LA TIERRA BALDÍA

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Editorial Lumen

La Tierra Baldía (T.S. Eliot)

T.S. Eliot fue uno de los poetas norteamericanos más laureados de todos los tiempos. Vivió y estudió en Estados Unidos, concretamente en la Universidad de Harvard, recibiendo docencia de Bertrand Russell y siguiendo los pasos de los filósofos americanos. Respiró el crisol experimental de París y se rodeó del aire modernista de Londres. Vivió en casa de Russell, y fue pupilo de Ezra Pound, quien configurase el manuscrito final de La Tierra Baldía.

Pero, ¿cuál es el origen de la obra de Eliot, cuál su significado, y su intencionalidad? Veamos cómo podemos acercarnos a comprender La Tierra Baldía a través de las siguientes curiosidades:

La Eneida del Siglo XX

La Tierra Baldía es la obra más significativa de la literatura vanguardista del siglo XX. Compite con el Ulises de James Joyce en importancia, pero trasciende por su concisión y laconismo, haciéndola más asequible al lector promedio. Nada más lejos de la realidad; en su interior, albergan cientos de reflexiones encriptadas, complejas de abordar sin una guía o análisis externo. Desde este artículo, les recomendamos el de Viorica Patea, experta en poesía americana del siglo XX; su traducción y edición para Cátedra Letras Universales de La Tierra Baldía, nos permite conocer los intersticios de una obra prácticamente ininteligible.

Pero si el Ulises es comprendido como la Odisea moderna, por su clara estructura mimética de la obra de Homero, Patea reconoce en La Tierra Baldía a la Eneida de Virgilio, siendo protagonista un Tiresias deformado del viaje del alma del narrador a través del desierto de la nimiedad y la experimentación.

Tiresias, al igual que en obras contemporáneas, como la de Apollinaire (Las tetas de Tiresias., devuelve el ímpetu mitológico de la alusión clásica, reviviendo de forma drástica el espíritu de Grecia y colocando a los antiguos guías espirituales como protagonistas de una novela, un poema, o un drama.

Ala hora violeta, cuando los ojos y la espada

Se alzan del escritorio, cuando el motor humano

Aguarda como un taxi en espera palpitante,

Yo, Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,

Anciano con arrugados pechos de mujer, veo

A la hora violeta, la hora de la tarde que anhela

Volver a hogar, y trae a casa al marinero desde el mar,

A la mecanógrafa a tiempo para el té, recoge la mesa dl desayuno, enciende

El hornillo, y saca la comida enlatada. (Patea, 2009 p.242)

La publicación de «La tierra baldía» (1922), de la que se cumple ahora un siglo, supuso un verdadero hito para el experimentalismo en poesía. Cruce de géneros y estilos, fragmentario, deliberadamente extraño, enigmático y plurilingüe, el poema simboliza el viaje del alma hacia la trascendencia a través del desierto de la ignorancia, del sufrimiento y de las aspiraciones terrenales. Esta edición presenta una nueva traducción, que se acompaña de un extenso aparato crítico actualizado y de un Apéndice con una selección de los textos a los que Eliot hace referencia en el poema.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

La misteriosa desaparición del manuscrito original.

Ezra Pound

No se entiende el éxito de La Tierra Baldía sin el entorno sociológico que acompaña a una obra de tal calibre. Su leyenda, su complejidad y el anhelo de los hermeneutas por descifrarla vienen siempre acompañados de un origen curioso y, cuando menos, misterioso.

Patea comparte con los lectores, en su ya citada edición de LTB, la historia del manuscrito perdido de la obra de Eliot. Sin ánimo de lucro, el abogado John Quiin ayudó a los escritores modernistas a ser representados y a dar con editores respetuosos que cuidasen su obra. Sin embargo, Quiin pedía a los mismos el manuscrito original de la misma. T. S. Eliot envió el suyo, escrito de su puño y letra y con las anotaciones de Ezra Pound a John Quiin, quien lo custodió al menos durante dos años, hasta su muerte en 1924.

El original se perdió hasta que décadas más tarde una heredera del abogado descubriese entre las propiedades de la hija del mismo la firma de T.S. Eliot y los versos de la ínclita Wasteland.

Wagner y el regreso al clasicismo.

Podemos definir La Tierra Baldía como el sueño húmedo de los exégetas. Su interpretación, su análisis y su estudio han vertebrado la carrera de miles de filólogos dispuestos a desentrañar los misterios que rodean la obra. En general, LTB bebe mucho de doctrinas hindúes, de elementos clásicos y de un acervo popular europeo que tiene su origen en el hálito nacionalista de Richard Wagner.

Con su Tetralogía del Anillo, Richard Wagner revitaliza el poderío germánico y su cultura se convierte en digna de admirar, cuando los motivos de su historia habían pasado desapercibidos. Este movimiento romántico insufla valor a los autores vehiculares del romanticismo, que observan la necesidad de volver a las fórmulas clásicas para recuperar la ambición humana y la búsqueda de un espíritu completo.

En su obra, varias alusiones al oro, y a las Ondinas de Wagner, conocidas en la cultura popular germánica como las Wasserfrauen, o Donnas del Aigua en Cataluña. Las sirenas están siempre presentes en obras clásicas; en particular, Eliot nos acerca a las hijas del Támesis, que predicen la muerte del personaje principal del verso y se funden con las Moriras, tejiendo el futuro de los hombres.

Esta nueva edición especial, editada, prologada y traducida por Andreu Jaume, que también nos da su versión de Prufrock, el primer poemario de Eliot y referente indispensable para entender el resto de su poesía, viene a recordarnos la vigencia, la ambición y el ejemplo de un poeta, un crítico y un editor que consiguió crear una nueva visión del mundo contemporáneo.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

El influjo de Ezra Pound, el co-autor de La Tierra Baldía

Sin Ezra Pound, nunca hubiera existido La Tierra Baldía. Es un hecho. La cercanía de estos dos autores permitió al mundo observar su cruzada persiguiendo una entelequia en cada palabra, y un significado perfecto, tal y como reconocería Flaubert con su (palabra justa) motte jusque…

Pound recibió el manuscrito en 1922, poco antes de su publicación a finales del mismo año, y expurgó LTB hasta alcanzar un resultado óptimo para ambos. Eliot reconocería después la ardua tarea de Pound, bautizándole, según la investigación de Patea, como “il miglior fabbro” o el mejor maestro. Pound redujo a la mitad el manuscrito, y eliminó citas y referencias a grandes obras literarias, pero sobre todo aportó frescura, claridad, concentración y concisión propia del poeta experimental que desea aprehender el máximo con lo mínimo.

“Su gran logro consistió en rescatar lo auténtico de los versos derivativos y artificiales. Eliminó el efecto fácil, la tonalidad falsa, la frase desgastada, la palabra débil, es decir, estereotipada o excéntrica, y el ritmo inadecuado, demasiado mecánico y repetitivo […] Como crítico era maravilloso, porque no intentaba transformarte en una imitación de sí mismo. Intentaba ver lo que estabas haciendo.”(Patea, 2009, p. 68)

La eterna comparativa: Joyce y Eliot.

Se dice que 1922 fue un año especialmente fecundo para las letras inglesas. Dio comienzo con la publicación del Ulises de Joyce, y, cual metáfora circula, llegó a su fin con la publicación de La Tierra Baldía. Ambos poemas tienen mucho que ver. El uno es una composición prolífica y eterna, repleta de referencias, y reflexiones que beben del mundo clásico. LTB, por contraposición, cuenta con poco más de cuatrocientos versos, escrita íntegramente en lenguaje poético, y encierra cientos de secretos a descubrir por el lector intrépido que se atreva a sumergirse en su análisis.

Aunque sus similitudes son evidentes, Eliot va más allá, y explora la metafísica para adentrase en la mente del lector, del narrador y del alma humana, consiguiendo elaborar una obra sin la necesidad de disponer de una trama argumental lineal, sin estar supeditado a los esquemas narrativos y con la simple convicción de permitir a su espíritu navegar por el inconsciente, en busca de un nuevo lenguaje poético.

Eliot no es ajeno a las referencias del Ulises en su obra, pues es el primero que establece una analogía entre ambas elaboraciones en su Ulysse: order and Myth (1923). En definitiva, Joyce sienta las bases para esa nueva literatura de vanguardia experimental, que luego tomarán como principio fundamental muchos escritores contemporáneos, como Foster Wallace o Thomas Pynchon, pero es sin duda Eliot, moldeado por el conocimiento de Bertrand Russell, Ezra Pound, o el mismo Herman Hesse, con el que mantuvo una breve amistad, el que genera una nueva forma de leer poesía, a través de esa concepción del alma como vehículo de nuestro anhelo.

“La poesía no interpreta la experiencia, sino que la representa a través de imágenes concretas. No comenta, sino encarna. Nace de las emociones, pero busca su fuente de renovación en la estética de la objetividad.” (Patea, 2009, p. 41)