EMILY DICKINSON

Emily Dickinson (1830-1886)

Emily Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830 en Amherst, Massachusetts, en el seno de una familia acomodada e influyente. Su padre, Edward Dickinson, era abogado y congresista, y su madre, Emily Norcross Dickinson, desempeñó un papel más discreto en la familia. Creció en un ambiente que valoraba la educación, asistiendo a la Amherst Academy y posteriormente, por un breve período, al Mount Holyoke Female Seminary, del que se retiró antes de completar sus estudios.

A lo largo de su vida, Dickinson mantuvo una existencia mayormente solitaria, retirándose casi por completo del mundo exterior en su madurez. Se dice que en sus últimos años vestía exclusivamente de blanco y rara vez salía de su casa, prefiriendo la correspondencia escrita para comunicarse con amigos y familiares. Su obra poética, que permaneció prácticamente inédita durante su vida, fue descubierta y publicada póstumamente, revelando a una de las voces más singulares de la literatura estadounidense.

Su poesía es innovadora en su métrica, puntuación y uso del lenguaje, rompiendo con las convenciones literarias de su tiempo. Entre sus temas recurrentes se encuentran la naturaleza, la muerte, la inmortalidad y el amor. Murió el 15 de mayo de 1886, dejando más de 1.800 poemas que transformarían la poesía moderna.

Curiosidades de Emily Dickinson

Uno de los aspectos más comentados de la vida de Emily Dickinson es su reclusión voluntaria. Si bien en su juventud participó en actividades sociales y tuvo amistades cercanas, con el tiempo empezó a evitar el contacto con el mundo exterior. Hacia los treinta años, dejó de salir de casa salvo en contadas ocasiones y empezó a comunicarse con la mayoría de las personas solo por cartas.

Sin embargo, su aislamiento no fue total. Mantuvo correspondencia con múltiples figuras intelectuales y poetas, como Thomas Wentworth Higginson, quien se convirtió en una especie de mentor literario para ella. También tuvo una intensa amistad con Susan Gilbert Dickinson, su cuñada, a quien dirigió muchos de sus poemas.

Su preferencia por vestir de blanco ha sido interpretada como un símbolo de pureza o un acto excéntrico, aunque no hay pruebas concluyentes de que lo hiciera de manera constante. La imagen de Dickinson como una ermitaña absoluta es en parte una construcción posterior que simplifica su compleja personalidad.

A pesar de su inmenso talento, Emily Dickinson apenas publicó una docena de poemas en vida, y casi todos fueron editados sin su consentimiento, modificando su peculiar puntuación y métrica para ajustarse a los estándares de la época. La mayoría de sus escritos fueron descubiertos tras su muerte por su hermana Lavinia Dickinson, quien quedó asombrada al encontrar más de 1.800 poemas en pequeños cuadernos encuadernados a mano.

El proceso de publicación de su obra fue complicado y estuvo marcado por disputas editoriales entre su cuñada Susan Gilbert Dickinson y Mabel Loomis Todd, amante de su hermano Austin Dickinson. No fue hasta la edición de Thomas H. Johnson en 1955 que sus poemas fueron publicados de manera fiel a sus manuscritos originales.

Dickinson utilizaba un estilo completamente innovador para su época. Su poesía está llena de guiones largos, que algunos interpretan como pausas, silencios o énfasis rítmicos. Su sintaxis y estructura métrica desafían las normas del siglo XIX, anticipando estilos poéticos modernistas.

Muchas de sus composiciones siguen la métrica del himno protestante, pero con alteraciones que las hacen únicas. También solía omitir palabras, permitiendo que el lector completara el significado de los versos. Estas técnicas han sido objeto de numerosos estudios literarios y han influido en generaciones de poetas posteriores.

La vida amorosa de Emily Dickinson sigue siendo un misterio. Existen cartas apasionadas dirigidas a una figura a la que llamaba “Master” (Maestro), cuya identidad sigue sin confirmarse. Algunos especulan que podría haber sido un editor, un mentor o incluso una figura imaginaria.

Por otro lado, su estrecha relación con Susan Gilbert Dickinson ha llevado a algunos estudiosos a sugerir una posible conexión romántica entre ambas. También se ha mencionado al juez Otis Lord, a quien escribió cartas llenas de ternura en su madurez, aunque no hay pruebas de que su relación haya ido más allá de lo platónico.

Uno de los temas centrales en la poesía de Dickinson es la muerte. Sus versos exploran la transición entre la vida y la muerte, la duda sobre la inmortalidad y la naturaleza efímera de la existencia. Poemas como Because I could not stop for Death o I heard a Fly buzz—when I died abordan el tema con una mezcla de serenidad y extrañeza.

Su interés por la muerte pudo estar influenciado por las frecuentes pérdidas que sufrió a lo largo de su vida, incluyendo la muerte de amigos cercanos y familiares. Amherst, su ciudad natal, también tenía una fuerte cultura puritana, lo que pudo haber intensificado su fascinación por lo metafísico.

A pesar de la imagen melancólica que se asocia con su obra, Dickinson tenía un agudo sentido del humor. En sus cartas se encuentran juegos de palabras, ironías y comentarios mordaces sobre la sociedad de su época. En una ocasión, escribió sobre la muerte de un conocido con un tono irreverente:

«Ha tenido éxito en la vida. Murió.»

También enviaba a sus amigos recetas de cocina junto con sus cartas, incluyendo instrucciones para hacer un “pastel de coco” que, según algunos, pudo haber sido inventado por ella misma.

Algunos biógrafos han sugerido que Dickinson pudo haber padecido una enfermedad ocular llamada iritis, lo que explicaría parte de su reclusión. También se ha especulado con que sufría de trastornos como depresión o ansiedad social.

Otros han sugerido que su sensibilidad extrema ante la luz podría haber sido un síntoma de epilepsia, aunque no existen pruebas médicas concluyentes al respecto.

Emily Dickinson murió en 1886 debido a un fallo renal, aunque algunos creen que pudo haber padecido la enfermedad de Bright. Su última frase, según se dice, fue un enigmático “I must go in” (“Debo entrar”).

Su entierro se realizó en el cementerio de Amherst, y, acorde con su estilo minimalista, su lápida solo lleva inscrito su nombre y las palabras «Called Back».

Morí por la belleza, de la colección «Poesía portátil», es una selección de poemas de Emily Dickinson que nos permite adentrarnos en los anhelos que la autora encerró en sus versos. Textos desprovistos de adornos y reglas que hablan de la mujer, de la enfermedad, de la muerte y de lo que nos espera después.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

La obra de Dickinson es una aspiración al pleno espíritu y como tal ha de ser leída. Representa el afán de conseguir lo más alto sin renunciar, y aquí está su grandeza, a lo más humilde. Estos primeros 600 poemas presentan un universo sensual e intuitivo, una mística de la exploración de lo sagrado y lo pasajero, de lo divino y lo más humano. Harold Bloom dijo de la autora que supo desarrollar otra manera de ver, casi en la oscuridad.

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Poetisa estadounidense cuya obra, por su especial sensibilidad y profundidad, ha sido considerada como una de las grandes. De ella, Jorge Luis Borges dijo: «No hay una vida más apasionada y solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor, y acaso imaginarlo, antes que tenerlo». Su obra poética ahonda y explora de forma magistral los sentimientos de la decepción amorosa. Walt Whitman y Emily Dickinson fueron dos de los poetas estadounidenses más relevantes del siglo XIX.

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La presente antología bilingüe reúne ciento un poemas que, pese a tomar como criterio preferente su imagen más «gótica», la más decadente y fuerte, la que justifica su lugar entre los grandes, la que más se acerca a nuestra modernidad, incluye asimismo, como necesario contrapunto, algunas de sus composiciones más tempranas y amables.

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