CHARLES BAUDELAIRE

Charles Baudelaire (1821-1867)
Charles Pierre Baudelaire nació en París el 9 de abril de 1821. Su padre, Joseph-François Baudelaire, un exfuncionario del Senado y amante del arte, murió cuando Charles tenía apenas seis años. Este hecho marcó profundamente al joven Baudelaire, tanto por la pérdida como por el posterior matrimonio de su madre con el comandante Jacques Aupick, cuya mentalidad militar y pragmática chocaría toda la vida con la sensibilidad estética y rebelde del poeta.
Educado en el Collège Royal de Lyon y más tarde en el prestigioso Lycée Louis-le-Grand de París, Baudelaire pronto mostró un espíritu díscolo y una inteligencia precoz. A los veinte años fue enviado en un viaje a la India como castigo por su comportamiento licencioso; aunque nunca llegó a destino (el viaje se interrumpió en la isla Mauricio), esta travesía inspiró muchos de sus poemas exóticos. A su regreso, decidió dedicarse por completo a la literatura y la crítica de arte, alejándose de los caminos convencionales que su padrastro había proyectado para él.
Baudelaire llevó una vida bohemia, entregado a la contemplación del arte, la escritura, las mujeres —especialmente la mulata Jeanne Duval, musa constante de su poesía—, el hachís y el opio. Esta existencia le pasó factura tanto física como económicamente: vivió endeudado, con salud frágil, y acosado por editores y acreedores. En 1857 publicó su obra más emblemática, Les Fleurs du mal (Las flores del mal), una colección poética que causó escándalo inmediato por sus temas considerados inmorales, como el erotismo, la melancolía, la muerte y la decadencia espiritual. Se le impuso una multa y se censuraron seis poemas. Aun así, la obra se convirtió en una piedra angular de la poesía moderna, influyendo decisivamente en el simbolismo y el decadentismo europeo.
En los últimos años de su vida, Baudelaire viajó a Bélgica en un intento fallido de mejorar su situación económica. Allí sufrió un accidente cerebrovascular en 1866 que le dejó parcialmente paralizado y con problemas del habla. Murió en París el 31 de agosto de 1867, a los 46 años. Hoy es reconocido como uno de los grandes renovadores de la poesía universal.
Curiosidades de Baudelaire
Cuando Baudelaire publicó Las flores del mal, el escándalo no se hizo esperar. El 20 de agosto de 1857 fue condenado junto a su editor por «ofensas a la moral pública y a las buenas costumbres». Se le impuso una multa de 300 francos (más tarde reducida a 50) y se ordenó la supresión de seis poemas, entre ellos “Lesbos” y “Las joyas”. El fiscal del caso dijo que los poemas contenían “pinturas demasiado vivas, con una potencia de expresión y una fuerza real de evocación que excitan los sentidos bajo la apariencia de una delicadeza artística”. La condena pesó sobre Baudelaire durante años, hasta que en 1949 —más de ochenta años después de su muerte— el fallo fue anulado por la Corte de Casación francesa.
Jeanne Duval, actriz y bailarina haitiana, fue una figura esencial en la vida de Baudelaire. La conoció en torno a 1842 y convivió intermitentemente con ella durante dos décadas. Jeanne fue su musa y aparece en muchos poemas con matices contradictorios: como figura erótica, símbolo de decadencia o incluso como fatalidad. Baudelaire la amaba y la despreciaba, y llegó a referirse a ella como «Venus negra», expresión que resume su mezcla de fascinación y repulsión. Ella también lo cuidó durante algunas de sus crisis de salud, aunque la relación fue tan destructiva como apasionada. En sus cartas, Baudelaire se quejaba de sus infidelidades y de su influencia venenosa, pero jamás pudo desligarse emocionalmente de ella.
Baudelaire no fue un adicto inconsciente: formó parte del Club des Hashischins (Club de los Haschischins), fundado por Théophile Gautier en 1844, en el que varios intelectuales parisinos experimentaban con sustancias para explorar los estados alterados de conciencia. Aunque probó el hachís y el opio, Baudelaire fue más escéptico que entusiasta. En su Paraísos artificiales (1860), analiza los efectos del hachís y el opio, no desde la exaltación, sino desde la reflexión filosófica. Consideraba que el uso prolongado de drogas afectaba la voluntad y alejaba del arte verdadero. Fue, en cierto sentido, un visionario que anticipó una crítica moderna a la dependencia química como huida de la realidad.
Baudelaire se sintió inmediatamente identificado con la obra de Edgar Allan Poe, a quien descubrió hacia 1847. No solo compartían el gusto por lo macabro y lo sombrío, sino también una visión estética de la belleza ligada al mal y a la muerte. Tradujo casi toda la obra de Poe al francés, incluyendo los cuentos reunidos en Histoires extraordinaires y Nouvelles histoires extraordinaires, y defendió su figura contra las críticas. Baudelaire consideraba que la obra de Poe le permitía justificar su propia concepción del arte como exploración de lo tenebroso. Su labor traductora no solo acercó a Poe al público europeo, sino que también cimentó su reputación literaria.
Baudelaire dio forma literaria a un concepto existencial: el spleen, una mezcla de aburrimiento, melancolía y repulsión hacia la vida cotidiana. Este término, importado del inglés, se convirtió en emblema de su poesía. Para él, el poeta era un albatros —como en su célebre poema—: majestuoso en el aire, pero torpe y ridículo en tierra. Esa imagen del poeta como visionario inadaptado, incomprendido por la sociedad, fue crucial para el desarrollo de la figura del «poeta maldito», que inspiraría a Verlaine, Rimbaud, Mallarmé y toda la poesía simbolista y decadentista posterior.
En 1866, durante su estancia en Bélgica, Baudelaire sufrió un ictus que le causó afasia y parálisis parcial. Incapaz de hablar y escribir con normalidad, pasó sus últimos meses de vida en la clínica de los Padres Agustinos en París, bajo los cuidados de su madre. Murió en 1867 sin haber recuperado nunca la palabra. Paradójicamente, el poeta que había hecho del verbo su más alta forma de expresión murió en silencio. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse. En su tumba, también yacen sus padres, como símbolo trágico de una vida siempre atrapada entre el amor filial, la rebelión y la búsqueda del arte absoluto.
Baudelaire y los surrealistas
Le quedaban diez años de vida que iban a ser con raras excepciones una sucesión de incomprensiones y fracasos sigue traduciendo a Poe. Las flores del mal se reeditan con poemas nuevos; parte de los poemas en prosas se reúnen bajo el título El spleen de París pero tienen una acogida muy fría. Tampoco las conferencias que va a dar en Bruselas tienen éxito y piensa vengarse escribiendo un libro contra los belgas.
Los síntomas de su enfermedad venérea se hacen más alarmantes y su vida con Duval es un verdadero infierno. Encontrándose en Bélgica tiene una noticia de que unos jóvenes poetas de veintitantos años un tal Mallarmé y un tal Verlaine le colman de elogios; el poeta maldito tiene pues unos discípulos lo cual como tal poeta maldito no parece complacerle demasiado: “esos jóvenes me dan miedo atroz no hay nada que me guste más que estar solo”. Escribe y muy pronto la soledad va a adquirir tonalidades trágicas: su mal progresa con gran rapidez y su consecuencia es la parálisis y la afasia creciente. Hospitalizado en Bruselas sacude su madre que tiene 72 años y en julio del 1866 se le trasladó ingresado en una clínica hidroterapia del barrio de Chaillot. En esa clínica sin haberse recuperado el uso de palabra pero conservando toda su lucidez muerte el 31 de agosto de 1867 (Enciclopedia literaria Tomo 4 p. 236)
OBRAS
Con el poema en prosa, Charles Baudelaire (1821-1867) quiso explorar una nuevo forma poética que, alejándose del corsé métrico, fuera asimismo capaz de acomodarse «a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia». Redactadas entre 1852 y 1867, las cincuenta piezas que configuran «El esplín de París» son la cara complementaria, el reverso en prosa de «Las flores del mal» -libro también publicado en esta colección-, pues en definitiva ambas obras manan de una misma sensibilidad poética en la que el tedio, la soledad, la cólera, la angustia existencial, el demonio, la muerte, se entremezclan indisolublemente con el luminoso Ideal.
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*
Envuelta en escándalo en el momento de su aparición (la primera edición, en 1857, padeció la supresión de los seis célebres poemas condenados por el Tribunal Correccional de París), «Las flores del mal» inauguró una poética innovadora que se traduce en la búsqueda de la musicalidad del poema, en la audacia de la imagen y en el famoso sistema de «correspondencias» que habría de dar origen al movimiento simbolista. Desgarrada entre la sensualidad y el espiritualismo, entre la atracción de la belleza y el poder del mal, la poesía de Charles Baudelaire (1821-1867) -trasladada de forma exquisita al castellano en la presente traducción- se enraíza en la soledad del hombre contemporáneo. V
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*
Como bien detectó en su momento Walter Benjamin, Charles Baudelaire (1821-1867) encarnó todas las tensiones y contradicciones de la modernidad, época (en el sentido lato de la palabra) de la cual fue uno de los principales alumbradores. Obra clave para la historia cultural del mundo contemporáneo, El pintor de la vida moderna (1863), objeto de múltiples interpretaciones desde el momento de su publicación, toma como pretexto la labor del «Sr. G.» (el hoy olvidado Constantin Guys) para poner sobre el tapete de forma sutil las numerosas tensiones aludidas tanto en el ámbito de la sociedad, como en los del arte y de la estética.
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*
El afán de Baudelaire por romper con los moldes poéticos románticos le lleva a buscar una «modernidad» que finalmente encuentra en el reflejo de la vida urbana expresada a través del «poema en prosa». En esta edición, junto a «Pequeños Poemas en Prosa», aparece «Los Paraísos Artificiales». Si la primera es un reflejo de la vida parisina, «tan fecunda en asuntos poéticos y maravillosos», la segunda es todo un culto al placer como expresión de una vitalidad en la que está implícito el germen de la destrucción del propio placer: la degeneración y la podredumbre.
*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*