BLAISE PASCAL

Blaise Pascal (1623-1662)
Blaise Pascal nace el 19 de junio de 1623 en Clermont-Ferrand, Francia. Es hijo de Étienne Pascal, un magistrado y matemático aficionado, y de Antoinette Begon, quien fallece cuando Blaise tenía apenas tres años. Tras la muerte de su madre, su padre decide trasladarse con sus hijos a París y dedicarse personalmente a su educación, al considerar que los métodos tradicionales no eran adecuados para la capacidad intelectual de Blaise.
A lo largo de su vida, Pascal se dedica a la matemática, la física y la filosofía. A los dieciocho años, para ayudar a su padre, que había sido nombrado recaudador de impuestos, inventa la Pascalina, una de las primeras calculadoras mecánicas de la historia. Más tarde, desarrolla importantes estudios sobre la presión atmosférica, confirmando la teoría de Torricelli mediante experimentos en el Puy de Dôme.
Su obra más famosa, «Pensamientos» (póstuma, 1670), es una recopilación de reflexiones filosóficas y teológicas que buscaban defender el cristianismo frente al escepticismo. En este texto aparece su célebre «apuesta de Pascal», un argumento pragmático a favor de la fe. También destaca «Las cartas provinciales» (1656-1657), una serie de escritos satíricos contra los jesuitas que influyeron profundamente en la prosa francesa y en la retórica política.
A partir de 1654, Pascal experimenta una crisis espiritual tras lo que describe como una «noche de fuego», una revelación mística que lo acerca al jansenismo, un movimiento católico austero y riguroso. Se vincula al convento de Port-Royal, donde se rodea de pensadores religiosos como Antoine Arnauld.
Blaise Pascal muere el 19 de agosto de 1662, en París, a los 39 años, tras años de problemas de salud agravados por su ascetismo extremo.
Curiosidades de Pascal
Pascal es conocido por su brillante capacidad para conciliar el rigor lógico con la intuición filosófica. Su trabajo en probabilidad, en colaboración con Pierre de Fermat, sentó las bases de la teoría moderna del azar. Además, sus contribuciones a la hidrostática, como el principio de Pascal, siguen siendo fundamentales en la física.
Desde joven, Pascal demuestra una inteligencia prodigiosa, especialmente en matemáticas y física. A los doce años, sin haber recibido formación en geometría, redescubre por sí mismo algunos teoremas de Euclides, lo que deja perplejo a su padre. Ante esto, Étienne le permite estudiar matemáticas formalmente, y poco después el joven Blaise comienza a frecuentar el círculo de los intelectuales parisinos.
A los dieciséis años, Pascal escribe su primer tratado, «Ensayo sobre las cónicas» (1640), en el que introduce el célebre teorema de Pascal, que establece propiedades fundamentales sobre los hexágonos inscritos en cónicas. Impresionado, el matemático Girard Desargues se convierte en su mentor y guía en el estudio de la geometría proyectiva.
Es durante estos años cuando entra en contacto con Marin Mersenne, epicentro de los intercambios científicos en la Francia del siglo XVII. A través de Mersenne, Pascal entabla relación con figuras como Pierre Gassendi y René Descartes. Este último, al conocer los primeros trabajos del joven Blaise, duda de que hayan sido escritos por alguien tan joven, aunque finalmente reconoce su genio.
Pascal tuvo una relación ambivalente con Descartes. Mientras el filósofo veía el universo como una maquinaria regida por leyes matemáticas, Pascal sostenía que la razón tenía límites y que la fe era necesaria para comprender ciertas verdades. A pesar de sus diferencias, Descartes lo respetaba, aunque en una ocasión desestimó su trabajo sobre la presión atmosférica con un despectivo «eso no es nada».
Su invención de la Pascalina fue revolucionaria, pero no tuvo el éxito comercial esperado debido a la complejidad de su mecanismo. Sin embargo, es un antecedente directo de las calculadoras modernas.
Se dice que, en sus últimos años, Pascal evitaba cualquier tipo de comodidad, incluso rechazando un colchón más suave, pues consideraba que el sufrimiento acercaba a Dios. Esta visión extrema de la vida contrasta con su aguda inteligencia científica, lo que hace de Pascal una de las figuras más fascinantes del siglo XVII.
OBRAS
Para Pascal la tarea a la que nos dedicamos con mayor denuedo, esa en la que nos proyectamos con toda la intensidad de nuestra existencia, la de buscarle el sentido a la vida, no es que sea incierta o quede irresuelta, a falta de mejores talentos o mayores conocimientos, es que es vana de suyo. Esta tragedia existencial, que seamos fútiles, por si no fuera poco ser fugaces, aboca según Pascal a que tengamos que decidir entre la diversión y la muerte.
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