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Martin Eden (Aviso para lectores)
Hablemos con claridad: Martin Eden es una novela para escritores. Si usted no ha escrito una línea en su vida, no ha experimentado la frustración de aquellos que tienen algo que contar, ni ha sentido en sus propias carnes el fracaso editorial, probablemente Martin Eden le resulte una novelita atractiva donde se narra la vida de un marinero endeudado en busca de un sustento. Bien, si por el contrario, ustedes han sido presa de la presión interna de un escritor, de la malevolencia del subconsciente, de la búsqueda incesante de la Palabra perfecta, perseguido por el Verbo acosador, y tras esos esfuerzos han visto vituperada su obra, y rendida al cajón oscuro y solitario durante años por los continuos rechazos editoriales, ustedes verán en Martin Eden el consuelo del homólogo escritor, siempre con prurito de vomitar sus sensibilidades sobre la hoja de papel. Si se reconocen en cualquiera de los anteriores arquetipos descritos, tanto si son escritores como si no, dejen de leer esta reseña. En el primer caso, a ustedes esta novela no les gustará, por no parecerse nada a lo que los extraños llaman el mundo editorial que ustedes creen que existe. Y en el segundo, en caso de que vivan con pasión el fluir de la tinta no solo por el bolígrafo sino también por sus venas, les encomiendo la labor de leer antes la obra, pues se desgranan en este análisis cuestiones que atañen al final de una obra maquiavélica que le herirá por dentro. Y, créanme: precisan de recibir ese dolor. A efectos prácticos, ser escritor y leer esta novela equivale a disponer de pensamientos suicidas y adentrarse en la lectura del Mito de Sísifo, de Camus.
Análisis de Martin Eden
Jack London es uno de los grandes escritores del siglo XIX. Antes de dedicarse a la escritura, fue buscador de oro, pirata, y marinero, y con sus ahorros compró una gran casa donde vivía rodeado de grandes lujos, con personal a su servicio. Jack London comprendió desde muy joven, no así lo hizo Martin Eden, que la literatura, lejos de ser una búsqueda continua de belleza, es un negocio, y aprovechó cada uno de sus relatos para hacer riqueza con él. Sin embargo, aunque era la cuestión económica la que perseguía este presumido lobo de mar, encontró en sus novelas el regocijo que cualquier marinero hubiera deseado: poder expresar sus vivencias a través de un lenguaje incisivo y demoledor, donde el realismo en su máxima expresión destaca por encima de cualquier movimiento y estrategia narrativa.
London muere en su rancho cuando, en 1916, solo tenía cuarenta años. Se cree que murió a causa de una enfermedad que arrastraba desde joven y que agravaba con el consumo continuo de alcohol. Otros creen que, como Martin Eden, encontró el descanso eterno tras un impulso impetuoso que lo condujo al suicidio, desencantado del mundo que él, con sus historias, había ayudado a crear.
Martin Eden es su testamento. Su vehemente estertor. Sin embargo, la vida de Martin es necesaria, e indudablemente acertada la manera en la que llega a nosotros a través de la voz de su autor, quien vuelca su descontento hacia la industria gracias al marasmo literario en que se convierte Martin Eden tras su muerte.
Dejad que goce de la vida ardiente y me embriague el vino del ensueño; no quiero ver si en polvo se convierte del alma el santuario, ya sin dueño.
Martin Eden P. 7. Tweet
El libro comienza con la aparición de Martin Eden, marinero fracasado, embebido por la promesa de los exitosos, y perseguidor de una quimera imposible. Salva a otro joven marinero de una pelea y resulta herido. En casa del joven, conoce a Ruth, de quien se enamora perdidamente. Rodeado de tanta belleza, no encuentra otra forma de vomitar su sensibilidad que convirtiéndose en escritor.
Cuando un hombre sabe escribir es un tonto si se dedica a trabajar a bordo de un buque, aun en el caso de que necesite dinero.
Martin Eden P. 53 Tweet
Un marinero de veinte años con un historial de delincuencia y trabajo rudo, es invitado casi por accidente a cenar en un hogar pequeño burgués. Él queda fascinado ante lo que sus ojos le presentan como cultura y civilización. A partir de este momento el joven siente que tiene «un mundo por conquistar», y la muchacha que lo acoge piensa que debe salvarlo «de la maldición del ambiente en que había nacido» e incluso «de sí mismo a pesar de sí mismo».
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
¿Escribir para vivir?
Comienza entones un litigio interno, una pugna salvaje entre la necesidad económica y la contemplación, un hedonismo hipócrita que pretende conseguir el éxito a través de la literatura, dejando de lado el pragmatismo humano de que se compone la sociedad en la que vive Martin. Cuasi analfabeto, Martin decide aprender vocabulario nuevo, que lo conduce a un forcejeo con el lenguaje, en el que este último sale siempre ganando, a fuerza de verse impulsado por la sociedad, que tiene a ser, como afirmaban los sofistas, fruto de una elocuencia que parece impostada en aquellos que no dominan las letras.
Pero sentíase oprimido al observar que aquel cuidado en la elección de sus palabras lo hacía aparecer como hombre atontado e incapaz de expresar sus propias ideas.
Martin Eden P. 19 Tweet
No es sino una forma de engrandecer al escritor que consigue, tras horas de trabajo, ver recompensado su esfuerzo. Sin embargo, Martin nunca quedaba del todo contento y aseguraba, tras releer lo que acababa de escribir, que al menos consolábase adquiriendo práctica para el futuro.
Empieza a enviar manuscritos a las editoriales y a los periódicos. Cuando contestan, si no la hacen, generan expectativas que nunca se cumplen, ante la consiguiente negativa. Ver a Martin tirado en el suelo de su habitación, con sobres y legajos esparcidos por ella, colocando con mimo las hojas de sus cuentos para ser enviados a grandes grupos editoriales, parece trasladarnos a un momento actual, pues todo escritor ha experimentado esa fútil sensación de vigorosidad e impermeabilidad emocional al ver toda su obra siendo esparcida por el mundo, como la Palabra de Dios, que se difunde cual evangelio.
Sin embargo, Martin fracasa y las negativas cada día son más comunes.
—No puedo comprenderlo —murmuró—. Pero también quepa la posibilidad de que los incapaces de comprender sean los editores. En esas obras no observo ningún defecto grave. Constantemente se publican cosas peores… Mejor dicho, todo lo que sale a la luz me parece peor de lo que hago.
Martin Eden P 81 Tweet
Martin Eden sigue escribiendo, y apilando en sus cajones, cual escritor contemporáneo, entiéndase en la actualidad cajón como disco duro o carpeta digital escondida en un ordenador que con tanta ilusión nos compramos para poder narrar nuestras historias.
Su relación con Ruth avanza y él, obsesionado con la mejoría, la escritura y su éxito, decide abandonar todo trabajo para dedicarse en exclusividad a la escritura, lo que enfurece y preocupa a su compañera:
—¿Y si fracasas? También deberías considerar esa posibilidad. —Entonces me haré editor. Y tú serás la esposa de un editor. P. 145. […] —Voy a decirte una cosa. Tú me amas. ¿Por qué? Pues precisamente por el impulso que me conduce a escribir. Me quieres porque soy diferente a los hombres que has conocido y pudieras haber amado. Yo no nací para pasar la vida frente a un pupitre en cualquier casa de banca o en el bufete de algún abogado. En cuanto me convirtiese en algo parecido a los demás y llevase una vida que tú llamas normal, ya no habría ninguna diferencia entre ellos y yo mismo. Y desaparecería lo que precisamente ha despertado tu amor. Mi deseo de escribir es el impulso más vital de todos los que influyen en mí. Y de haber continuado mi vida anterior, nunca deseara escribir ni tampoco tú hubieses puesto tu mirada en mí. —Pues yo te quiero a ti y no a ellos p. 147.
Martin Eden pp. 145-147 Tweet
Decepción ante el mundo editorial
Seguía acumulando obras sin publicar, rodeándose de sus fantasmas. Guardaba los sobres con sus obras, casi sin leer, y las contestaciones vacías de los editores, que lejos de halagarle y disculparse, lo reprendían por faltas de ortografía y una descuidada narración. Él seguía escribiendo, apilando en su habitación los incunables que siempre eran encerrados en un polvoriento cajón.
Trabajaba completamente aislado del mundo exterior, y tenía la sensación de que él mismo no era más que un espectro familiar que gustaba de hallarse en compañía de sus propias obras. Recordó que alguien había dicho que un espectro era el espíritu de un hombre, desprovisto del necesario sentido común, para notar que había muerto; y se detuvo un momento en su trabajo, para preguntarse si, en realidad, no sería él mismo un muerto que no se diera cuenta de lo que le había sucedido.
Martin Eden P. 175 Tweet
Martin dejó de escribir, y se dedicó a vagar por las calles sin consuelo, apenado por la vida que le había tocado vivir. Hasta que consiguió, después de varios años en los que la pobreza lo golpeó con severidad, la aceptación de un periódico que publicó sus relatos. Para entonces, Martin ya se había desencantado del mundo editorial y hacía meses que no escribía un relato. Pero el éxito surgió de las contingencias y los editores solicitaron, en poco tiempo, más relatos a Martin. A alguno de ellos, llegó a enviarles el manuscrito original que ya les había enviado, obligando al periódico a aceptar las faltas de ortografía y la descuidada narración que ahora se veían obligados a aceptar.
Martin Eden no volvió a escribir nunca más, pues los relatos en que tanto empeño había volcado un día le servían de rentas para vivir, enviando constantemente a los periódicos “nuevas” crónicas que ya había intentado publicar antes sin éxito.
Todo mi éxito se debe al trabajo que había hecho ya. Y ahora me dais de comer, a pesar de que antes me dejabais morir de hambre.
Martin Eden P. 199. Tweet
Consideraciones finales
Comprendió que ya no debía volver nunca a escribir, y hastiado el mundo moderno, decide terminar con su matrimonio, abandonar a Ruth y hacerse a la mar, para, por fin, reencontrarse con aquel vehículo de su recuerdo que apenas le había traído problemas. La vida del marinero, desencarnada y desprovista de expectativas, conduce a una asimilación y a una conformación estoica, aunque de este término ya hablaremos en otra ocasión.
Era extraño que no se le hubiese ocurrido antes. Tal era el significado de las cosas. Se había visto a la deriva, y ahora, Swinburne le mostraba que precisamente era el camino más feliz que podía seguir. Deseaba el descanso y lo tenía al alcance de la mano. Miró la puerta abierta. Sí, era bastante grande. Por vez primera, durante muchas semanas, se sintió feliz. Por último había descubierto la manera de curar todos sus males. Volvió a mirar la porta abierta. Swinburne acababa de darle la clave. La vida era una enfermedad. Algo insoportable. Nunca más se levantan los muertos. Aquel verso le inspiró profundo sentimiento de gratitud. Era la única cosa que sentía en el Universo. Cuando la vida se convierte en una fatiga dolorosa, la muerte está siempre dispuesta a procurar un sueño eterno y reparador. ¿Qué esperaba? Era ya llegada la hora de marcharse.
Martin Eden P. 220. Tweet
La novela termina con la muerte de Martin, al que seguro le sobrevino un éxito póstumo al convertirse su figura en un mártir de los “empresaurios” editoriales. Su fama es equiparable a la de London, pues la pérdida de este escritor, en tan alta estima durante el realismo, y su abolengo narrativo, y su evolución paulatina parecen asemejarse bastante, conduciéndonos a la semi autobiografía en la que parece que está basada esta novela tan demencialmente importante.
Ítem | Calificación |
---|---|
1. DESCRIPCIÓN | 7/10 |
2. MADUREZ NARRATIVA | 9/10 |
3. RIQUEZA LINGÜÍSTICA | 9/10 |
4. DESARROLLO DE PERSONAJES / PLANTEAMIENTO DE LAS TESIS Y/O PROTAGONISTAS | 10/10 |
5. HISTORIA / TRAMA / CONDUCCIÓN DEL ENSAYO | 9/10 |
6. DESENLACE / FINAL DEL ENSAYO | 10/10 |
7. DIÁLOGOS / RELACIÓN ENTRE PERSONAJES / CALADO DE LOS PERSONAJES | 9/10 |
8. PROFUNDIDAD Y SIMBOLOGÍA | 9/10 |
9. UNIVERSALIDAD / IMPACTO EN UNA SOCIEDAD | 8/10 |
10. RELEVANCIA HISTÓRICA EN SU CONTEXTO | 91/10 |
Total | 74/100 |