KAKINOMOTO NO HITOMARO

Kakinomoto no Hitomaro (662–710)
Kakinomoto no Hitomaro es considerado uno de los más grandes poetas de la literatura japonesa antigua, una figura semilegendaria cuya sombra alargada se proyecta desde la poesía imperial del siglo VIII hasta las antologías clásicas de siglos posteriores. Nacido alrededor del año 662, Hitomaro vivió en la época del período Asuka, un tiempo de profundas transformaciones culturales, religiosas y políticas en Japón, cuando el budismo, la escritura china y la organización estatal de estilo continental comenzaban a echar raíces.
De origen aristocrático, probablemente miembro menor de la nobleza de la corte Yamato, Hitomaro sirvió como poeta oficial (kajin) al emperador y a varios príncipes, acompañándolos en campañas militares, visitas ceremoniales y rituales de Estado. No era un político ni un guerrero, pero su voz poética articulaba el alma del imperio, convirtiéndolo en un cronista emocional y espiritual de su tiempo.
Su obra quedó recogida en el Man’yōshū, la antología más antigua de poesía japonesa, compilada hacia finales del siglo VIII. En ella se le atribuyen más de 400 poemas, lo que lo convierte en una de sus voces dominantes. Su estilo combina lo épico y lo íntimo, lo solemne y lo humano. Cantó la gloria de los emperadores, la desolación de la muerte, la belleza del paisaje japonés y el dolor del amor perdido. Su lenguaje, directo pero musical, logró dar forma duradera al waka, el género poético breve que dominaría la lírica japonesa durante siglos.
Hitomaro fue también pionero en cultivar lo que más tarde se llamaría el mono no aware, esa sensibilidad estética ante la fugacidad de las cosas. Sus poemas no solo celebraban el deber y la ceremonia, sino que vibraban con emociones personales, pérdidas irreparables y momentos de introspección. Así, aunque su voz fuera oficial, su tono era profundamente humano.
Murió en torno al año 710, posiblemente en una misión lejana a la corte. Pronto su figura fue mitificada: se le comenzó a venerar como el «santo patrón» de los poetas, y ya en el período Heian era considerado el ideal del poeta cortesano. Durante siglos, generaciones de escritores lo invocaron como modelo y espíritu tutelar. En él se funden el canto imperial, la melancolía personal y el nacimiento de la literatura japonesa como arte autónomo.
Curiosidades de No Hitomaro
Uno de los poemas más famosos de Hitomaro es su elegía por la princesa Asuka, fallecida prematuramente. En él, el poeta transforma el dolor personal en lamento colectivo. Se considera una de las primeras veces que el duelo en la poesía japonesa se expresa no solo como devoción a un miembro de la realeza, sino como reflexión sobre la fragilidad humana. Este tono íntimo sería fundamental en la tradición posterior.
A diferencia de otros poetas que componían desde la seguridad de la corte, Hitomaro fue una figura itinerante. Acompañaba a príncipes en campañas militares y rituales funerarios, lo que lo exponía a realidades duras y paisajes variados. Esa vida en tránsito queda reflejada en su poesía, que a menudo describe montañas, ríos y caminos con precisión emocional, marcando un contraste entre la grandeza de la corte y la vastedad indiferente del mundo.
Si bien el tanka (poema de 31 sílabas) se convertiría en la forma dominante, Hitomaro brilló en el chōka, una forma más extensa y narrativa que desapareció con el tiempo. Su dominio del ritmo largo le permitió desarrollar imágenes complejas y tramas poéticas, como en sus elegías y cantos históricos. En este género ya perdido, Hitomaro fue insuperable.
Una figura recurrente en su obra es su esposa, que también fue poeta y con la que compartió una sensibilidad intensa. En uno de sus poemas más conmovedores, Hitomaro relata cómo se despidió de ella al partir a una misión, sin saber que moriría poco después. El poema, entre lágrimas y visiones del alma errante, ha sido interpretado como una cumbre del mono no aware y como testimonio de un amor devorado por el destino.
No se sabe con certeza dónde está enterrado Hitomaro. Algunas tradiciones apuntan al área de Hagi, en la prefectura de Yamaguchi, donde hay un túmulo y un santuario en su honor. A pesar de la duda histórica, los poetas del período Heian y posterior viajaban a este lugar para rendirle homenaje. La figura de Hitomaro fue divinizada, no tanto como un ser santo, sino como espíritu guía de la inspiración lírica. En los círculos poéticos, su nombre no era pronunciado con ligereza: era un vínculo vivo con el arte de la palabra.