SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
Comenzamos con el análisis de la obra de Remarque. Una auténtica odisea monumental que desgrana con virtud los entresijos de la guerra de trincheras de la que fueron víctimas los soldados durante la segunda guerra mundial.
Uno de los principales argumentos a favor de esta obra que quizás engaña al lector en primera instancia, es que la política ocupa un lugar mediocre y servicial en comparación a otros temas más, genuinamente vulgares en la rutina vital de una persona, necesarios. Desde un primer momento, desconocemos tanto la identidad del protagonista, que tan solo nos ofrece su edad, y su ideología política o a qué bando pertenece. Por supuesto, se sabe, por el contexto de la misma, que sí que la guerra ocupa una gran parte del guion argumental del libro, pero no sabemos tampoco que ideales defiende ni si está afiliado a un partido extremista o en cambio, sigue a pies juntillas los pensamientos de los aliados.
Ese eso uno los caracteres de importancia que reserva el libro para el lector. Alejar el prejuicio del mismo y dotar a Paul, su protagonista, de una oportunidad sin que el lector juzgue sus inclinaciones políticas.
Otro recurso, que choca con nuestra interpretación mientras las hojas del libro van cayendo, es la alusión constante, que se realiza a lo largo de la primera mitad de la novela, a la juventud de los soldados. En varias ocasiones, esta perfecta analogía sugiere la pertenencia de todos los seres humanos a ese inmutable estado de estatismo que significa la infancia para nosotros y los resquicios que permanecen en nuestros ojos y en la mirada que una vez los habitó.
¡Juventud! Ninguno de nosotros tiene más de 20 años, pero somos jóvenes, nuestra juventud hace tiempo que pasó. Somos viejos.
Erich María Remarque
¿De qué trata Sin Novedad en el Frente?
¡Qué bellas contradicciones atesoran en el corazón de los hombres los recuerdos de juventud! Todos los soldados, que un día fueron igual de jóvenes que el más pequeño de los infantes, poseen esa mirada que Paul observa desde la lejanía, sintiéndose un privilegiado pues, aunque los más ancianos, de casi cuarenta años, tienden a rememorar esos instantes de juventud, él los vive en primera persona, sintiéndose verdugo de una vida propia pues, aquellos que le miran, tuvieron juventud, y él la desperdicia con cada paso que recorre hacia el frente.
Su juventud les ha sido robada y ahora, carcomida, observa cómo la dirigiere el egocentrismo y la megalomanía que posee al soldado. Son viejos en cuerpos de jóvenes, que solo desean volver a su hogar pare reunirse con la añorada madre.
Una síntesis muy específica pero sutil de la primera parte de la novela.
Aparecen y desaparecen, los compañeros que a su lado se presentan. Como si las garras del destino así lo hubieran presagiado, Paul es testigo de la marcha de sus amigos, y la aparición de enemigos que hacen de su vida un verdadero infierno. Pero en el frente todos son compañeros, y Paul es testigo de las negligentes acciones que los soldados están obligados a realizar por su condición de hormigas.
La trama que se desarrolla con Kremmerich y la relación que también mantiene con otros compañeros, es tarea del lector descubrirla, pues, como dinámica fundamental de estas secciones de Análisis, nos centramos en la interpretación del texto, dejando a un lado la trama y los posibles resúmenes que cualquier indagador novel puede encontrar en la web.
Después de meses en el frente, Paul recibe, por segunda vez (aunque la primera para el lector) un permiso para visitar a su familia y entran en conflicto dos de las personalidades ocultas del protagonista. El cariño que desprende hacia su familia, hacia su hogar, hacia su pueblo, es contraproducente, ya que muy pronto se dará cuenta de que ha extrañado ese lugar a su gente por una cuestión de protección personal, olvidando de esta manera el amor hacia un vínculo que en la guerra lo habría destrozado.
Aparece la figura freudiana; la madre. Este personaje es fundamental para comprender la fuerza que emana de las caricias de todos los demás compañeros de Paul y su vinculación con otras particularidades de las personalidades de sus semejantes (se verá más adelante en su unión con Kat)
La Madre, con mayúscula, es símbolo de regreso. Es trascendental para el desarrollo del personaje y es un recuerdo de ese instante infantil en el que todo cambia para convertir a la masa sanguinolenta de los infantes se convierte en una argamasa de responsabilidades y de orgullo.
Hoy en nuestra familia nunca hemos sido demasiado cariñosos, no es habitual en gente pobre que trabaja mucho y tiene muchas preocupaciones. Por otra parte, estoy convencido de que el bote de confitura de arándanos es el único que ha habido en la casa desde hace meses y que lo han guardado para mí lo mismo que las galletas que me ofrece algo rancias ya seguro que las consiguió en alguna ocasión excepcional y las guardó enseguida pensando en mí . Estoy sentado al lado de su cama y a través de la ventana veo brillar el marrón y oro de los castaños del bar que hay enfrente respiro de espacio profundamente y me digo estás en casa. Estás en casa.
Erich María Remarque
Un clásico de la literatura antimilitarista que narra con excepcional dramatismo y veracidad la existencia cotidiana de un soldado durante la primera guerra mundial.6ª edición de esta obra
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
El hogar; ese alegórico remanente de vida. Para Remarke, esta es la sentimental vuelta al inicio, y con ella, despiertan los fantasmas de un pasado que le recuerda lo feliz que fue una vez y la realidad que tiene que afrontar una vez vuelva al campo de batalla. Al fin y al cabo, como verán ustedes a continuación, volver a casa es una de las peores ideas que puede tener un soldado.
Así permanecerá todo si tengo suerte cuando la guerra termine y yo regrese para siempre me sentaré igual que ahora contemplando y aguadando. Estoy inquieto pero no quisiera estarlo porque no hay motivo. Quiero sentir de nuevo esa serena atracción, esa sensación de un fuerte e indefendible impulso como antes cuando me ponía delante de mis libros. El fuego de deseos que provocaban entonces los lomos multicolores debe envolverme de nuevo; debe fundir el pesado bloque de plomo que llevo dentro y despertar de nuevo en mí aquella impaciencia por el porvenir aquella alegría alada que sentía respecto al mundo de los pensamientos. Quiero que me restituya la perdida capacidad de entregar mi juventud. Estoy sentado, esperando.
Erich María Remarque
Pero debe volver al frente, y para ello, debe soñar con el regreso algún día, dejando atrás a su madre y a su familia, que es devorada por la enfermedad y el olvido de un guerra.
¡Ah, madre!, Para ti soy todavía un niño…, ¿por qué no puedo apoyar mi cabeza en tu regazo y llorar? ¿Por qué siempre tengo que ser el más fuerte y el más sereno? Yo también quisiera llorar alguna vez y ser consolado. En realidad no soy mucho más que un niño; en el armario todavía está colgado mi pantalón corto. ¡Hace tan poco tiempo de eso! ¿Por qué ha pasado ya?
Erich María Remarque
Un clásico de la literatura antimilitarista que narra con excepcional dramatismo y veracidad la existencia cotidiana de un soldado durante la primera guerra mundial.6ª edición de esta obra
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
Esa nostalgia del recuerdo materno, de la infancia y de la adolescencia, que se les fue arrebatada a los niños de principios de siglo es fundamental para comprender el relato de Remarque. Su defensa es inapelable y su convicción es eterna. Pase lo que pase, todos añoramos aquella cabezada sobre el pecho materno y todos desearíamos perecer en esta madura experiencia y sentirnos de nuevo protegidos bajo sus benévolos brazos.
Una vez se despide, la madre parece insignificante, pues la realidad es física y biológica y los seres humanos no somos más que inertes masas que vagan por el horizonte dotado de vida:
Qué poca cosa parece en su cama esta mujer que me quiere más que a nada en el mundo.
Erich María Remarque
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Después de años, en verano de 1918, la guerra parece llegar a su fin no sin concluir la historia de todos sus protagonistas. En especial, la de Albert y la de Kat, que han acompañado a Paul desde el inicio de su andadura. Especialmente dura es la despedida con Kat, que otorgo el privilegio al lector del libro, si es que aún no ha conseguido alcanzar ese punto, de conocer el punto y final de esta maravillosa relación que no es sino la proyección de todos los miedos que han despertado el pavor de Paul.
Meses han de pasar tras ello, y Paul cae, igual que cae la guerra, víctima de la depresión que a todos hubo de atacar tras haber comprendido lo que allí había ocurrido. Se despide el autor, y se despide también este cronista, que se congratula al anunciar vivimos en un mundo Sin novedad en el Frente:
«Cayó en octubre de 1918, un día tranquilo, tan inactivo en el frente, que el comunicado oficial se limitó a decir que no había novedades en el frente. Cayó boca abajo y quedó como dormido sobre la tierra. Al darle la vuelta pudieron ver que no había sufrido mucho. Su rostro guardaba una expresión tan serena que parecía satisfecho de que las cosas hubieran ocurrido así«.
Erich María Remarque