J. D. SALINGER

Jerome David Salinger (1919-2010)

Jerome David Salinger, conocido universalmente como J.D. Salinger, nació el 1 de enero de 1919 en Nueva York, en el seno de una familia acomodada de origen judío. Desde joven mostró una inclinación por la escritura, aunque su formación fue errática: pasó por diversas escuelas y universidades, incluido un curso de escritura en la Universidad de Columbia donde conoció al editor Whit Burnett, quien lo alentó a publicar sus primeros relatos. Pero su vida dio un giro radical con la Segunda Guerra Mundial, en la que combatió como soldado. Aquella experiencia, que incluyó el desembarco en Normandía y la liberación de un campo de concentración, dejó una huella profunda en su carácter y en su visión del mundo.

Su consagración llegó en 1951 con la publicación de El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye), novela que rápidamente se convirtió en un fenómeno cultural. A través de Holden Caulfield, un adolescente desencantado, rebelde y profundamente sensible, Salinger capturó como nadie la angustia existencial juvenil en una sociedad hipócrita. Aunque recibió críticas divididas, el libro se convirtió en un clásico inmediato, especialmente entre los lectores jóvenes, y ha vendido decenas de millones de copias desde entonces.

Pero el éxito fue, paradójicamente, su condena. Salinger odiaba la fama, desconfiaba del mercado editorial y detestaba las lecturas superficiales de su obra. Poco a poco se fue retirando de la vida pública, hasta establecerse en Cornish, New Hampshire, donde vivió en casi completo aislamiento desde los años 60 hasta su muerte en 2010. Durante ese tiempo solo publicó esporádicamente, aunque continuó escribiendo de forma privada.

Además de El guardián…, Salinger publicó una serie de relatos profundamente espirituales y sofisticados sobre la familia Glass —como Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga del tejado (1963)— donde exploró temas como el sufrimiento, la mística oriental, la búsqueda de autenticidad y la fragilidad emocional. Su estilo, aparentemente simple, está cargado de ironía, compasión y una aguda inteligencia emocional.

Murió el 27 de enero de 2010 a los 91 años.

Curiosidades de Salinger

Tras 1965, Salinger dejó de publicar, pero nunca dejó de escribir. Según su hijo Matt Salinger, dejó varios manuscritos terminados o muy avanzados, algunos de los cuales podrían ver la luz en el futuro. Se dice que dejó instrucciones detalladas sobre cómo y cuándo debían publicarse.
Salinger odiaba las entrevistas, las apariciones públicas y cualquier forma de fama. Una vez dijo: “Me gusta escribir. Me encanta. Pero escribo solo para mí y para mi propio placer”. Rechazó adaptaciones cinematográficas, retiró cuentos del mercado y demandó a quien intentó publicar sus cartas privadas.
Además de su fama literaria, la novela se asoció, trágicamente, con actos de violencia: Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, tenía un ejemplar consigo en el momento del crimen y declaró que lo consideraba una especie de manifiesto. Este hecho acrecentó el aura de misterio y poder de la obra.
A partir de los años 50, Salinger se interesó profundamente por la espiritualidad oriental. Sus textos están salpicados de referencias al Vedanta, el zen y otras corrientes místicas, en las que encontró respuestas a su desconfianza por el mundo moderno. Su obra se volvió cada vez más introspectiva.
Muchos de sus relatos giran en torno a los Glass, una familia de prodigios intelectuales y espirituales, inspirada en parte en su propia sensibilidad y entorno. Cada miembro representa una faceta de su visión del mundo, desde la desesperación existencial hasta el consuelo místico.
En los años 70, ya septuagenario, Salinger mantuvo una relación sentimental con la joven escritora Joyce Maynard, a quien escribió cartas llenas de lucidez y contradicción. La relación terminó mal y Maynard publicó un libro de memorias donde lo retrata como un hombre controlador y excéntrico.
Hollywood intentó comprar los derechos de El guardián entre el centeno muchas veces, pero Salinger siempre se negó. Dijo que no podía soportar ver a Holden Caulfield interpretado por un actor. Incluso prohibió adaptaciones de otros de sus cuentos. Su desdén por la industria era visceral.
Salinger escribía como un ritual: en horarios fijos, con un régimen casi monástico, aislado en una cabaña sin teléfono. Consideraba que escribir era una forma de introspección, y que compartirla con el público debía ser un acto ético, no comercial.
Aunque a menudo se lo reduce a un autor juvenil, Salinger abordó la espiritualidad, la alienación, la compasión, la tristeza y la búsqueda de sentido con una profundidad poco común. En sus relatos más tardíos se anticipan temas de la literatura posmoderna y del existencialismo místico.
Salinger está enterrado sin honores, sin mausoleo, en una tumba sencilla en New Hampshire. Sus últimas décadas fueron de silencio absoluto, como si toda su vida hubiese sido una resistencia a lo superficial, lo visible y lo efímero.

OBRAS

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