LEONARD COHEN

Leonard Cohen (1934-2016)

Leonard Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Westmount, un suburbio anglófono de Montreal, Canadá. Proveniente de una familia judía de ascendencia lituana y polaca, creció rodeado de una atmósfera espiritual y culta. Su padre, Nathan Cohen, era propietario de una tienda de ropa y murió cuando Leonard tenía solo nueve años. Su madre, Masha, provenía de una familia rabínica, y fue una influencia fundamental en su sensibilidad poética. La figura paterna ausente y la profunda religiosidad materna marcarían su obra desde los primeros versos hasta sus canciones finales.

Cohen estudió en la Universidad McGill, donde comenzó a hacerse notar como poeta. Su primer libro, Let Us Compare Mythologies (1956), fue publicado antes de que terminara sus estudios. Tras una etapa de formación intelectual intensa, se mudó a la isla griega de Hydra en los años 60, donde llevó una vida bohemia y escribió varias de sus novelas y poemarios más destacados. Fue en ese lugar donde conoció a Marianne Ihlen, su musa escandinava, quien inspiró algunas de sus canciones más emblemáticas.

Durante más de una década, Cohen fue esencialmente un poeta y novelista. Sin embargo, a mediados de los años 60, frustrado por las limitadas oportunidades económicas de la literatura, decidió explorar la música. Su voz grave, su lirismo inconfundible y su estética melancólica cautivaron de inmediato a una audiencia fiel. En 1967 lanzó Songs of Leonard Cohen, su primer álbum, que contenía clásicos como “Suzanne” y “So Long, Marianne”. Con el tiempo, se convertiría en una figura de culto para varias generaciones.

A lo largo de su carrera, Cohen supo reinventarse sin perder su esencia. En los años 80, se acercó a sonidos más electrónicos, como en I’m Your Man (1988), mientras que en la última etapa de su vida adoptó un tono cada vez más reflexivo y grave, rozando lo sagrado. Su conversión al budismo zen y su retiro durante varios años en un monasterio en California no interrumpieron su búsqueda espiritual ni su producción artística.

La vida de Cohen estuvo marcada por una mezcla de devoción, erotismo y desencanto. Fue un romántico desesperado, un místico escéptico, y un trovador lúcido del dolor humano. Murió el 7 de noviembre de 2016, a los 82 años, en Los Ángeles. Su legado permanece vivo en la memoria de quienes encontraron en sus canciones consuelo, belleza y verdad.

Curiosidades de Leonard Cohen

Antes de ser una estrella de la música, Leonard Cohen fue poeta. De hecho, se consideraba más un escritor que un cantante. Su estilo musical —monótono y austero— era casi un vehículo para transmitir sus letras, que tenían la densidad de un poema. Escribió dos novelas (The Favourite Game y Beautiful Losers) y más de una decena de poemarios, con una voz que oscilaba entre lo místico, lo carnal y lo filosófico.

En los años 60, Cohen compró una casa en Hydra, Grecia, por solo 1.500 dólares. Allí no había electricidad ni agua corriente, pero fue el escenario de uno de los períodos más fértiles de su vida. Convivió con artistas, escribió compulsivamente y vivió una intensa historia de amor con Marianne Ihlen. De esa época surgieron canciones como “Bird on the Wire” y textos fundamentales. Hydra era, para él, un estado del alma: libre, luminoso, inestable.

Cohen nunca se casó, pero tuvo numerosas relaciones intensas y profundas. Mujeres como Marianne Ihlen, Suzanne Elrod o Rebecca De Mornay dejaron huella en su vida y en su obra. Era un amante melancólico, con una ternura que muchas veces escondía detrás de una ironía punzante. Sus canciones están atravesadas por la figura femenina: la mujer como diosa, musa, compañera y a veces espectro inalcanzable. En su arte, el deseo se mezclaba con la pérdida y la gratitud.

Cohen pasó años de su vida en el monasterio Mount Baldy Zen Center, bajo la guía del maestro japonés Kyozan Joshu Sasaki Roshi. Allí tomó el nombre de Jikan, que significa “el silencioso”. Sin embargo, nunca dejó de sentirse profundamente judío. Más que adoptar una religión, Cohen las absorbía todas: el cristianismo, el budismo, el sufismo, el taoísmo. Su búsqueda espiritual era sincera, pero nunca dogmática. En sus canciones hay plegarias laicas, oraciones rotas y ecos de salmos reinventados.

En los años 2000, después de un retiro prolongado, Cohen descubrió que su representante financiera le había robado más de cinco millones de dólares. A sus 70 años, se vio obligado a volver a los escenarios para reconstruir su patrimonio. Lo que parecía una tragedia se convirtió en una resurrección artística: sus giras entre 2008 y 2013 fueron aclamadas en todo el mundo, y su entrega sobre el escenario —cantando durante horas con humildad y pasión— emocionó a millones de fans.

En sus últimos discos, la voz de Cohen ya no cantaba: hablaba, recitaba, susurraba. Era una voz como de tumba abierta, cargada de polvo, humo y misterio. Él mismo se burlaba de ella, pero entendía su poder. La vejez no lo detuvo, al contrario: sus álbumes Old Ideas (2012), Popular Problems (2014) y You Want It Darker (2016) son obras maestras de la lucidez crepuscular. En su último disco, canta con la gravedad de quien ya sabe que el final está cerca. Y lo acepta.

Leonard tuvo dos hijos con Suzanne Elrod: Adam y Lorca. Adam Cohen también es músico y fue quien produjo el último álbum de su padre, You Want It Darker. La relación entre ambos fue cercana, aunque marcada por silencios y distancias. En los últimos años, Adam se convirtió en su colaborador más íntimo. Tras la muerte de Leonard, Adam se ha dedicado a preservar y divulgar su legado, con respeto y amor.

Poco antes de morir, Cohen escribió una carta a Marianne Ihlen, su amor de juventud, cuando ella agonizaba en Noruega. Le dijo: “Estoy justo detrás de ti, lo suficientemente cerca para alcanzarte la mano”. Dos días después, ella murió. Meses más tarde, Cohen también se fue. En su álbum póstumo, Thanks for the Dance (2019), su voz sigue hablando desde el más allá. Pareciera que Cohen, incluso muerto, no quiere dejar de cantar.

A pesar de su tono introspectivo y su estilo sombrío, Cohen tuvo una influencia inmensa en la música. Fue versionado por decenas de artistas —desde Jeff Buckley hasta Nick Cave, pasando por U2 y Rufus Wainwright—, y su canción “Hallelujah” se convirtió en un himno global. Curiosamente, fue ignorada en su momento y recuperada años después gracias a las versiones que reinterpretaron su significado espiritual y emocional.

Aunque muchos lo perciben como un artista triste o solemne, Cohen tenía un sentido del humor ácido y sofisticado. Se reía de sí mismo, de sus depresiones, de su condición de eterno enamorado derrotado. En entrevistas, solía bromear sobre su “carrera de fracasos elegantes” y decía cosas como: “Mi reputación como mujeriego fue exagerada por la cantidad de tiempo que pasé solo”. Ese humor lo salvaba del patetismo y lo hacía entrañable

OBRAS

La Llama es una impresionante colección de los últimos poemas y escritos de Leonard Cohen, seleccionados y ordenados por él mismo en los últimos meses de su vida. El libro contiene una extensa selección de los cuadernos de Cohen, con letras, prosas e ilustraciones, que conservó en forma poética a lo largo de su vida, y ofrece una mirada íntima y sin precedentes a la vida y la mente de un artista y pensador singular.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Cuando aún era un adolescente, Leonard Cohen se asomó un día al balcón de su casa en Montreal y oyó unos acordes de guitarra. El chico sentado en la hierba tocaba flamenco y durante unos días se convirtió en el primer maestro de Leonard. Desde entonces, paso a paso, Leonard Cohen fue forjando una carrera en la que los momentos estelares se alternaron con épocas oscuras, y en la que la música fue fiel aliada de la escritura.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

En este libro, casi auto de fe, Leonard Cohen parece pretender exorcizar sus dudas y confusiones, en este caso especialmente las religiones, que habrán de acompañarle en el transcurso de toda su obra. Están presentes los gérmenes del furor, el desgarramiento e incluso la brutalidad de obras posteriores. Como atractivo añadido, aparecen en él los textos de dos de sus más brillantes canciones: Suzanne, tal vez la más bella balada jamás escrita, y Avalanche. Traducción de Antonio Resines. Edición bilingüe.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Esta contraportada hubiera sido un resumen, un breve comentario acerca del talante del libro que ahora tiene en sus manos. Entonces apareció un comentario del autor acerca de la obra. Dice así: «Hace algún tiempo este libro se habría llamado SOLO PARA NAPOLEON, y antes aún hubiera sido llamado MURALLAS PARA GENGHIS KHAN. ¿Hace falta acaso añadir algo más?». Traducción de Antonio Resines. Edición bilingüe.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*