FRANCISCO UMBRAL

Francisco Umbral (1932-2007)

Francisco Umbral nació el 11 de mayo de 1932 en Madrid, aunque pasó su infancia en Valladolid. Su vida estuvo marcada por una educación autodidacta, ya que nunca completó estudios universitarios. Sin embargo, su voraz curiosidad y su pasión por la literatura lo llevaron a convertirse en uno de los escritores y periodistas más influyentes del siglo XX en España. En su juventud, trabajó en diversas redacciones de periódicos y revistas, puliendo un estilo literario que fusionaba lo periodístico con lo poético, lo irónico con lo lírico.

Fue en la década de 1960 cuando Umbral comenzó a consolidarse en el mundo literario y periodístico. Trabajó en El Norte de Castilla, bajo la dirección de Miguel Delibes, y más tarde en Madrid colaboró con diarios como ABC, El País y El Mundo, donde se convirtió en un columnista de referencia. Su estilo, ácido, punzante y enormemente culto, le granjeó admiradores y detractores a partes iguales.

En el ámbito literario, escribió más de cien libros, entre novelas, ensayos y crónicas. Obras como Mortal y rosa (1975), un texto desgarrador sobre la muerte de su hijo, o Las ninfas (1976), de tono autobiográfico, se consideran piezas fundamentales de la literatura contemporánea española. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios, destacando el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y el Premio Cervantes en 2000.

Falleció el 28 de agosto de 2007 en Madrid, dejando un legado inmenso en el periodismo y la literatura española.

Curiosidades de Francisco Umbral

Francisco Umbral nunca pasó por la universidad, pero su nivel de cultura y erudición era tan vasto que llegó a ser considerado uno de los intelectuales más brillantes de su generación. Formó su bagaje literario a través de lecturas autodidactas en bibliotecas y de su inmersión en el periodismo, donde aprendió con escritores de la talla de Miguel Delibes. Su estilo refinado, plagado de referencias literarias y artísticas, lo convirtió en un maestro de la prosa española.

La muerte de su único hijo, Francisco Umbral Jr., en 1974, marcó profundamente su vida y su obra. El niño falleció a los cinco años a causa de una leucemia, y el escritor canalizó su dolor en Mortal y rosa, un libro de difícil clasificación que mezcla la crónica, el ensayo y la poesía en una obra de duelo y desgarro. Se ha considerado una de las obras más conmovedoras de la literatura española del siglo XX, una elegía escrita con una belleza devastadora.

Poema de Pedro Salinas: 

Se dormirán al fin en nuestro sueño
abrazado, abrazadas. Y así luego,
al separamos, al nutrirnos sólo
de sombras, entre lejos,
ellas
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.

Umbral fue un columnista temido y respetado. Su pluma afilada no tenía piedad y, a lo largo de los años, protagonizó enfrentamientos con políticos, escritores y periodistas. Entre sus polémicas más sonadas están sus críticas contra Camilo José Cela y Antonio Gala, a quienes consideraba escritores sobrevalorados. También mantuvo tensas relaciones con colegas como Juan Benet y Juan Goytisolo.

Uno de los momentos más icónicos de Francisco Umbral en la televisión ocurrió en 1993, cuando fue invitado al programa Queremos saber, de Mercedes Milá. Umbral asistió para hablar de su libro La década roja, pero al ver que no le daban la palabra, explotó con la frase: “Yo he venido aquí a hablar de mi libro”. Su enfado, lejos de perjudicarle, se convirtió en una de las frases más famosas de la televisión española y un símbolo de la exigencia de los escritores por ser tomados en serio.

Umbral cuidaba su imagen pública con una meticulosidad casi teatral. Su manera de vestir, con bufandas largas, gafas oscuras y una actitud de poeta maldito, recordaba a escritores bohemios del siglo XIX. Este personaje que construyó a su alrededor contribuyó a su imagen de intelectual brillante y a la vez inaccesible.

Aunque recibió premios prestigiosos, Umbral siempre fue muy crítico con los premios literarios en España. Consideraba que estaban condicionados por intereses editoriales y políticos, y en varias ocasiones expresó su desprecio hacia ellos, aunque aceptó el Premio Cervantes en 2000, posiblemente el reconocimiento más alto que recibió en vida.

A pesar de haber nacido en Madrid y criado en Valladolid, Umbral convirtió la capital de España en el escenario principal de sus libros y artículos. En textos como Trilogía de Madrid o Madrid 1940, la ciudad aparece como un personaje más, llena de contradicciones, luces y sombras, en una exploración literaria que rivaliza con la que hicieron escritores como Galdós o Baroja en su tiempo.

Francisco Umbral dejó una huella imborrable en la literatura y el periodismo en español. Su estilo inconfundible, su carácter polémico y su talento desbordante lo convierten en una de las figuras clave de la cultura española del siglo XX.

OBRAS

Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta.

En Mortal y rosa, sobrecogedora y tierna elegía de la infancia, Umbral evoca la muerte de su hijo. Desde la inhóspita revelación de la pérdida, construye un largo monólogo en que la muerte actúa como coartada maravillosa que convierte su pesadilla humana en una fuerza catártica y liberadora.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

«“El hombre es un ser de lejanías”, escribió Heidegger. Esta frase tiene muchos sentidos, como todas las suyas, pero yo le aplico el más modesto y usual. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Así, acudo a fi estas, tareas, usos cotidianos inmediatos, y me parece venir desde muy lejos, desde mis lejanías de hombre que agota a grandes pasos su biografía.

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La prosa magistral de Umbral nos devuelve a ese adolescente que mira hacia el niño que ha sido y los trenes que se cruzan en su camino, un adolescente que crece al pasar las páginas y va cambiando su ilusión de ser sublime sin interrupción por el deseo de la mujer amada y el placer de compartir las aventuras con los amigos, en una noche de verano, en una atmósfera donde al negro se le transparentaba el azul. Una novela fresca y sugerente como sólo es la gran literatura.

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«La primera noche que entré en el Café Gijón puede que fuese una noche de sábado. Había humo, tertulias, un nudo de gente en pie, entre la barra y las mesas, que no podía moverse en ninguna dirección, y algunas caras vagamente conocidas, famosas, populares, a las que en aquel momento no supe poner nombre. Podían ser viejas actrices, podían ser prestigiosos homosexuales, podían ser cualquier cosa. Yo había llegado a Madrid para dar una lectura de cuentos en el aula pequeña del Ateneo, traído por José Hierro, y encontré, no sé cómo, un hueco en uno de los sofás del café.»

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Diario de un escritor burgués es un cuaderno completo de un año en la vida del escritor. Libro donde se hace introspección, intimismo, crónica literaria y política de la España de la Transición, semblanza lírica de gentes y circunstancias. Un diario íntimo, en fin, dentro de los cánones conocidos e ilustres del género y enriquecido con la prosa y las características literarias, ya tan personales, de Francisco Umbral, que se autoexamina en esta obra y se confiera abiertamente, minuciosamente, como él abe hacerlo, o nos da la nota puntual, segura y plástica de la vida nacional, cotidiana, incesante.

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«Elegía de la belleza arrasada, canto por la madre muerta, El hijo de Greta Garbo encierra también una visión cáustica y crítica de la España vencedora de la guerra civil. La fábula proustiana se hace, deliberadamente, mucho más provincial; pero a cambio se enriquece con una notable dimensión histórica y política. Y así, la exaltación de la belleza y la maternidad resulta ser también la crónica de un tiempo miserable y despiadado»,

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