GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Gabriel García Márquez (1927-2014)

Gabriel García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un pequeño pueblo en la región caribeña de Colombia. Considerado uno de los escritores más influyentes del siglo XX, García Márquez es ampliamente reconocido como el máximo exponente del realismo mágico, un estilo narrativo que fusiona lo fantástico con lo real, de manera que lo extraordinario es tratado como si fuera una parte natural de la vida cotidiana. Su obra más célebre, Cien años de soledad (1967), no solo es un hito literario, sino que consolidó a García Márquez como una figura literaria mundial y marcó un antes y un después en la literatura en español.

La vida de García Márquez estuvo marcada por la literatura, el periodismo y su fuerte compromiso político. Nació en un hogar con sus abuelos maternos, quienes influyeron profundamente en su visión del mundo y en su estilo literario. Su abuelo, un hombre de grandes historias y vivencias, fue su gran modelo, mientras que su abuela le introdujo en el universo de las supersticiones y las tradiciones orales. García Márquez estudió derecho en la Universidad Nacional de Colombia, pero pronto abandonó la carrera para dedicarse al periodismo y la escritura. Su pasión por las letras lo llevó a trabajar en diversos periódicos y revistas, lo que le permitió desarrollar un estilo narrativo único y, al mismo tiempo, una visión crítica de la realidad colombiana.

A lo largo de su carrera, García Márquez se destacó como periodista, novelista, y cuentista. Su escritura se caracteriza por su capacidad para describir lo cotidiano de una forma que lo convierte en algo asombroso y mágico. A lo largo de su vida, García Márquez ganó numerosos premios, entre ellos el Premio Nobel de Literatura en 1982, por su obra completa. Su discurso de aceptación del Nobel, centrado en los derechos humanos y la situación política de América Latina, es uno de los más recordados de la historia reciente de la literatura.

En su obra, la violencia política, la guerra civil, y la historia de Colombia y América Latina son recurrentes, aunque siempre bajo una perspectiva fantástica y simbológica. Sin embargo, García Márquez también cultivó una actitud escéptica hacia las ideologías políticas, una postura que quedó reflejada en su relación con el poder y su amistad con figuras políticas como Fidel Castro, aunque nunca dejó que sus creencias políticas condicionaran su visión literaria. En su vida personal, García Márquez disfrutó de la tranquilidad de su hogar familiar en México, donde vivió los últimos años de su vida, alejado en gran medida de la política y dedicado exclusivamente a su escritura, hasta que falleciera en 2014.

Curiosidades de Márquez

La creación de Cien años de soledad fue un proceso largo y lleno de incertidumbres. García Márquez comenzó a escribir la novela en 1959, pero pasó años escribiendo y reescribiendo, con momentos de bloqueo y crisis. La inspiración para la obra vino en gran parte de la influencia de su abuela materna, quien le narraba historias fantásticas sobre la vida en el Caribe colombiano. García Márquez comenzó a escribir la novela mientras vivía en México y se encontraba enfrentando dificultades económicas. De hecho, la primera versión de Cien años de soledad fue escrita en una máquina de escribir prestada y, en muchas ocasiones, tuvo que recurrir a préstamos para poder continuar escribiendo. La obra se fue gestando en sus recuerdos y vivencias de infancia, pero también en la creación de un universo literario que lograra fundir lo real y lo fantástico de manera tan natural que los lectores aceptaran el mundo de Macondo como una realidad más.
El periodismo fue una de las grandes pasiones de García Márquez, y a menudo consideraba que su carrera periodística le proporcionó las herramientas necesarias para desarrollar su estilo narrativo. Durante muchos años trabajó como reportero en diversos periódicos latinoamericanos, y fue en estos años donde comenzó a perfeccionar su estilo literario. La rigidez y la precisión del periodismo le sirvieron para construir la estructura narrativa de sus novelas, que son ricas en detalles y matices. No obstante, el impacto de ganar el Premio Nobel de Literatura en 1982 cambió su vida de manera drástica. Si bien la premiación lo consagró como una de las figuras más importantes de la literatura mundial, también trajo consigo una invasión de la privacidad, el agobio de las expectativas y la presión para escribir más obras maestras. Durante los últimos años de su vida, García Márquez se retiró parcialmente de la vida pública, dedicándose a su familia y a sus escritos, aunque nunca dejó de ser una figura central del debate literario.
En 1982, tras recibir el Premio Nobel de Literatura, García Márquez debía dictar su discurso de aceptación en una ceremonia ante la Academia Sueca. A pesar de la magnitud del evento, su actitud relajada y su sentido del humor nunca lo abandonaron. Durante una entrevista, García Márquez contó que, en el día de su dictado, la persona encargada de escribir el discurso en taquigrafía había sufrido un problema técnico y, al final, el texto no se pudo entregar a tiempo. García Márquez, al enterarse de que la taquigrafía no había sido concluida, bromeó con los presentes: «Esto se ha vuelto un desastre, porque el discurso nunca se podrá hacer». Esta anécdota revela no solo la humildad y cercanía de García Márquez, sino también su particular manera de afrontar los momentos de tensión con humor.
Gabriel García Márquez tuvo una relación muy cercana con el líder cubano Fidel Castro. A lo largo de su vida, el escritor mantuvo una amistad sólida con Castro, lo que le permitió acercarse a la política cubana de manera directa. En varias ocasiones, García Márquez defendió la revolución cubana y las políticas de Castro, incluso cuando muchas figuras literarias latinoamericanas eran críticas con el régimen. Sin embargo, García Márquez siempre subrayó que su apoyo a la revolución cubana no implicaba una adhesión incondicional a todas las políticas del régimen. Este vínculo con Castro fue polémico, pero nunca afectó gravemente su carrera literaria, ya que su trabajo siempre se mantuvo al margen de la política directa. La relación con Castro, de todos modos, es uno de los aspectos más discutidos de su vida.
Aunque es mundialmente conocido como «Gabriel García Márquez», sus amigos y seguidores más cercanos lo llamaban simplemente «Gabo». Este apodo, que se ha vuelto un sello distintivo del autor, refleja la cercanía y la empatía que García Márquez cultivó con sus lectores y con el mundo literario en general. Para él, la cercanía con el lector era esencial, y siempre buscó evitar la barrera entre el escritor y su público. En sus últimos años, cuando ya gozaba de gran fama, García Márquez nunca dejó de atender a los seguidores de su obra, tomándose el tiempo para responder cartas, asistir a eventos y compartir historias de su vida personal con la gente que lo admiraba.

OBRAS

Cada mes de agosto Ana Magdalena Bach toma el transbordador hasta la isla donde está enterrada su madre para visitar la tumba en la que yace. Esas visitas acaban suponiendo una irresistible invitación a convertirse en una persona distinta durante una noche al año. Escrita en el inconfundible y fascinante estilo de García Márquez, En agosto nos vemos es un canto a la vida, a la resistencia del goce pese al paso del tiempo y al deseo femenino. Un regalo inesperado para los innumerables lectores del Nobel colombiano.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más «realista» de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del escritor. Cuando empieza la novela, ya se sabe que los hermanos Vicario van a matar a Santiago Nasar -de hecho, ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar muere.

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Millones de ejemplares de Cien años de soledad leídos en todas las lenguas y el premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso «boca a boca» -como gustaba decir el escritor- son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.

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«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

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El coronel no tienen quien le escriba fue escrita por Gabriel García Márquez durante su estancia en París, adonde había llegado, a mediados de los cincuenta, como corresponsal de prensa y con la secreta intención de estudiar cine. El cierre del periódico para el que trabajaba le sumió en la pobreza mientras redactaba en tres versiones distintas esta excepcional novela, que luego fue rechazada por varios editores antes de su publicación.

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El Nobel de Literatura nos presenta la mágica relación entre Fermina Daza y Florentino Ariza como una mezcla tropical de plantas y arcilla, que el maestro moldea y con las que fantasea a su placer entre los territorios del mito y la leyenda. Los jugos, olores y sabores del trópico alimentan una prosa alucinatoria que se ha ganado el favor de miles de lectores en todo el mundo.

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En Macondo transcurre la historia de un entierro imposible. Ha muerto un personaje extraño, un antiguo médico odiado por el pueblo, y un viejo coronel retirado, para cumplir una promesa, se ha empeñado en enterrarle ante la oposición de todo el pueblo y sus autoridades. Como en una tragedia griega -el libro lleva como lema una cita de Antígona que recuerda la prohibición de enterrar el cuerpo del Polinices-, el viejo coronel, su hija y su nieto van a cumplir la ominosa tarea. 

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*