CAMPOS DE CASTILLA

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Contenidos

Campos de Castilla

Lejos de la romántica estela que tenemos de Antonio Machado, una repleta de claroscuros, el poeta es uno de los más laureados de nuestro país. Su fama, sus Soledades, y sus Campos de Castilla lo encumbran como uno de los más importantes de la generación del 98.

En su célebre final, acuciado por la pulmonía severa que sufría, se popularizó gracias a unos tristes versos que resumen su tristeza al verse obligado al exilio, tras la conquista de Cataluña por parte del bando franquista: “Estos días azules y ese sol de la infancia”, que cobran un significado ulterior cuando descubrimos que Machado cruza la frontera francesa con su madre veinticuatro días antes de su muerte, y ambos fallecen con apenas tres días de diferencia, viendo cómo la guerra ha destruido los recuerdos de su infancia, repleta de azul.

En Campos de Castilla explora con ahínco los labriegos rincones de Soria, ciudad a la que fue destinado tras obtener la sexta plaza de siete que se ofertaban como profesor.

 

«Según él las oposiciones largas y difíciles que se convocaron el día uno de agosto de 1905 tardaron debido en parte a un extendido suspenso de los ejercicios a partir del verano de 1906 casi 20 meses en decidirse hasta el 16 de abril de 1907. Se presentaron además 125 candidatos para cubrir siete plazas Machado salió con el número seis quedándole por tanto solo dos posibles opciones: Soria y Orense (el número dos escogió Baeza)» (16)

Introducción

Machado, sin vocación de profesor, como él mismo reconoce en su autobiografía, ofrecida en la versión de Campos de Castilla de Geoffrey Ribbans para Letras Hispánicas de la Editorial Cátedra, viaja a Soria, cuando en realidad él deseaba el destino de Baeza, ciudad andaluza con la que mantenía un especial vínculo. Maravillado por los colores de la Tierra, Machado permanece en Soria durante seis años consecutivos, a excepción de uno entre medias en que viaja a París para aprender Francés.

El cambio decisivo en su vida debía de producirse durante este invierno o a más tardar la primavera de 1909. El hecho es insólito. Se enamora de una muchacha: Leonor izquierdo de menos de quince años y de humilde familia: ella ya había vuelto a Soria a la pensión que tenían sus padres y donde vivía don Antonio. Leopoldo de Luis articula de modo tajante del asombro que tal suceso produce: la petición de mano que evidentemente cogió de sorpresa a los padres de Leonor tuvo lugar el 27 de junio poco después de que Leonor cumpliera su decimoquinto aniversario el 12 de junio y se casaron en la iglesia de Santa María la Mayor el 30 de julio de 1909.

Aspectos estéticos y poéticos

Esta contingencia va a determinar su vida. Casa con la joven Leonor, de apenas quince caños. Y sorprende a sus coevos: Unamuno, Baroja, su propio hermano, con el que ha de enemistarse durante la guerra por los ideales políticos de cada uno. Pero Machado vive, al menos durante tres años, feliz en compañía de su “niñita”. Empecemos ahora con las reflexiones de Machado sobre Soria y su importancia telúrica:

Y al cabo nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo con mi dinero pago

El traje que me cubre y la mansión que habito,

El pan que me alimenta y el lecho en donde Yago. (102)

No es de extrañar que grupos internacionales, como los sensibles Extremoduro, utilicen los versos de Machado, incorporados con maestría en sus canciones, donde exploran con igual respeto las raíces de una tierra arada que es parte de la historia de nuestra civilización.

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta

-no fue por estos campos el bíblico jardín-;

Son tierras para el águila, un trozo de planeta

Por donde cruza errante la sombra de Caín. (107)

La persecución de lo efímero

La edición de Cátedra no incluye el grueso completo de los poemas que compusieron en su día los Campos de Castilla, publicado en 1912, cuando Machado abandona definitivamente Soria y se muda a Baeza. Pero el recopilador, Geoffrey Ribbans, incluye con acierto poemas que, desde Baeza, Machado dedica también a Soria, tierra a la que mira con añoranza.

¡Qué importa un día! Está el ayer alerto

Al mañana, mañana al infinito,

Hombres de España ni el pasado ha muerto

Ni está el mañana ni el ayer escrito. (111)

La estancia de Antonio Machado en Soria y el contacto diario con la tierra, paisaje y alma castellanos, contagiaron al poeta de su hondura esencial hasta lograr una identificación y un eco en su interioridad lírica. «Campos de Castilla», su libro capital, representa la expresión de esta andadura. A la exposición de lo temporal, de lo objetivo y de lo efímero -la poesía es palabra en el tiempo-, Antonio Machado comunica su preocupación filosófica y su meditación en torno al destino de España. 

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

La Tierra de Alvargonzález

Esta obra marcha la evolución definitiva de Machado, que se consagra como uno de los grandes poetas de su tiempo. Con una gran amistad con sus coetáneos, egregios prosistas y diletantes, como los ya mencionados antes, o su querido Rubén Darío, con el que mantiene una cordial relación, Machado consigue alcanzar la notoriedad. Su estilo íntimo y realista consiguen ennoblecer el “exilio” metafórico de Machado a tierras castellanas:

Tiene el padre entre las cejas

 un ceño que le aborrasca

el rostro, un tachón sombrío

 como la huella de un hacha.

 Soñando está con sus hijos,

 que sus hijos lo apuñalan;

 y cuando despierta mira

que es cierto lo que soñaba (147)

La narrativa de “La Tierra de Alvargonzález”, el poema más largo del poemario con más de 700 versos es fecunda y muy variada. Combina un tono oscuro con la justicia poética y ese vínculo telúrico antes mencionado entre cielo y tierra, en el que el hombre es un mero transmisor de energía. El determinismo del poema es llamativo y a tierra, que clama por el cuerpo de Alvagonzález, llora de tristeza por no tenerlo en su seno.

Aunque la codicia tiene

redil que encierre la oveja,

trojes que guarden el trigo,

 bolsas para la moneda,

y garras, no tiene manos

 que sepan labrar la tierra.

Así como a un año de abundancia

siguió un año de pobreza. (153)

Los hijos matan al padre en un acto de codicia inhumano, y estos se ven obligados a labrar una tierra en la que nada ha de crecer. La enseñanza es clara y la moraleja es apabullante. El padre de los Alvargonzález martiriza a los hermanos, carcomidos por la venganza, y avergonzados también por la culpa de su muerte. Sin embargo, nada hace que de la tierra mane la vida. Hasta que un tercer hermano, con respetuoso ahínco hortelano, hace florecer aquel yermo helado repleto de hiel. Los hermanos, finalmente, huyen ante el temor de las represalias del destino.

Max Aub decía que Antonio Machado, uno de los máximos representantes de la Generación del 98, simbolizaba «un modo de ser». Su poesía se inspiró en los campos castellanos y en la vida de los españoles de la época, poniendo de manifiesto las grietas existentes en su sociedad. De manera profética, Machado escribió poemas sobre la violencia de un país que, tras el estallido de la guerra civil, acabó por expulsarlo.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

La muerte de Leonor

Una noche de verano

 -estaba abierto el balcón-

 y la puerta de mi casa

 la muerte en mi casa entró.

Se fue acercando a su lecho

 -ni siquiera me miró-,

con unos dedos muy finos,

 algo muy tenue rompió.

 Silenciosa y sin mirarme,

 la muerte otra vez pasó

delante de mí. ¿Qué has hecho?

 

La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,

dolido mi corazón.

¡Ay, lo que la muerte ha roto

era un hilo entre los dos! (185)

Pero si hay un episodio que marca la vida de Machado, es sin lugar a dudas la muerte de su esposa, Leonor, a la que una enfermedad asola y pierde la vida a causa de esta. Leonor es víctima de tuberculosis tan solo tres años después de la boda con Antonio. Esta pérdida produce una severa herida en la vida de Machado, que dedica varias de sus reflexiones a su “niñita”, y su Campos de Castilla no está exento de recuerdos hacia ella, aunque sea de manera residual y muy sutil.

Semiótica en Campos de Castilla

A ti laurel y yedra

 corónente, directo

 de Sofía, arquitecto.

 Cincel, martillo y piedra

 y masones te sirvan : las montañas

de Guadarrama frío

 te brinden el azul de sus entrañas,

meditador del otro Escorial sombrío.

Y que Felipe austero,

al borde de su regia sepultura,

 asome a ver la nueva arquitectura,

 y bendiga la prole de Lutero (239)

Si bien el simbolismo de Machado es incipiente y no cincela su obra, sí encontramos algún que otro atisbo de referencia cromática. Al ya mencionado “días azules y sol de infancia” debemos añadir varias referencias al color azul dentro de Campos de Castilla, donde a través del color cerúleo, Machado explorará la frialdad, el interior, la visceralidad de la vida en su contexto más extensivo, donde el azul lo cubre todo con su inmensidad, aunque surja, en todo humano y elemento natura, como ese río del que habla, de sus entrañas. De esta forma habla Claudio Guillén del azul en su libro “Entre lo Uno y lo diverso”:

El romanticismo privilegió el azul, color a la sazón del ideal, de lo anhelado y remoto, de la evanescente ilusión. Tiene prioridad la querencia simbólica. Es decir, confluyen las tendencias a enaltecer el símbolo y determinados colores. Lo más significativo no es el color mismo, sino la actitud ante el color. En Alemania un cromatismo simbolizador hace posible que el azul (traumblau, color de sueño), prevalezca visible durante el romanticismo.

Oda a Calisto y Melibea

Finaliza Machado el poemario con reflexiones culturales sobre la Tierra de Soria, los campos de Castilla, y las ciudades que conforman este vasto territorio tan engrandecido por el poder medieval, y tan denostado en la actualidad:

¡Oh, casa, oh, huerto, oh, sala silenciosa!

¡Oh divino vasar en donde posa

 sus dulces ojos verdes melibea!

¡Oh, jardín de cipreses y Rosales,

 donde Calixto ensimismado piensa,

 que tornan con las nubes inmortales

 las mismas olas de la mar inmensa!

¡Y es de hoy que mira al ayer, y este mañana

 que nacerá tan viejo!

¡Y esta esperanza vana

de romper el encanto del espejo! (244)

El pasado de Soria y el futuro de sus Campos

El futuro, para Machado, es importante, tanto así el presente, sobre el que encontramos bastantes reflexiones que concitan al lector a valorar una posible elección entre determinismo y libre albedrío. Machado se decanta por una miscelánea, donde triunfa el destino en muchas ocasiones, pero doblegado a nuestra voluntad, se escinde nuestro futuro de él de la mano de nuestras elecciones:

Más cada cual el rumbo siguió de su locura.

Agilitó su brazo, acreditó su brío,

 dejó como un espejo bruñida su armadura

 y dijo: el hoy es malo pero el mañana… Es mío. (248)

Es justo cerrar este análisis con una fotografía de la ciudad de Soria, que Machado tanto admiró durante sus años de docencia. Tan vinculada a la tierra y al agua, Soria se enmarca dentro de la cuenca hidrográfica del Duero, y su recorrido depende, como en muchas ocasiones, de esta fertilidad que otorga la cercanía de un río. Para Machado Soria era vida:

Allá, en las tierras altas,

 por donde traza el Duero

 su curva de ballesta. (182)

Plano de Soria. Turismo Soria. Oficina de Turismo. Ayuntamiento de Soria
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1. DESCRIPCIÓN7/10
2. MADUREZ NARRATIVA7/10
3. RIQUEZA LINGÜÍSTICA8/10
4. DESARROLLO DE PERSONAJES / PLANTEAMIENTO DE LAS TESIS Y/O PROTAGONISTAS6/10
5. HISTORIA / TRAMA / CONDUCCIÓN DEL ENSAYO6/10
6. DESENLACE / FINAL DEL ENSAYO 6/10
7. DIÁLOGOS / RELACIÓN ENTRE PERSONAJES / CALADO DE LOS PERSONAJES7/10
8. PROFUNDIDAD Y SIMBOLOGÍA8/10
9. UNIVERSALIDAD / IMPACTO EN UNA SOCIEDAD6/10
10. RELEVANCIA HISTÓRICA EN SU CONTEXTO7/10
Total 68/100