GUILLERMO DE TORRE

Guillermo de Torre (1900-1971)

Guillermo de Torre nació en Madrid el 15 de enero de 1900. Crítico literario, ensayista, poeta y editor, su figura es esencial para comprender el desarrollo de las vanguardias literarias hispánicas del siglo XX, así como el puente cultural tendido entre España y América Latina. Su vida estuvo marcada por un rigor intelectual apasionado y una militancia estética que lo situaron en el centro de los debates más fervorosos de su época.
Desde muy joven, se vinculó con los movimientos de vanguardia. Fue miembro destacado del ultraísmo, corriente que aspiraba a romper con la poesía modernista mediante un lenguaje concentrado en imágenes, metáforas audaces y el rechazo del sentimentalismo. Publicó en diversas revistas literarias de vanguardia, como Grecia, Ultra y Cervantes, y fue también uno de los fundadores de Reflector y Ronsel. Su primer libro, Hélices (1923), es una obra clave del ultraísmo, con su característico uso de caligramas y estructuras visuales.
En 1925, publicó Literaturas europeas de vanguardia, un estudio pionero y panorámico sobre las corrientes experimentales de principios del siglo XX (futurismo, dadaísmo, surrealismo, etc.), que lo consagró como el gran teórico de la modernidad literaria en lengua española. Esta obra, reeditada y ampliada varias veces, fue fundamental para introducir las vanguardias europeas en el mundo hispanoamericano y constituye hasta hoy una referencia crítica ineludible.
El estallido de la Guerra Civil Española lo sorprendió en un momento de madurez intelectual. De tendencia republicana y antifranquista, se exilió en América Latina, primero en Argentina. Fue allí donde su labor como editor alcanzó una importancia decisiva: colaboró estrechamente con la editorial Losada, que se convirtió en un refugio literario para los escritores del exilio español. Desde este puesto, impulsó la publicación de autores clave del pensamiento español y latinoamericano.
En el ámbito personal, su vida estuvo intensamente entrelazada con la del escritor argentino Jorge Luis Borges. Se casó con la hermana de Borges, Norah, artista plástica de sensibilidad vanguardista, con quien tuvo un hijo. La relación con el célebre escritor argentino, sin embargo, se tornó compleja y distante con los años, marcada por diferencias literarias y personales.
Guillermo de Torre murió en Buenos Aires el 14 de enero de 1971, un día antes de cumplir 71 años. 

Curiosidades de Guillermo de Torre

Guillermo de Torre no fue solo un teórico de las vanguardias, sino también un practicante entusiasta. Su libro Hélices (1923) es uno de los primeros en lengua española que explora la poesía visual o caligramática, algo que él mismo llamaba “poesía tipográfica”. Inspirado en los caligramas de Apollinaire y en los manifiestos futuristas de Marinetti, Torre diseñaba sus poemas como composiciones visuales: la disposición de las palabras era tan importante como su significado. Para él, el papel debía ser una página sonora y visual al mismo tiempo, un espacio donde el lector pudiera leer y mirar.

Uno de sus poemas más conocidos, “Automóvil”, reproduce en versos desarticulados el rugido y la velocidad de un coche de carreras, imitando en su disposición el zumbido mecánico de los motores. Este tipo de experimentación, sin embargo, fue vista por muchos como una extravagancia pasajera. El propio Torre renegaría más adelante de esta etapa, aunque nunca dejó de reivindicar el valor rupturista del ultraísmo.

Guillermo de Torre tuvo una relación ambivalente con Jorge Luis Borges. Al principio fueron compañeros de ruta en el ultraísmo: ambos publicaban en revistas afines y compartían la fascinación por las vanguardias europeas. Pero con el tiempo sus caminos se bifurcaron. Torre se volcó en el ensayo y la crítica, mientras que Borges evolucionó hacia una literatura más metafísica, alejada del experimentalismo visual.

La tensión entre ambos se agudizó cuando Guillermo de Torre se casó con Norah Borges, hermana del escritor. Aunque no hay testimonios explícitos de una enemistad, Borges jamás fue generoso con Torre en público. Llegó incluso a calificarlo como un “respetable profesor de retórica”. El hecho de que Borges no le dedicara ninguna mención elogiosa en sus textos, ni siquiera tras su muerte, es revelador del distanciamiento afectivo. A su vez, Torre se mostró siempre más prudente, aunque en privado se lamentaba de la creciente vanidad del autor de Ficciones.

La vida de Guillermo de Torre es también la historia de una travesía entre Europa y América. Nacido en Madrid en 1900, vivió de primera mano la efervescencia cultural de la capital española durante los años veinte. Conoció y dialogó con los grandes nombres de la generación del 27: Rafael Alberti, Gerardo Diego, Jorge Guillén. Pero con la llegada de la Guerra Civil Española, se exilió primero a París y luego a Buenos Aires.

En Argentina se reinventó como editor y crítico. Fue uno de los pilares de la editorial Losada, donde introdujo a figuras como Ortega y Gasset, Antonio Machado, Valle-Inclán, y promovió la reedición de autores esenciales del pensamiento español contemporáneo. Se convirtió en un agente cultural decisivo en el exilio, un constructor silencioso de puentes culturales entre las dos orillas del Atlántico.

Como editor, Guillermo de Torre era riguroso, meticuloso y, a veces, implacable. Tenía fama de perfeccionista. Corregía minuciosamente los textos de los autores y no dudaba en sugerir —o imponer— cambios. Muchos escritores le temían, pero también le respetaban por su agudeza crítica. Era un lector con oído para el estilo y un radar sensible a las fallas estructurales de una obra.

Una anécdota famosa cuenta que corrigió tan extensamente un libro de un joven autor argentino que este llegó a preguntarse si seguía siendo suyo. Sin embargo, muchos escritores agradecieron esa exigencia, que elevaba la calidad del trabajo final. Torre consideraba que editar no era solo imprimir: era intervenir, mejorar, acompañar.

Guillermo de Torre no solo escribió libros: los formó. Su biblioteca personal era una de las más completas en estudios sobre vanguardias, crítica literaria y poesía del siglo XX. Tras su muerte, muchos de estos volúmenes pasaron a manos de su hijo o fueron donados a instituciones académicas. Varias de sus primeras ediciones, hoy muy difíciles de encontrar, son objeto de culto por parte de bibliófilos e investigadores.

En vida, Torre fue también biógrafo y traductor. Tradujo obras del francés, el alemán y el italiano, y realizó prólogos esclarecedores para autores como Ramón Gómez de la Serna, a quien admiraba profundamente. En uno de sus ensayos, escribió que “la obra crítica debe ser una forma de entusiasmo racional”, definición que parece aplicarse a toda su carrera.

Cuando publicó Literaturas europeas de vanguardia en 1925, Guillermo de Torre tenía apenas 25 años. La crítica de la época recibió el libro con perplejidad: era una obra densa, ambiciosa, que abordaba con conocimiento de causa el cubismo, el futurismo, el expresionismo, el dadaísmo y el surrealismo. No existía entonces en el ámbito hispánico ningún estudio tan completo. La obra fue reeditada varias veces y sigue siendo una fuente de consulta fundamental para los estudiosos de las vanguardias.

Lo sorprendente es que Torre escribió ese libro sin haber visitado aún muchas de las ciudades que analizaba. Se documentó a través de revistas extranjeras, catálogos de exposiciones, manifiestos artísticos y correspondencia con autores europeos. Fue, en ese sentido, un precursor de la crítica literaria internacional en español, alguien capaz de ver el fenómeno estético más allá de las fronteras nacionales.

A pesar de su prestigio intelectual, Guillermo de Torre murió en relativo silencio público. Falleció en Buenos Aires el 14 de enero de 1971, sin homenajes oficiales ni grandes obituarios en los periódicos. La crítica argentina, sin embargo, reconoció su legado. Hoy, su nombre no aparece tan frecuentemente como el de otros escritores del siglo XX, pero su huella está en todas partes: en las bibliotecas que ayudó a formar, en los libros que editó y en los autores que consagró.

Su discreción final fue, quizá, coherente con su carácter. Torre nunca buscó la fama personal: quería formar lectores, dar forma a los textos, modelar desde las sombras la literatura de su tiempo. Fue un “escritor de escritores”, un editor de editores, y un crítico que entendía que el verdadero juicio literario no consiste en condenar o alabar, sino en leer con profundidad.

OBRAS

Este libro, el único poemario de Guillermo de Torre, constituye un valioso documento tanto de la poesía ultraísta como de una época en la que los adelantos de la técnica y de la tecnología eran celebrados artísticamente. Con su lenguaje extravagante y atrevido y su libérrimo uso del diseño tipográfico, testimonia un importante episodio en la poesía española del siglo pasado: la subversión de las vanguardias y la simultánea cancelación de la estética modernista que fueron necesarias para la posterior eclosión de la Joven Literatura de la generación del 27.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

«Altazor» y «Temblor de cielo» (1931), poemas en verso y en prosa respectivamente, son las obras clave del poeta chileno Vicente Huidobro, uno de los importadores de las vanguardias artísticas a España. Con el paso del tiempo se ha ido agrandando el eco de la calidad de su obra. En concreto «Altazor» es hoy para muchos una intensa obra metafísica además de un ingenioso juego de palabras. Para otros es la culminación del creacionismo, movimiento cuya paternidad se atribuye en general a Huidobro. Para todos es un texto tan admirable como desconcertante.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Si bien «Más allá del bien y del mal» (1886) retoma elementos e ideas de Así habló Zaratustra profundizando en ellos, presenta un tratamiento de los mismos completamente distinto. Entre una y otra obra hay, fundamentalmente, un reajuste de la mirada: el paso del símbolo al concepto, de la poesía a la psicología, de la confianza a la sospecha, de la lejanía que permite dejar de lado los defectos a la óptica microscópica que pone de relieve las miserias

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

La amistad entre Friedrich Nietzsche y Richard Wagner dio lugar a una de las relaciones personales e intelectuales más sorprendentes y trascendentales de la moderna historia cultural alemana y europea, tal como queda reflejado en esta Correspondencia, de la que publicamos la edición más completa y definitiva.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*