JOSÉ MARÍA DE PEREDA

José María de Pereda (1833-1906)

José María de Pereda nació el 6 de febrero de 1833 en Polanco, Cantabria, en el seno de una familia acomodada de tradición conservadora. Desde muy joven, su educación estuvo marcada por un fuerte catolicismo y por la cultura tradicional montañesa, dos influencias que marcarían profundamente su obra.

En 1848 se trasladó a Madrid con el objetivo de ingresar en la Academia de Artillería de Segovia, pero abandonó la carrera militar y regresó a Santander sin haberla completado. Pronto comenzó a colaborar con periódicos locales y a desarrollar su vocación literaria. Sus primeros escritos fueron de carácter costumbrista y satírico, aunque con el tiempo derivó hacia un realismo detallista con un fuerte trasfondo ideológico.

Publicó su primer libro, Escenas montañesas (1864), una colección de estampas de la vida rural de Cantabria, que tuvo gran acogida. Sin embargo, su consagración llegaría con novelas como Sotileza (1885), que retrata con maestría la vida de los pescadores santanderinos, y Peñas arriba (1895), considerada su obra maestra, donde idealiza la vida tradicional de los pueblos de montaña en contraste con la degradación moral de la ciudad.

Pereda fue un ferviente defensor del tradicionalismo y el carlismo, lo que se reflejó en su obra y en su militancia política. Fue elegido diputado carlista en 1871, aunque su carrera política fue breve.

Falleció el 1 de marzo de 1906 en Santander

Curiosidades de José María de Pereda

A pesar de ser uno de los grandes realistas del siglo XIX en España, Pereda tenía una relación ambigua con el género novelístico. Consideraba que la novela debía ser moralizante y tradicionalista, rechazando las corrientes literarias más innovadoras de su tiempo, como el naturalismo de Zola o el realismo social de Galdós. Su novela no era solo un reflejo de la realidad, sino una exaltación de los valores rurales y del catolicismo tradicional.

Se opuso firmemente a la novela La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín», a la que consideraba una obra inmoral. De hecho, Clarín y Pereda mantuvieron una célebre enemistad literaria, pues el asturiano criticaba su conservadurismo, y Pereda, a su vez, lo acusaba de ser un escritor sin valores morales.

Uno de los aspectos más interesantes de Pereda es su idealización del mundo rural. Mientras que otros realistas mostraban la dureza de la vida en el campo, él lo describía como un espacio de pureza moral, en oposición a la corrupción y la decadencia de la ciudad. En Peñas arriba, por ejemplo, el protagonista, que vive en Madrid, descubre en los pueblos de Cantabria una vida más auténtica y honrada.

Curiosamente, esta visión idílica del campo contrastaba con la realidad: muchos de los lugares que Pereda describía estaban sumidos en la pobreza y el atraso, pero él insistía en defender un mundo tradicional y jerárquico frente al progreso liberal.

Pereda no solo era un escritor tradicionalista, sino que militó activamente en el carlismo, el movimiento que defendía la monarquía tradicional y los valores católicos frente al liberalismo. Su ideología impregna toda su obra, hasta el punto de que muchas de sus novelas pueden leerse como panfletos políticos disfrazados de literatura.

Uno de los episodios más reveladores de su vida ocurrió en 1871, cuando fue elegido diputado por el carlismo. Sin embargo, su experiencia en política fue decepcionante y efímera: prefirió retirarse y concentrarse en la literatura, donde podía difundir sus ideas sin las limitaciones del parlamento.

Aunque Pereda provenía de una familia rural, su fascinación por la vida marinera fue intensa. En Sotileza, una de sus mejores novelas, se sumerge en el mundo de los pescadores de Santander, describiendo sus costumbres, su jerarquía y su lenguaje con un nivel de detalle casi antropológico. Su estilo minucioso y su habilidad para captar los modismos locales lo convierten en uno de los grandes cronistas del mundo pesquero en la literatura española.

Uno de sus mayores defensores fue Marcelino Menéndez Pelayo, quien consideraba a Pereda como el gran novelista del alma española tradicional. Sin embargo, con el tiempo, su obra fue perdiendo relevancia debido a su excesivo didactismo y su marcado sesgo ideológico.

Mientras que autores como Galdós, Clarín o Pardo Bazán han seguido siendo leídos y estudiados, Pereda quedó relegado a un segundo plano, siendo recordado más por su contribución al costumbrismo que por su profundidad literaria.

OBRAS

La producción de Pereda se interpretó en su época como una síntesis de tradición y novedad. A través del mito de la Montaña, actualizado, con un tono bucólico y de égloga y una visión costumbrista y regionalista, Pereda lucha en esta obra contra la insensibilidad y la abulia ciudadanas.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

Sotileza es la novela de Santander y sobre Santander, además de una de las mejores del siglo XIX, que en esta edición se presenta con numerosas notas a pie de página, fotografías y planos, y los artículos de Marcelino Menéndez Pelayo, Clarín y Galdós, sobre Pereda y su obra. Finalmente, y para situar al texto y a su autor en su contexto literario y geográfico, y a sus protagonistas, fundamentalmente al padre Apolinar, Muergo, y la sorprendente Silda/Sotileza, en sus respectivos destinos, culmina la edición con el estudio de Servando Gotor «El universo de Silda».

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.