JAMES JOYCE

James Joyce (1882-1941)

James Augustine Aloysius Joyce nace el 2 de febrero de 1882 en Rathgar, un suburbio de Dublín, Irlanda. Es el mayor de los diez hijos de John Stanislaus Joyce y Mary Jane Murray. Su familia, aunque inicialmente acomodada, cae en la pobreza debido a la mala gestión económica de su padre. A pesar de las dificultades financieras, Joyce recibe una educación esmerada en instituciones jesuitas como Clongowes Wood College y Belvedere College, y más tarde en el University College Dublin, donde estudia lenguas modernas.

Desde temprana edad, Joyce muestra un talento excepcional para la literatura y la lingüística. En 1904, abandona Irlanda con su pareja, Nora Barnacle, iniciando una vida de exilio en diversas ciudades europeas, principalmente en Trieste, Zúrich y París. Subsiste dando clases de inglés y escribiendo ensayos y artículos.

En 1914, publica Dublineses, una colección de relatos que retrata la parálisis moral de la sociedad irlandesa. Un año después, su novela Retrato del artista adolescente consolida su reputación literaria. En 1922, Joyce revoluciona la narrativa con Ulises, una obra monumental que emplea técnicas innovadoras como el monólogo interior. Su última gran obra, Finnegans Wake (1939), lleva su experimentación lingüística al extremo.

Joyce fallece el 13 de enero de 1941 en Zúrich, a los 58 años, debido a complicaciones derivadas de una úlcera perforada.

Curiosidades de James Joyce

Joyce tuvo una relación extremadamente compleja con su país natal. Se marchó en 1904 con la firme decisión de no volver a vivir allí nunca más, aunque toda su obra girara obsesivamente en torno a Dublín. Consideraba a Irlanda un país atrasado, dominado por el nacionalismo rancio y la hipocresía religiosa, y despreciaba la fuerte influencia de la Iglesia católica. En Retrato del artista adolescente, el protagonista Stephen Dedalus encarna este conflicto cuando dice: “No serviré aquello en lo que ya no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi iglesia.”

A pesar de este rechazo, Joyce no podía desprenderse de su ciudad. Pidió a su hermano Stanislaus que le enviara periódicos dublineses regularmente para mantenerse informado de lo que ocurría en su país. La paradoja era evidente: aunque nunca regresó a vivir en Irlanda, la recreó minuciosamente en su obra con una exactitud asombrosa. Su Dublín literario está tan bien documentado que, cuando se reconstruyó la ciudad después de la independencia, algunas calles fueron diseñadas siguiendo las descripciones de Ulises.

Cuando murió en 1941, su esposa Nora pidió que el cuerpo fuera trasladado a Irlanda, pero el gobierno de Eamon de Valera, de fuertes convicciones católicas y nacionalistas, se negó. Consideraban a Joyce un traidor, un exiliado sin patria. Así, el escritor que tanto retrató Dublín no descansa en su suelo, sino en el cementerio de Fluntern, en Zúrich.

Desde joven, Joyce sufrió de severos problemas de visión. Se cree que padecía iritis o glaucoma, agravado por su alcoholismo y su tendencia a la automedicación. Se sometió a más de una docena de operaciones en los ojos, algunas extremadamente dolorosas, ya que se realizaban sin anestesia adecuada. Durante estas intervenciones, se le colocaban sanguijuelas en las sienes para drenar la presión ocular.

A pesar de su deterioro visual, Joyce no dejó de escribir. En sus últimos años, prácticamente ciego, dictaba Finnegans Wake a su secretaria, ya que apenas podía distinguir las letras en la página. Su obsesión por la visión y la ceguera permea toda su obra. En Ulises, el personaje de Stephen Dedalus contempla el mundo con una mirada casi mística, como si tratara de aferrarse a las imágenes antes de perderlas para siempre.

Publicar Ulises fue una auténtica odisea. Joyce lo escribió entre 1914 y 1921, pero ningún editor se atrevía a publicarlo debido a su lenguaje explícito y sus pasajes considerados obscenos. La obra comenzó a aparecer en 1918 por entregas en la revista The Little Review, pero en 1921, el capítulo 13, donde se describe la masturbación de Leopold Bloom en la playa, desató un escándalo. La revista fue llevada a juicio en Estados Unidos y Ulises fue declarado material obsceno.

La primera edición completa fue publicada en 1922 por Sylvia Beach, propietaria de la librería Shakespeare and Company en París. Durante más de una década, el libro fue introducido clandestinamente en Estados Unidos y el Reino Unido, hasta que en 1933 un tribunal estadounidense revocó la prohibición en un juicio histórico. El juez John M. Woolsey argumentó que Ulises no era pornográfico, sino una obra maestra literaria. Esta decisión sentó un precedente para la libertad de expresión en la literatura.

El 16 de junio de 1904 fue el día en que Joyce tuvo su primera cita con Nora Barnacle, la mujer que lo acompañaría toda su vida. Por esa razón, decidió ambientar toda la acción de Ulises en esa fecha. Con el tiempo, el 16 de junio se convirtió en el Bloomsday, una celebración mundial en la que los admiradores de Joyce recorren Dublín siguiendo los pasos de Leopold Bloom, el protagonista de la novela.

El primer Bloomsday oficial se celebró en 1954, cuando un grupo de intelectuales irlandeses, incluyendo a los escritores Patrick Kavanagh y Flann O’Brien, intentaron recrear el itinerario de Bloom por Dublín. La idea era recorrer los escenarios del libro, bebiendo en cada pub mencionado en la novela. Sin embargo, la empresa resultó más etílica que literaria y el grupo no llegó más allá del tercer o cuarto bar antes de perderse entre vapores de alcohol.

Hoy en día, el Bloomsday es un evento cultural reconocido, con lecturas públicas, representaciones teatrales y recorridos guiados por la ciudad.

Joyce estaba obsesionado con la numerología y ciertos símbolos esotéricos. En Finnegans Wake, repite el número 1132 de manera recurrente, aunque nunca explicó su significado. También era seguidor de los escritos del místico Giordano Bruno y estaba intrigado por el espiritismo, aunque no de manera dogmática.

Joyce también tenía una relación peculiar con William Butler Yeats y su círculo ocultista. En 1902, cuando tenía 20 años, se reunió con Yeats, quien ya era un escritor consagrado. Tras conversar, Joyce le dijo con arrogancia: “Señor Yeats, usted es demasiado viejo para mí. Prefiero no seguir esta conversación.” Años después, cuando Yeats intentó incluir a Joyce en su sociedad literaria, el joven escritor lo rechazó, despreciando cualquier afiliación con grupos o ideologías.

La vida de Joyce estuvo marcada por el sufrimiento de sus seres queridos. Su hija, Lucia Joyce, desarrolló esquizofrenia en su juventud y pasó gran parte de su vida en instituciones psiquiátricas. En un intento desesperado por tratarla, Joyce buscó la ayuda del psicoanalista Carl Jung en 1934. Tras estudiar el caso, Jung concluyó que Joyce y su hija compartían una forma de pensamiento caótica, pero mientras el escritor lo canalizaba en su arte, Lucia se perdía en su enfermedad.

Por otro lado, su hermano Stanislaus, quien lo había apoyado financieramente durante años, terminó distanciándose de él. Joyce gastaba sin control, se endeudaba con facilidad y nunca tuvo estabilidad económica, a pesar del éxito de sus libros.

Joyce murió el 13 de enero de 1941 en Zúrich. En plena Segunda Guerra Mundial, París estaba ocupada por los nazis, por lo que no pudo regresar. Ingresó en el hospital con dolores abdominales severos y se le diagnosticó una úlcera perforada. Fue operado de urgencia, pero su estado se agravó. Pasó sus últimas horas preguntando si alguien había respondido su telegrama enviado a la embajada británica, aunque nunca se supo qué mensaje había enviado.

Antes de morir, pidió ver a su hijo Giorgio, pero este no llegó a tiempo. Su última palabra fue simplemente “¿Nadie?” Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Fluntern, en Zúrich, lejos de su amada y odiada Dublín.

OBRAS

Según el crítico y traductor español Francisco García Tortosa, Ulises es una de las novelas más influyentes, discutidas y renombradas del siglo XX. El libro ha sido objeto de numerosos y profundos estudios, críticas y controversias; una obra que ninguna persona interesada en la literatura debe perderse. Ulises relata el paso por Dublín de su personaje principal, Leopold Bloom y de Stephen Dedalus

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

Publicada en 1922, Ulises es la gran novela del siglo xx. Las tribulaciones de Leopold Bloom a lo largo de un solo día por las calles de Dublín sirvieron a Joyce para crear una odisea verbal fascinante con la que revolucionó el género para siempre y marcó un hito en la historia de la lengua inglesa. Por medio del monólogo interior, Joyce supo reflejar por primera vez la vida mental del ser humano y compuso la que sería su gran épica moderna.

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Publicada por primera vez en Estados Unidos en 1916, su aparición supuso una clara ruptura con los modelos dominantes en la narrativa de su tiempo, así como un anuncio contundente del ambicioso proyecto literario que su autor había iniciado dos años antes con los relatos de «Dublineses» y que culminaría con el «Ulises» en 1922. 

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Obra de juventud escrita con increíble madurez, Dublineses ofrece quince relatos sobre la ciudad natal de James Joyce, agrupados en torno a la infancia, la adolescencia, la madurez y la esfera pública. Desde el despertar erótico de un jovencito hasta la revelación de un marido al final de una fiesta, pasando por las dudas de una muchacha antes de escapar con un marinero, el conjunto captura momentos decisivos en la vida de una sociedad que se debate con su hipocresía y su estancamiento. 

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Se publica en el año 1927, cinco años después de la edición de Ulises, este libro de poemas con el que confirma que no es solo uno de los grandes narradores del siglo XX, sino que también es un considerable poeta capaz de levantar el entusiasmo en Samuel Beckett, y que E. Pound lo destacara por la graciosa musicalidad de sus versos y su sabio entronque con la lírica tradicional irlandesa. En su poesía, como en sus novelas, Joyce siempre escribe con la exigencia de una total verosimilitud, la necesidad de aceptar y analizar la vida humana en cualquiera de sus aspectos. 

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