EL COLOQUIO DE LOS PERROS

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El coloquio de los perros

No les aburriré con prolegómenos sobre la vida de Cervantes, pues tan solo deseo contextualizar su estancia en lo que entonces fue la Capital del España, allá por el siglo XVII, cuando las Cortes Generales se mudaron desde Madrid por la insistencia del Duque de Lerma. En ese periodo, Cervantes se afincó en lo que hoy es su Casa Museo, que les convido visitar, pues su atractivo turístico es innegable, pero el cultural desborda por encima de todo. Allí escribió una de sus novelitas más famosas: El Coloquio de los Perros, que pretendo diseccionar sin anestesia.

El Coloquio de los Perros narra una divertida pero irónica conversación entre dos perros, Berganza y Cipión, que es transcrita de los recuerdos del alférez Campuzano, que escuchó sus vocablos cuando estaba en la cama del Hospital de la Resurrección de Valladolid, mientras recibía tratamiento debido a unas fuertes fiebres.

La novela es una continua alusión a la febril sensación de idealismo, criticando esta particular condición del ser humano, que es representativa de muchos de los personajes.

Pero, más que analizar la obra, que de ello ya se han encargado muchos expertos literarios, yo me dispongo a exponer las referencias a Valladolid, para que cualquier oriundo paseante solitario, o que goce de la compañía de un amigo o pareja, pueda recorrer la ciudad con todos sus sentidos fijados en los lugares en los que se basó Miguel de Cervantes para elaborar sus complejas pero satíricas Novelas Ejemplares.

Cipión y Berganza

Pues bien, el Hospital de la Resurrección, donde se guarecen los perros Berganza y Cipión, ocupaba por aquel entonces una superficie gigantesca. Disfruten de la transición, moviendo hacia un lado y hacia el otro la línea divisoria de la fotografía superior, para observar su magnitud

Y observen, mediante la magia de la transición, que la casa de Cervantes, sin alterar la perspectiva de la fotografía aérea, estaba sita a escasos metros del Hospital de la Resurrección. Eso seguro que hubo de influir en que situase la acción del coloquio en aquel lugar. La estatua del Cristo resucitado presidía la portada del Hospital y, si se fijan bien, al pasar por la Casa Museo de Miguel de Cervantes de Valladolid, la verán incrustada en una de las paredes que conforman el jardín delantero de la casa en la que habitó.

Sigamos ahora con la primera frase de la novelita, que hace referencia a Alonso de Mahudes.

“Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, a quién comúnmente llaman Los Perros de Mahudes”.

Un gran vínculo con Valladolid

Alonso de Mahudes era un sintecho que recorría las calles de Valladolid aprovechando la nocturna estampa de la capital española. Era muy conocido por los habitantes de la época y siempre le acompañaban dos perros. Pedía limosna a las puertas del Hospital de la Resurrección. Pero, he aquí una teoría rompedora que podría simbolizar un error en la narrativa de Cervantes.

Los últimos estudios han demostrado, y así se ha determinado gracias a estos documentos encontrados en el Archivo del Hospital de los Desamparados, que reconocen a un tal Luis de Mahudes como sintecho con el beneficio de poder solicitar dádivas a los más afortunados. Por otra parte, Alonso de Mahudes pudiera hacer referencia a un hombre de Grajal de Campos (León) que llegaría al Hospital de la Resurrección en mal estado prometiendo a Dios legar todas sus pertenencias al lugar en el que se hallaba como paciente.

El alférez Campuzano, que escucha a los perros debatir bajo su cama, y luego narra sus curiosas aventuras, es un personaje que, durante el siglo XIX, fue considerado real, basado en alguna persona del entorno de Cervantes. Pero ha sido desmentido recientemente, pues su idiosincrasia es la de otro de esos personajes cervantinos, que se convierte, de campesino a soldado y que adquiere una incredulidad y un idealismo fuera de lo común, siempre criticado en el manco de Lepanto.

Aparece, tal y como nos recuerdan también en la página oficial de la Casa Museo de Miguel de Cervantes, en la novela “El Casamiento Engañoso”, donde es uno de los protagonistas, haciendo también alusión al Hospital de la Resurrección, donde se recuperará después de sífilis mediante sudores, tal y como reconoce Cipión:

“Berganza.- Advierte primero si nos oye alguno. Cipión.- Ninguno, a lo que creo, puesto que aquí cerca está un soldado tomando sudores, pero en esta sazón más estará para dormir que para ponerse a escuchar a nadie.”

Cervantes hace también alusión a un detalle que debemos tener en cuenta. Como sabrán, Valladolid, tanto durante su capitalidad como antes y después, fue la cuna de varios nuevos autores, y, sobre todo, de editores que publicaron grandes obras.

Las «Novelas ejemplares» publicadas en 1613 constituyen, según indica el mismo autor, el primer ejemplo de relato corto en la literatura castellana, de acuerdo con el significado en esa época de la palabra «novela». Entre las 12 que componen la colección se encuentran señaladas diferencias; algunas están próximas a modelos italianos, otras suponen una notable profundización tanto psicológica y social como estilística, todas son pequeñas obras maestras concebidas por el genio de Cervantes. La presente edición de Harry Sieber sigue fielmente la príncipe de Juan de la Cuesta y corrige sus erratas.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

“Berganza.- [...] lo que había oído contar de la vida de los pastores; a lo menos, de aquellos que la dama de mi amo leía en unos libros cuando yo iba a su casa, que todos trataban de pastores y pastoras, diciendo que se les pasaba toda la vida cantando y tañendo con gaitas, zampoñas, rabeles y chirumbelas y otros instrumentos extraordinarios”.

Sin lugar a dudas, Cervantes se refiere aquí a la novela pastoril y, más concretamente a La Diana (1559), de Jorge de Montemayor, que tuvo un gran impacto a finales del siglo XVI y principios del siguiente. Pero hay una relación entre la Diana y Valladolid que han de conocer: Aprovechando el boom de las novelas pastoriles y el gran auge de las imprentas vallisoletanas, La Diana fue ampliada en Valladolid en 1561, introduciendo, según varios estudios, cambios que luego se reprodujeron en ediciones posteriores y que han llegado a nuestros días, como el de la aparición de una breve novela morisca, “El Abencerraje”, para entretener a los pastores en el palacio de Felismena, como colofón al libro IV.

Se dice que el propio Montemayor pudo haber añadido este fragmento, pero también pudo ser obra de un impresor, que se aprovechase de la situación convulsa entre ambos sectores de la población, dato que también señala Cervantes en El Coloquio de los Perros, aunque siendo magnánimo con la figura del morisco, en este caso.

Después de relatar sus aventuras, Berganza asegura que llegó a Valladolid siguiendo a una compañía que llegó a la ciudad. Luego se acogió a sagrado, refugiándose en el Hospital de la Resurrección, regentado por los hermanos de San Juan de Dios y cierra el círculo que dio comienzo al inicio de la obra.

Campuzano se recupera y, tras asegurar que la conversación entre los perros pudo haber tenido lugar o no, recorre el Espolón, zona que hoy resulta ser un gratificante paseo a la vera del Pisuerga y que fue el antecesor de Las Moreras. Aquí pueden ver cómo era antes, en un ilustrativo artículo de Jesús Anta.

“Señor alférez, no volvamos más a esa disputa. Yo alcanzo el artificio del Coloquio y la invención, y basta. Vámonos al Espolón, a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento”.