PEDRO PÁRAMO

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Pedro Páramo

El análisis de Pedro Páramo, obra magna de la literatura latinoamericana, y representante del boom del Realismo Mágico es una tarea compleja y muy delicada. El libro, en su dinamismo formal, en su trasfondo actancial, oculta numerosas referencias y símbolos, muy vinculados a la raigambre mejicana que tampoco deseamos explorar en este artículo por sus connotaciones culturales, y por ese concepto tan pesado de la alteridad que a nosotros se nos escapa.

Recomendamos, para la lectura de Pedro Páramo, la edición para Cátedra Letras Hispánicas de José Carlos González Boixo, quien desgrana con un acercamiento muy prudencial el contenido de la novela sin caer en tropos comparatistas y sin exagerar la búsqueda de un sentido de la obra.

Para contextualizar la obra de manera superficial, debemos saber que México acababa de atravesar la a revolución y estaba aún soportando sus secuelas. El campo, escenario diegético principal, y Comala, en este caso, por su vínculo con el medio rural, estaba golpeado y marcado por la violencia, el abandono y la miseria.

Entre 1926 y 1929 se desarrolla el conflicto entre el gobierno y los grupos ultracatóilcos que defendían la libertad religiosa, en lo que se llamó la Guerra Cristera. Juan Rulfo, autor de la obra, quedó profundamente marcado por estos hechos, que sacudieron su ciudad natal, Jalisco, abriendo una profunda herida que aún hoy cura el pueblo mexicano con puntos de sutura.

A partir de la mitad de siglo, la novela rural se instaura en el consciente colectivo de los mejicanos, consiguiendo que obras como Los de abajo, o Al filo del Agua, con un estilo social y documental llamen la atención de los lectores. Por ello, rompiendo con todo ese realismo, Juan Rulfo irrumpe en el panorama literario para presentar una novela que habla de la búsqueda de respuestas, de orígenes, y de las raíces de Juan Preciado, hijo de un tal Pedro Páramo.

Contexto histórico

La obra pasó inadvertida en un principio, pues muchos lectores, familiarizados con una lectura mucho más lineal, no captaron las sutilezas de la escritura fragmentaria de Rulfo. Fue a partir de los años 60, cuando el Boom experimentaba su máximo apogeo cuando Pedro Páramo dio el salto a la fama, con recomendaciones como las de García Márquez o Jorge Luis Borges.

Juan Rulfo no volvió a publicar ficción, a excepción de algunos relatos sueltos. Por lo que la estela de misticismo y silencio que rodeó a Pedro Páramo alimentó la leyenda de una obra insondable. A la pregunta sobre por qué no escribía más, Rulfo respondió: Ya no tengo nada más que decir.

La obra, analizada con maestría por Boixo, nos ofrece fragmentos sueltos que, descontextualizados, concitan al lector a navegar por un laberinto de recuerdos mezclados con el presente y con el futuro, amén de interacciones con muertos que en un principio, en una primera lectura, son complejas de ubicar. Sin embargo, esta narración tiene sentido cuando la novela se estructura, según palabras de Boixo, en dos bloques claramente diferenciados.

El viaje tendría dos sentidos: 1)la propia identificación (lo que Jung denomina símbolo de trascendencia) de Juan Preciado, y 2) la apertura hacia lo absoluto. La meta del viaje persigue el reencuentro del héroe con el lugar de origen, el espacio abierto hacia lo alto, el centro del mundo al que una vez pertenecemos y del que fuimos arrancados después de la caída.

Una novela dividida en dos bloques

El primer bloque nos presenta a Juan Preciado, hijo de Dolores Preciado, que en el lecho de muerte de su madre, este descubre el paradero de su padre, un tal Pedro Páramo, cacique de Comala. En esta parte, Juan Preciado viaja a Comala para descubrir la historia de su padre y ver, con los ojos de su madre, un paraje majestuoso que es su pueblo natal. Sin embargo, se encuentra con todo lo contrario; un contraste que destaca por sus silencios y por su falta de vida, y a la vez, las voces de los muertos que hablan a Juan. Continuaremos desgranando a continuación.

Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver.

«Desconcertante, lista a inquietar a la crítica, está ya en los escaparates la primera novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, que transcurre en una serie de transposiciones oníricas, ahondando más allá de la muerte de sus personajes, que uno no sabe en qué momento son sueño, vida, fábula, verdad, pero a los que se les oye la voz al través de la perspicacia despiadada y certera de tan sin duda extraordinario escritor». Con estas palabras iniciaba Edmundo Valdés la primera reseña de Pedro Páramo, aparecida el 30 de marzo de 1955 y conservada por Juan Rulfo entre sus papeles.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

La segunda parte de la obra consiste en pasajes analépticos de la vida de Pedro Páramo. Conocemos su adolescencia, la muerte de su padre, la de su madre, y su ascensión a cacique. También comprendemos por qué toma diversas precauciones y las decisiones que toma están alimentadas por una historia oscura y recalcitrante.

Los más de setenta fragmentos de la obra no poseen título ni identificación alguna, por lo que el lector ha de tener la determinación de localizar en cada uno de ellos el germen de la historia y no perderse en la lectura de este clásico literario. Estas partes están indiscriminadamente repartidas por el libro, por lo que en ocasiones nos encontramos diez fragmentos seguidos de la parte uno, los siguientes tres pertenecen a la segunda parte, el siguiente a la primera, a la segunda, luego cinco de la primera, luego treinta de la segunda, etc.

Primera Parte

El apartado narrativo más importante, sin duda alguna, es el primero, donde Juan Preciado narra su historia. Llega a Comala impulsado por las promesas de su madre y en busca de aquello que le es suyo por herencia, pues su madre condena al hijo a exigir a Pedro Páramo todo lo que le negó cuando huyó del pueblo.

En su camino, se topa con el arriero Abundio Martínez, quien asegura conocer a Pedro Páramo, confiando a Juan su secreto: es también su padre. Comala recibe a Juan silente, con la prudencia de aquellos que esperan la muerte y con la tranquilidad de aquellos que ya la han sufrido. Eduviges, una amable mujer anciana, cobija a Juan durante las primeras noches. Eduviges asegura que la madre de Juan la avisó de su llegada, y que se había preparado para darle refugio. En este momento, la sensación de estar atrapado por la novela ya es insoslayable, y sientes que tú mismo, como lector, perteneces a Comala. Las voces, los sonidos y los estertores que el hombre experimenta, pronto tendrán un sentido.

Me di cuenta que su voz estaba hecha de hebras humanas, que su boca tenía dientes y una lengua que se trababa y destrababa al hablar, y que sus ojos eran como todos los ojos de la gente que vive sobre la tierra. Había oscurecido. Volvió a darme las buenas noches. Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces.

Después, Juan abandona a Eduviges y se encuentra con Damiana Cisneros, quien también da al joven oportunidad para dormir bajo techo. Sin embargo, lo que dice no tiene sentido. Eduviges murió hace mucho tiempo. Y esta le había dicho a Juan que el arriero también lo había hecho. Paulatinamente, Juan se encuentra con una pareja desnuda, quienes representan a Adán y a Eva, en su paraíso. Ambos aseguran ser hermanos, sin embargo, Juan siente la tensión entre ellos, y a ella la encuentra preocupada por cuidar del enfermo en el que ya se está convirtiendo el extranjero.

El hombre abandona la casa y la mujer tiene la certeza de que ya no volverá a verle. Juan se introduce en la cama con ella, y esta se convierte en lodo. Juan, en ese momento, ante la locura imantada que desprende el pueblo, se hace presa de él el pánico y es asesinado por sus recuerdos.

Tengo memoria de haber visto algo así como nubes espumosas haciendo remolino sobre mi cabeza y luego enjuagarme con aquella espuma y perderme en su nublazón. Fue lo último que vi. (Los críticos han estado divididos en lo referente a la muerte de Juan Preciado. Para muchos ya cuando llega a Comala es un alma en pena, y esta sería una muerte simbólica. En cambio, otros críticos (y es mi opinión) creen que se trata de la muerte real. En E.P. pregunté a Rulfo sobre esta cuestión y su respuesta fue: “Cuando llega a Comala está vivo. Él muere allí”. Más difícil es la interpretación del episodio de los hermanos que aquí finaliza. Todo parece indicar que están vivos. Sin embargo, en la entrevista, Rulfo manifestó: “no existen, es una alucinación que tiene Juan Preciado dentro del terror mismo. Por ejemplo, se le convierte en un montón de barro, de lodo, la mujer esa. Todo es absurdo, ¿no? Son alucinaciones que él tiene, de que encontró a esta pareja y que esta pareja lo quiso dar alojamiento. Son alucinaciones que preceden a la muerte. Él muere después de que se encuentra, según él, esa pareja, y quiere huir, tiene alucinaciones, el que esa mujer se le convierta en lodo, eso indica que está completamente loco.

Al poco de morir, Juan mantiene una conversación con una mujer que descansa en sus brazos. Es Dorotea, quien comparte la fosa con Juan. Aunque hasta este momento la novela ha tomado un cariz extraño y místico, no podemos asegurar que se trate de nada sobrenatural. Sin embargo, cuando descubrimos que los muertos aún tienen voz, y que escuchan a los que caminan sobre sus tumbas, entendemos que aquel purgatorio que es Comala, en el habitan las voces de aquellos que se fueron, está repleto de vida. Una vida que trasciende lo mortal.

Me senté a esperar la muerte. Después que te encontramos a ti, se resolvieron mis huesos a quedarse quietos. Nadie me hará caso, pensé. Soy algo que no le estorba a nadie. Ya ves, ni siquiera le robé el espacio a la tierra. Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Solo se me ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia? —Siento como si alguien caminara sobre nosotros —Ya déjate de miedos. Nadie t e puede dar ya miedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estar mucho tiempo enterrados.

Cuando, convencidos de que estamos ante una novela de características sensibles, que explora aquello que proviene de ultratumba, podemos relajarnos y empezar a comprender que los episodios experimentados por Juan Preciado tenían sentido, pues tanto Eduviges, el arriero Abundo, y Damiana Cisneros están muertos, y Juan poco a poco pierde la cordura cuando la mujer se transforma en barro.

Escuchamos a Dorotea hablar y nos damos cuenta de que todos ellos, espíritus casi reincidentes, por vivir en un Comala transido a las órdenes de Pedro Páramo, conocen la historia de su padre, y en sus lamentos, como en los de Susana San Juan, escuchamos el testimonio de la segunda parte.

Como ya he apuntado, las partes se encuentran mezcladas, aunque aquí se hayan remitido de manera directa y sin ambages.

El niño, Pedro Páramo, un estertor de vida y de ilusión, observa a Susana San Juan, joven aprehensiva pero muy bella que crece junto al que un día será cacique de Comala. El padre de Páramo, al igual que el de Rulfo, muere en la guerra, y la madre llora desconsolada. Sin embargo, una pregunta surge del hijo, que ve cómo se deshace en sollozos ella:

¿Y a ti quien te mató, madre? (Esta frase, tan enigmática, que parece formar parte de un diálogo entre Pedro Páramo, muchacho y su madre hay que entenderla al mismo nivel en que se producen las interpolaciones de Pedro Páramo sobre Susana. Se trata de la reflexión de P.P, ya viejo, que se superpone en este momento de la narración, como si el personaje hubiese tenido opción a la propia lectura).

Segunda Parte

En esta segunda parte conocemos la historia de Pedro Páramo, de Fulgor Sendano, la mano derecha de Páramo, la reticencia del Padre Rentería, que vio matar a su hermano a manos del hijo legítimo de Páramo, Miguel Páramo, muerto cuando su caballo lo lanzó por los aires, y nos topamos con la irremediable virtud del camino proléptico  de los hombres, que viven al servicio del verso escrito por el artista:

Puede que sí. Recuerdo que se lo trajeron recién, apenas ayer; pero es tan violento y vive tan de prisa, que a veces se me figura que va jugando carreras con el tiempo. Acabará por perder, ya lo verá usted.

Pedro Páramo entra en contacto con varios de los personajes que encontramos en la primera parte. Nos encontramos a una joven Dolores Preciado (madre de Juan), a Damiana Cisneros, quien cuida a Pedro en su infancia, a Eduviges, quien fuera amiga de Dolores, y a Dorotea, que comparte su drama desde la tumba, al haber sido destinada a la maternidad, con la condición de que nunca tuviera hijo alguno.

En el cielo me dijeron que se habían equivocado conmigo. Que me habían dado un corazón de madre pero un seno de cualquiera.

Pero el vínculo más importante es el que mantiene Pedro Páramo con Susana San Juan, víctima de la locura de Comala y de la ambición de una tierra que la consumió por dentro. Susana se inventa a Florencio para evitar que Pedro le pida su mano, y de un matrimonio que fracasa por la muerte de este marido inventado, vuelve a casa de su padre para vivir a su lado. No obstante, Pedro se hace con ella, como si fuera un objeto y manda matar a Don Bartolomé, padre de esta, haciendo que la luz de su vida se acabe para siempre.

Es al final Abundio, un hijo no reconocido de Pedro Páramo, y arriero en la primera parte de la obra, quien asesina al cacique. La grandeza demostrada por sus actos, su impecable fortalecimiento y su caciquismo quedan supeditados a las decisiones personales y a un personaje anecdótico que en su vida no representaba nada más que la nimiedad. 

Pedro Páramo es una obra monumental, con una trama simple que nos traslada a un in illo tempore, para hacernos respirar desde la fosa, junto a Dorotea y a Juan Preciado, escuchando las voces que manan de los muertos, para conocer la historia de un pueblo, Comala, que brilló con luz propia y que no ahora sino el crisol en el que fermenta la vida, esperando a que alguien escuche sus lamentos.

Este mundo, que lo aprieta a uno por todos lados, que va vaciando puños de nuestro polvo aquí y allá, deshaciéndonos en pedazos como si rociara la tierra con nuestra sangre. ¿Qué hemos hecho? ¿Por qué se nos ha podrido el alma?

Ítem Calificación
1. DESCRIPCIÓN7/10
2. MADUREZ NARRATIVA9/10
3. RIQUEZA LINGÜÍSTICA7/10
4. DESARROLLO DE PERSONAJES / PLANTEAMIENTO DE LAS TESIS Y/O PROTAGONISTAS9/10
5. HISTORIA / TRAMA / CONDUCCIÓN DEL ENSAYO8/10
6. DESENLACE / FINAL DEL ENSAYO8/10
7. DIÁLOGOS / RELACIÓN ENTRE PERSONAJES / CALADO DE LOS PERSONAJES8/10
8. PROFUNDIDAD Y SIMBOLOGÍA10/10
9. UNIVERSALIDAD / IMPACTO EN UNA SOCIEDAD8/10
10. RELEVANCIA HISTÓRICA EN SU CONTEXTO8/10
Total 82/100