mezcló con prácticas esotéricas, alquimia interna y cosmología sagrada.
El estilo del Tao Te Ching ha desconcertado a generaciones de traductores: frases contradictorias, paradojas, silencios, metáforas sutiles. Esta oscuridad no es producto de descuido, sino una forma deliberada de transmitir su mensaje: el Tao no puede ser definido, solo insinuado. Su famoso inicio (“El Tao que puede ser dicho no es el Tao eterno”) es una advertencia contra cualquier intento de encerrar la verdad en palabras. En otras palabras, el lenguaje es una trampa y el sabio debe guiarse por la intuición, no por doctrinas cerradas. Esta poética del misterio ha influido no solo en la filosofía, sino también en la poesía y el arte oriental.
Desde el siglo XIX, Lao Tsé ha sido redescubierto en Occidente como un pensador afín a la libertad individual, la resistencia pasiva y la vida simple. Anarquistas como Peter Kropotkin vieron en su rechazo del poder coercitivo un antecedente de la autogestión; Carl Jung encontró en el Tao una vía de integración del inconsciente y el equilibrio psíquico; poetas como Ezra Pound tradujeron el Tao Te Ching con admiración, y escritores de la contracultura de los 60 —de Alan Watts a Jack Kerouac— lo elevaron como un referente espiritual alternativo al racionalismo occidental. El anciano que huyó del mundo, paradójicamente, volvió para hablarle a generaciones que lo buscaban.
OBRAS

Esta espléndida versión de la obra nos transmite en toda su pureza el espíritu del Tao, un sistema de pensamiento, o más bien, una forma de concebir el mundo y de estar en él, que preconiza un regreso a la elementalidad, a la sencillez, al vacío, al equilibrio de lo complementario, al desapego, a la entrega al Tao, o absoluto, mediante el abandono de todo concepto, juicio y deseo; a la quietud o no-acción como «señora de la acción», lo que, lejos de la pasividad, apunta a la conversión del individuo en canalizador de la energía universal
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*
La presente versión está basada en la traducción inglesa de Stephen Mitchell, una de las más reputadas internacionalmente y de la cual se han vendido más de medio millón de ejemplares en todo el mundo. Su especial cualidad es que transmite con sencillez y claridad las enseñanzas de esta obra inmortal que a menudo resultan excesivamente crípticas en otras versiones. La adaptación que aquí presentamos ha sido contrastada con otras traducciones españolas e inglesas, aunque respetándose en todo momento el estilo claro y directo de la versión de Mitchell.
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*