EL SILMARILLIÓN

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Contenidos

El Silmarillión

Esta es una de las obras más complejas del imaginario tolkeniano. El Silmarillion es la colección definitiva de los relatos, mitos y leyendas que dan forma a la Tierra Media de Tolkien. Esta Tierra Media aludida es solo una pequeña parte de Arda, el mundo donde se desarrolla la acción de, por ejemplo El señor de los anillos o El hobbit. Bien, el Silmarillión se compila y se concibe como un códice publicado en 1977 por el hijo de J.R.R. Tolkien, Christopher, quien consigue de forma magistral acercarnos el acervo popular esbozado por su padre.

No se alarmen ante este escandaloso relato del origen de la vida de los Elfos, los Hobbits y el mal del que luego se desprende la semilla de Sauron, pues a través de una lectura comprometida, y un esfuerzo del interesado, podrán entender sin dificultad la leyenda de Arda y de la creación del mundo de los anillos.

 

En el principio, Eru, el único, que en lengua élfica es llamado Ilúvatar, hizo a los Ainur de su pensamiento, y ellos hicieron una Gran Música delante de él. En esta música empezó el mundo; porque Ilúvatar hizo visible el canto de los Ainur, y ellos lo contemplaron como una luz en la oscuridad. Y muchos de entre ellos se enamoraron de la belleza y la historia del mundo, que vieron comenzar y desarrollarse como en una visión. Por tanto Ilúvatar dio Ser a esta visión, y la puso en medio del Vacío, y el Fuego Secreto fue enviado para que ardiera en el corazón del Mundo, y se lo llamó Eä. ( Valaquenta. p. 23)

 

Extenso análisis de la obra

Empecemos por el principio. El Silmarillion se compone de varios bloques de contenidos. El primero es el Ainunlindalë, que explora la creación del mundo a partir de la música de los Ainur. Es importante recalcar el influjo de Richard Wagner en la obra de Tolkien. Durante el romanticismo, o las postrimerías de este movimiento, surge la necesidad de crear a través de la música, de luchar contra lo dionisiaco a través de lo apolíneo, que ejerce de balanza sensorial del mundo en esta teoría de Friedrich Nietzsche.

 

Pero los otros Ainur contemplaron esa habitación puesta en los vastos espacios del Mundo, que los elfos llaman Arda, la Tierra, y los corazones de todos se regocijaron en la luz, y los ojos se les alargaron en la contemplación de tantos colores, aunque el rugido del mar los inquietó sobremanera. Y observarpn los vientos y el aire y las materias de que estaba hecha Arda, el hierro y la piedra, la plata y el oro, y muchas otras sustancias, pero de todas ellas el agua fue la que más alabaron. Ainulindale . p. 16.

Esta eudaimonia filosófica la alcanza Wagner, según Nietzsche, a través de la música, o la creación de la vida a partir de ella. Obvio es que Tolkien bebe mucho de la mitología norrena y de sagas islandesas que son el germen del Anillo del Nibelungo, la tetralogía operística del compositor alemán.

En segunda instancia, encontramos la Valquenta, que describe los poderes de los Valar y los Maiar, que dominan el mundo. Estos son siete principales, y algunos anexos a ellos que luego servirán de combustible para el mal que crece en Arda, (término que proviene de Erda, Tierra). Entre ellos destacamos a Manwë, señor del aire, y rey de Valar), Ulmo, señor de las aguas. Aulë, señor de los enanos, Yavanna, señora de los árboles y las plantas, Nienna, Vaire, Nesssa, Tilkas, Mandos, ect. Estos son los Valar, que son los primeros moradores de Arda, espíritus divinos surgidos del pensamiento de Ilúvatar, Dios portentoso y creador de la Tierra a través de la música.

Último de los dioses Valar se inscribe el nombre de Melkor, el que se Alza en Poder. Pero ha perdido ese nombre a causa de sus propias faltas. Entre los elfos más han sufrido su malicia y se le conoce a cambio como Morgoth, el Enemigo Oscuro del Mundo. […] Terribles entre sus secuaces eran los Valaraukar, los azotes del fuego de la tierra media recibían el nombre de Balrogs, demonios de terror. Entre sus servidores con nombre, el más grande fue ese espíritu a quien los Eldar llamaron Sauron o Gorthaur el Cruel. Sauron tuvo parte, y era menor en maldad que su amo solo porque durante mucho tiempo sirvió a otro y no a sí mismo. Pero en años posteriores se levantó como una sombra de Morgoth y como un fantasma de su malicia, anduvo tras él por el mismo ruinoso sendero que descendía al Vacío.

El Silmarillion es la historia de la rebelión de Fëanor contra los dioses, su exilio de Valinor y su regreso a la Tierra Media, y su guerra, desesperada a pesar de su heroísmo, contra el gran Enemigo. Es el antiguo drama que rememoran los personajes de El Señor de los Anillos, y en cuyos acontecimientos participaron algunos de ellos, como Elrond y Galadriel.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

En el otro lado del esquema, se encuentran los Maiar, espíritus menores que sirven a los Valar. Destacamos a Sauron, Malian, Olorin, Curumo, Aiwendil, que serán nombres que alcanzarán cierta fama tras la lectura de este análisis.

Todos ellos habitan en Valinor, tierra bendita de los Valar. En un punto concreto de la Historia, Ilívatar crea a sus primogénitos inmortales, quienes serán los elfos. Invitados por los Valar a su oasis, Valinor. En esta ciudad (que se asemeja por lógica al Valhala de los nórdicos) Ilúvatar hizo crecer dos árboles divinos, con cuya luz dan vida e iluminan el mundo.

Uno y el mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres, que solo estén vivos en el mundo un breve lapso y no estén atados a él, y que partan pronto, a dónde, los elfos no lo saben. Mientras que los Elfos permanecerán en el mundo hasta el fin de los días, y su amor por la Tierra y por todo es así más singular y profundo, y más desconsolado a medida que los años se alargan. Porque los Elfos no mueren hasta que no muere el mundo, a no ser que los maten o se consuman de pena.

Pero un trasunto erróneo, hermano de Manwë, se desprende del grupo como espolón corrompido: Melkor, que luego adquiere por el nombre de Morgoth, dios irrevocable de la maldad. Este será el espíritu que, morando por la Tierra de los Elfos y los hombres, provoque más daño a los mismos, hiriendo naturaleza que habita en Arda y dibujando cicatrices sobre su superficie.

Dicen los sabios que de Eressëa que todos los Quendi que cayeron en manos de Melkor, antes de la caída de Utumno, fueron puestos en prisión, y por las lentas artes de la crueldad, corrompidos y esclavizados, y así crió Melkor a la raza de los Orcos, por envidia y en mofa de los Elfos, de los que fueron después los más fieros enemigos.

Se desatan interminables guerras que ponen fin a ciclos de vida de los dioses, de los que los Elfos son testigos. Sin embargo, no entraremos en detalles sobre dichas guerras, pues complican el entendimiento del conjunto del Silmarillion, que dedica su esfuerzo en explicar el camino de los elfos y los hombres en su intento por sobrevivir a Morgoth y a la ambición que corrompe a los hombres.

Cuando la paz gobierna en Valinor, los elfos son invitados por los Valar a convivir con ellos. De entre ellos, un grupo numeroso, liderado por Ingwë, Finwë y Elwe consigue abandonar sus tierras y emprender el viaje. Los restantes, denominados como Avari, se niegan a ir a Valinor y son llamados “los reticentes”.

Los Silmarils tenían la forma de tres grandes joyas. Pero no hasta el Fin, cuando regrese Fëanor, que pereció antes de que el sol apareciese, y que se sienta ahora en las Estancias de la Espera, y no vuelve entre los suyos, no hasta que el Sol transcurra y caiga la Luna, se concederá la sustancia de que fueron hechos. Tenía la apariencia del cristal de diamante, y sin embargo, era más inquebrantable todavía, de modo que ninguna violencia podía dañarla o romperla en el Reino de Arda. No obstante, ese cristal era a los Silmarils lo que es el cuerpo a los hijos de Ilúvatar.

Los hijos de Ilúvatar

Tres grupos se forman entonces con los que sí emprendieron el viaje a Valinor. Vaniar: liderado por Ingwë (Altos, rubios, muy parecidos a los Valar). Estos consiguen alcanzar Valinor y permanecer allí.

Noldor: Liderados por Finwë. Artesanos con gran conocimiento. Forjan los Silmarills.

Teleri: Elwe los dirige. Se retrasan con respecto a sus compañeros Elfos, lo que dificulta su unión. Se escinde el grupo de los Teleri, a su vez, en otros tres grupos:

 

  • Falmari (llegan a Valinor)
  • Sindar (se quedan en Beleriand)
  • Nandor (Se separan del grupo al cruzar las montañas).

Da comienzo, por lo tanto, la historia referida a los Silmarils. Fëanor, hijo de Finwë, líder de los Noldor, forja, con la ayuda de los árboles sagrados, tres piedras preciosas que contienen la luz de Valinor. Estos gozan de gran popularidad entre los Valar, los Elfos y los Hombres, de momento en estado de gestación narrativa.

Se dice que cuando Fëanor y Fingolfin estaban ante Manwë, las luces de los Árboles se mezclaron y en la silenciosa ciudad de Valmar, hubo un fulgor de plata y oro. Y a esa misma hora precisa Melkor y Ungoliant llegaron precipitados a los campos de Valinor como la sombra de una nube oscura que pasa sobre la Tierra iluminada por el Sol, y llegaron ante el verde montículo de Ezellohar. Entonces la No-Luz de Ungoliant subió hasta las raíces de los árboles, y Melkor saltó sobre el montículo; y con su lanza negra hirió a cada árbol hasta la médula, los hirió profundamente y la savia manaba como si fuese sangre y se derramó por el suelo

MORTGOTH Y LOS HIJOS DE HURIN

Morgoth, olvidado durante siglos, sale de su ostracismo y perpetra la mayor de las ignominias contra la tierra de los Elfos y de los Valar. Se alía con Ungoliath, araña macabra que se alimenta de oscuridad, y roban los Silmarils, no sin antes destruir la luz de los árboles sagrados. Esto sume el mundo de los Elfos en una irrevocable oscuridad durante décadas, haciendo que se produzca la mayor de las diferencias entre los Valar y estos, concluyendo en el exilio de muchos de los nombres principales élficos, como Fëanor y sus hijos, quienes juran por el alma de su padre recuperar las piedras que él mismo forjó y donde sólo en ese momento habita ya la luz de Valinor.

Para poner en contexto el siguiente punto de la obra de Tolkien es necesario contextualizar la aparición de los hombres, quienes vienen al mundo como segundogénitos, invitados por Ilúvatar en Hildorien el primer día del segundo tiempo de la Primera Edad.

Estos crean las tres casas principales de los Hombres: Casa de Beör, Haleth y Hador. De la primera, Casa de Beör, se desprenden nombres tan ilustres como Beren Erchamion, Dior, o Elwing. Respecto a la Casa de Hador, podemos encontrar a Hurin, Turin, Nienor y Earendil, el marinero, padre de Elros y Elrond, famoso ya desde El señor de los anillos.

Hurin, en su intento por luchar contra el mal, es capturado por Mortgoth, quien lo sienta en una silla a observar cómo sufren sus hijos el paso del tiempo y el malestar que les provocan las guerras. Hurin posee tres hijos. Lalaith muere a los tres años, pero sobre los supervivientes, Turin y Niënor recae la mayor de las maldiciones, que observará Hurin desde la silla en la que ha de postrarse el resto de su vida.

Turin escapa y se resguarda en casa de Elwë, también llamado Thingol. Huye años después al no tener noticias de su familia, lo que provoca la pena de Thingol que lo había cuidado como a un hijo suyo. Envía a Beleg tras él, pero lo reconoce tras varios años como jefe de los hombres. Mim, un enano que habita las montañas, y que entendemos que hace referencia a Mime, el enano herrero de la mitología norrena, traiciona a Turin y es capturado por Morgoth. La espada que Thingol entrega a Beleg para rescatar a Turin posee una importancia sustancial en el relato, pues actúa como un objeto actancial en el que recae la culpa y la vergüenza, así como el orgullo. Beleg intenta salvar a Turin, pero este, maniatado y vendados sus ojos, confunde al amigo con un orco y lo mata sin que fuera su intención.

Se refugia entre los Elfos, conviviendo con la culpa, y se convierte en Turambar, casi olvidando su propio abolengo. Cuando Turambar intenta matar a un dragón, fruto del odio de Morgoth, este le avisa de que su madre, Morwen, y su hermana, Niënor, aún viven y corren peligro. Niënor, por su parte, como si bebiera de las aguas del Leteo, pierde la memoria al encontrarse también con el ladrón. Años después, se encuentra con Turambar, y se enamoran.

El dragón representa entonces una auténtica amenaza para los Elfos, por lo que Turambar decide acudir en su busca y darle por fin muerte. No consigue sino caer bajo sus garras. Pierde el conocimiento, aunque el Dragón ya yace muerto por la espada de Turambar. Niënor se asoma al risco para comprobar que su marido ha sido muerto por la bestia y se precipita hacia el vacío del océano. Lo que nos recuerda a la historia de Tristán e Isolda, también conocida por Tolkien.

Cuando Turambar recupera la consciencia, se da cuenta de que Niënor ha muerto, que era su hermana y que ya es el único que ahora vive de su estirpe, poniendo fin a su sufrimiento con la espada que dio muerte a su amigo Beleg y al Dragón.

Desde las alturas, Hurin observa la debacle familiar. Cuando Morgoth se asegura de que sus hijos han muerto, permite su huida, reuniéndose este con su esposa, Morwen, que aún vivía exiliada y sin conocimiento de los males que asolaban a sus hijos. La mujer muere en sus brazos y sepulta el cuerpo junto al de sus hijos. Hurin mata a Mim, por haber traicionado a su hijo y roba un collar del gran tesoro que guardaba en el interior de las montañas. Entrega el collar a Thingol, antiguo compañero, y se arroja al mar para morir, danto por terminada la estirpe de Hurin y Turin Turambar.

Sin embargo, da comienzo a continuación la historia de Beren y Luthien, la más hermosa de aquellas que compusiera Tolkien. Como curioso dato, Tolkien está enterrado junto a su esposa, Edith Mary. Juntos comparten los sobrenombres, bajo las fechas de sus fallecimientos de Beren y Luthien respectivamente.

Beren, pretendiente de Luthien, solicita la mano en matrimonio de esta, la hija de Thingol. La única forma de que el Elfo acepte es que Beren recupere uno de los Silmarils que aún posee Morgoth. Beren promete que su mano, pronto, portará uno de los Silmarils.

En una aventura que les voy a recomendar por encima de cualquier otra, Beren se hace al fin con la corona de Morgoth, pero un wargo secuaz arranca el brazo del héroe. Sin embargo, Beren ha cumplido su promesa y en su mano descansa el Silmaril prometido. Tras varios intentos, recuperan del cuerpo del animal el brazo incorrupto de Beren y el Silmaril que aún descansa en el interior de su mano.

Pero Beren dijo: —He cumplido con él. Tengo en este mismo momento un Silmaril en la mano.

Caída de Númenor y Góndolin

Por otros medios, Thingol recupera de Morgoth los Silmarils restantes, y los engarza en el collar que Hurin le había regalado, proveniente del tesoro del enano Mim.  Los enanos quedan obnubilados por las joyas y deciden quedárselas. Matan a Thingol, y la guerra entre elfos y enanos provoca que las piezas del dominó se precipiten hasta conducir a la Caída de Gondolin, ciudad que vivía a la sombra de las montañas, por miedo a las represalias de Morgoth.

Entonces la codicia de los enanos se convirtió en rabia por las palabras del Rey, y lo rodearon y le pusieron las manos encima, y lo mataron. De este modo, Elwë Singollo (Thingol), rey de Doriath, el único de los Hijos de Ilúvatar que desposara a una de las Ainur, y el único de los Elfos abandonados que había visto la luz de los Árboles de Valinor, murió en las profundidades de Menegroth, con la última mirada posada en el Silmaril.

Sin embargo, Hurin, antes de arrojarse al vacío, grita el paradero de Goldolin y Morgoth corrompe a Maeglin, hijo del elfo oscuro Eöl, y permite el paso de los orcos a Goldolin, permitiendo que esta se pierda para siempre.

Earendil y Elwing escapan de Doriath y de Goldolin y fundan su propio reino, que desembocará en la creación de Gondor, gracias a sus hijos: Elrond y Elros.

Y cuando todo hubo terminado, el tesoro de Doriath se hundió en el Río Ascar, y desde ese momento el rio tuvo nuevo nombre: Rathlóriel, el lecho de Oro, pero Beren tomó Nauglamir, y volvió a Tol Galen. Poco alivió la pena de Lúthien enterarse de que el señor de Nogrod había muerto y con él los enanos, pero se dice y se canta que Lúthien, engalanada con el collar y la joya inmortal, era la visión más bella y gloriosa que se hubiera contemplado alguna vez fuera del reino de Valinor. Y por breve tiempo, la Tierra de los Muertos que Viven, pareció la visión de la tierra de los Valar, y desde entonces ningún sitio fue más hermoso, tan fértil y tan lleno de luz.

Morgoth es derrotado al fin en la Guerra de la Cólera, y da comienzo la Segunda Edad, con el levantamiento de una isla entre la tierra de los hombres y la tierra sagrada de Valinor, a la que tienen prohibido viajar. Durante milenios, la descendencia de Elros mantiene la paz con las fuerzas del mal que se incrustan en la tierra por medio de Sauron, quien aparece de nuevo en el año 1200 de la Segunda Era para ejecutar su malvado plan.

Al fin quedó Morgoth acorralado y acobardado. Huyó a la más profunda de sus minas y pidió la paz y el perdón; pero los pies le fueron rebanados desde abajo, y fue arrojado al suelo de bruces. Luego fue atado con la cadena de Angainor, que él había llevado en otro tiempo, y de la corona de hierro le hicieron un collar y le hundieron la cabeza entre las rodillas. Y los dos Silmarils que Morgoth conservaba se los quitaron y brillaron inmaculados bajo el cielo, y Eönwë los recogió y los guardó.

Por su parte, el destino de lo Silmarils es ambivalente y, sin embargo, muy similar. Los tres Silmarills son recuperados por los únicos descedientes de Fëanor, que habían prometido que recuperarían la gloria de su padre. Al entrar en contacto con las joyas, los hijos pierden la cordura y se dan cuenta de que el tesoro que durante tantos años habían perseguido, no les pertenece ahora, y que no son dignos de portarlas:

Pero Eönwë no permitió la matanza de los hijos de Fëanor y sin que nadie los molestase huyeron lejos. Cada uno de ellos llevó lejos uno de los Silmarils, porque dijeron: —Puesto que uno se nos ha perdido [lo tiene Elwing], y solo nos quedan dos, y solo tú y yo de nuestros hermanos, la voluntad del destino es clara: quiere que compartamos la reliquia de nuestro padre. Pero la joya quemaba la mano de Maedrhros con un dolor insoportable; y entendió que era como había dicho Eönwë, y que no tenía derecho al Silmaril, y que el juramento no servía de nada. Y lleno de angustia y desesperación se arrojó al mar, y así llegó a su fin, y el Silmaril que llevaba quedó sepultado en las entrañas de la Tierra. Y se dice que Maglor no pudo resistir el dolor con el que el Silmaril lo atormentaba, y lo arrojó por fin al mar, y que desde entonces anduvo sin rumbo por las costas cantando junto a las olas con dolor y remordimiento. Y así fue que los Silmarils encontraron su prologado hogar: uno en los aires del cielo, y uno en los fuegos del corazón del mundo, y uno en las aguas profundas.

LOS ANILLOS DE PODER

Sauron forja los anillos de poder, que corrompen a aquellos que los llevan y conoce a través de su magia las intenciones de todos los pueblos. Los enanos, por su tozudez, no dejan a Sauron contemplar su interior, los Elfos, por miedo, esconden sus anillos. Pero los hombres, más débiles a la ambición, atesoran los anillos y adoran a Sauron, convirtiéndose en errantes caballeros defensores de Sauron, llamaros también Nazgul.

En esta Edad, Sauron se levantó de nuevo en la Tierra Media y creció y regresó al mal en que Morgoth lo había criado, ganando el poder mientras lo servía. Ya en los días de Tar-Minastir, el undécimo rey de Númenor, había fortificado la tierra de Mordor y había construido la torre de Barad-Dûr y en adelante luchó siempre por el dominio de la Tierra Media.

Crea análogamente el anillo único, con el que gobierna a todos los demás, como dice el anatema de Tolkien. Desde Mordor, observa el vasto poder que está reuniendo Ar-Pharazon, rey de Númenor, y ante la sorpresa de todos, decide rendirse para servir al dirigente de la isla. No es más que una estratagema para conocer por dentro el funcionamiento de la ciudad, una que ya no le es rival.

Y Sauron odiaba a los Numenoreanos a causa de los hechos de sus padres y de su antigua alianza con los Elfos y su fidelidad a los Valar; tampoco olvidaba la ayuda que Tar-Minastir había prestado a Gil-Galad tiempo atrás, cuando el Anillo Único fue forjado, y hubo guerra entre Sauron y los Elfos de Eriador. Sin embargo, Sauron fue siempre engañoso, y se dice que entre los que sedujo con los nueve anillos, tres eran grandes señores de la raza de Númenos. Y cuando se levantaron los Ulairi, que eran los Nazgul, espectros del anillo, emprendió un asalto de las fortalezas de los numenoranos en las costas del mar.

Númenor desparece, corrompida también por Sauron, e Ilúvatar cambia para siempre la orografía de la Tierra, prohibiendo a los Elfos y Hombres alcanzar Valinor, escondiéndola en los confines del mundo. De esa manera los Valar dejan de ser coevos de los hombres para ser deidades inalcanzables.

Porque el mismo Sauron sintió gran temor ante la ira de los Valar, y el hado que Eru había impuesto en la tierra y al mar. No había imaginado nada semejante, pues solo había esperado la muerte de los Numenoreanos, y la derrota del orgulloso rey. Y Sauron, sentado en la silla negra en medio del Templo, había reído cuando oyó las trompetas de Ar-Pharazón que llamaban al combate, y otra vez había reído cuando oyó el trueno de la tormenta; y una tercera vez, mientras reía pensando en lo que haría en el mundo, ahora que se había desembarazado de los Edain para siempre, fue sorprendido bruscamente y el asiento y el Tempo cayeron al abismo. Pero Sauron no era de carne mortal, y aunque había sido despojado de la forma en que hiciera tanto daño, de modo que ya nunca podría lucir una hermosa figura ante los ojos de los hombres, su espíritu se alzó desde las profundidades y pasó como una sombra y un viento negro, sobre el mar, y llegó de vuelta a la Tierra Media y a Mordor, que era su morada. Se instaló de nuevo en Barad-Dûr, se puso el Gran Anillo y vivió allí, oscuro y silencioso, hasta que se dio a sí mismo una nueva forma, una imagen visible de malicia y odio, y el ojo de Sauron el terrible pocos podrían soportarlo.

Sauron reúne al mayor ejército de orcos para doblegar al resto del mundo. Sin embargo, la alianza entre enanos, Eflos y Hombres lo derrota a las faldas del Monte del Destino en la famosa batalla que pone fin a la Segunda Edad. Arrebata el anillo a Sauron e Isildur decide quedárselo, corrompido por el poder que le promete.

Entonces Gil-Galad y Elendil entraron en Mordor, y rodearon la fortaleza de Sauron, y la sitiaron durante siete años, y sufrieron dolorosas pérdidas de fuego, los dardos, y las saetas del Enemigo, y Sauron se resistía acosándolos. Allí, en el valle de Gorgoroth, Anárion hijo de Elendil fue muerto, y también otros muchos. Pero por último el sitio fue tan riguroso que Sauron salió, y luchó con Gil-Galad y con Elendil y los mató a ambos, y cuando Elendil cayó la espada, se le quebró bajo el cuerpo. Pero Sauron también fue derribado, y con la empuñadura desprendida de Narsil, Isildur cortó el anillo de la mano de Sauron, y lo tomó. Entonces Sauron quedó vencido por el momento; y abandonó el cuerpo y su espíritu a espacios distantes, y se escondió en sitios baldíos y durante largos años no volvió a tener forma visible.

El resto, como seguro adivinarán, es historia y ya es por todos conocida. Se ha desmigado en El Hobbit, y en El señor de los anillos, cuyos análisis pertenecen a los artículos pertinentes. Cabe destacar que este somero resumen solo sirve para realizar un acercamiento muy superficial, pues el Silmarillión, dentro de su grandeza narrativa, no es sino un resumen, también visto desde una perspectiva holística, de los libros que componen la Historia de la Tierra Media, compuestos por 13 volúmenes que Minotauro y Booket se están encargando de recuperar.

Otras historias orbitales, como la de  Los Hijos de Hurin, Beren y Luthien, La Caída de Gondolin, o la Caída de Númenor, poseen sus libros propios, donde se explican al detalle las aventuras de sus protagonistas, y magistralmente traducidos al español por autores como Martin Simonson o Raúl Montero Gilete.

Como corolario, la redacción de Literatura Diderot pretende ofrecerles un esquema visual y un árbol genealógico de los personajes del Silmarillión que se publicará más adelante. Mientras tanto, vivan aventuras inesperadas y confíen en sus compañeros, los lectores, que nosotros nos encargaremos de traerles a ustedes los análisis literarios correspondientes.

Ítem Calificación
1. DESCRIPCIÓN5/10
2. MADUREZ NARRATIVA6/10
3. RIQUEZA LINGÜÍSTICA7/10
4. DESARROLLO DE PERSONAJES / PLANTEAMIENTO DE LAS TESIS Y/O PROTAGONISTAS7/10
5. HISTORIA / TRAMA / CONDUCCIÓN DEL ENSAYO8/10
6. DESENLACE / FINAL DEL ENSAYO8/10
7. DIÁLOGOS / RELACIÓN ENTRE PERSONAJES / CALADO DE LOS PERSONAJES7/10
8. PROFUNDIDAD Y SIMBOLOGÍA7/10
9. UNIVERSALIDAD / IMPACTO EN UNA SOCIEDAD7/10
10. RELEVANCIA HISTÓRICA EN SU CONTEXTO7/10
Total 71/100