ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY

Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944)

Antoine de Saint-Exupéry nació el 29 de junio de 1900 en Lyon, Francia, en el seno de una familia aristocrática pero empobrecida tras la muerte de su padre, Jean de Saint-Exupéry, cuando Antoine tenía apenas cuatro años. Su madre, Marie de Fonscolombe, de gran sensibilidad artística, le inculcó desde temprano el amor por el dibujo, la música y la escritura. A lo largo de su infancia, marcada por la ternura maternal y la austeridad económica, Antoine se mostró como un soñador solitario, con una imaginación rica que más adelante se filtraría en sus relatos.

Fue un estudiante irregular, más inclinado a los inventos y los dibujos que a las disciplinas convencionales. Intentó ingresar en la Escuela Naval, sin éxito, y estudió arquitectura brevemente en París. Su vida cambió en 1921, cuando realizó el servicio militar en la aviación y descubrió su verdadera vocación: volar. De ahí en adelante, su destino quedó atado al cielo.

Como piloto de la compañía Aéropostale (la antecesora de Air France), Saint-Exupéry recorrió los cielos de África, Sudamérica y el desierto del Sahara, enfrentándose a tormentas, fallos mecánicos y condiciones extremas. Estas experiencias lo inspiraron a escribir obras profundamente poéticas, donde la figura del piloto se convierte en símbolo del hombre frente al misterio del universo. Correo del Sur (1929) y Vuelo nocturno (1931) fueron sus primeros grandes éxitos literarios, el segundo de los cuales ganó el prestigioso premio Femina.

Durante la Segunda Guerra Mundial se alistó como piloto de reconocimiento, a pesar de superar la edad máxima. Su espíritu indomable lo llevó a misiones peligrosas incluso cuando su salud y reflejos eran cuestionables. En 1943, ya exiliado en Nueva York, escribió su obra más universal: El Principito, un cuento filosófico disfrazado de libro infantil, que condensaba su visión del mundo, su crítica a la racionalidad adulta y su exaltación de la amistad, la infancia y la imaginación.

El 31 de julio de 1944, durante una misión de reconocimiento desde Córcega a Francia, su avión desapareció en el Mediterráneo. No se encontraron restos hasta 1998, cuando se recuperó una pulsera suya, y más tarde partes del fuselaje. Su desaparición en el aire, su elemento vital, selló el aura legendaria que rodea su figura.

Curiosidades de Saint-Exupéry

Publicado en Nueva York en 1943, El Principito fue escrito mientras Saint-Exupéry vivía en el exilio, en Long Island, rodeado de soledad, nostalgia y conflicto interior. La historia está plagada de elementos autobiográficos: el aviador perdido en el desierto alude a su propio accidente en el Sahara en 1935, del que apenas salió con vida; la rosa orgullosa y delicada representa a Consuelo Suncín, su esposa salvadoreña, cuya relación con él fue turbulenta y apasionada. Las múltiples figuras del libro (el rey, el bebedor, el geógrafo, el farolero) satirizan distintos aspectos de la sociedad adulta, que Saint-Exupéry juzgaba absurda. El zorro, con su célebre frase “lo esencial es invisible a los ojos”, resume su filosofía de vida: lo importante se halla en los vínculos afectivos, no en lo utilitario.
En diciembre de 1935, mientras intentaba batir un récord de velocidad entre París y Saigón, su avión se estrelló en el desierto del Sahara, cerca de Libia. Saint-Exupéry y su mecánico, André Prévot, sobrevivieron milagrosamente durante días, deshidratados y delirantes, hasta ser rescatados por beduinos. La experiencia marcó profundamente su obra, no solo por inspirar pasajes de Tierra de hombres y El Principito, sino por acercarlo a una visión casi metafísica del desierto como espacio de revelación. Allí experimentó lo efímero de la vida, el silencio del cosmos y la necesidad de fraternidad. Esa sed literal y espiritual reaparece constantemente en sus textos.
Consuelo era una escritora y artista salvadoreña con un carácter fuerte y temperamental. Su matrimonio fue lleno de altibajos, infidelidades mutuas, y distancias prolongadas, pero también de correspondencias intensas y afecto profundo. Saint-Exupéry la comparaba con una rosa “caprichosa y frágil”, y esta imagen quedó inmortalizada en El Principito. Aunque vivieron largos periodos separados, él le dedicó varios escritos. Consuelo escribió años más tarde un libro titulado Memorias de la rosa, donde describe su compleja vida con Antoine y su devoción hacia él, incluso cuando desapareció en el aire.
Durante décadas, la desaparición de su avión en 1944 alimentó teorías: suicidio, derribo alemán, fallo mecánico. Algunos testimonios hablaban de un piloto que parecía lanzarse a una muerte voluntaria; otros lo retrataban como envejecido y abatido. No fue hasta 1998 que un pescador halló su pulsera de identidad cerca de Marsella. En 2000, el submarinista Luc Vanrell localizó partes del fuselaje de su Lockheed Lightning P-38 sumergido a más de 70 metros de profundidad. En 2004, el piloto alemán Horst Rippert (hermano del cantante Ivan Rebroff) confesó haber derribado el avión, sin saber entonces que era Saint-Exupéry. Este hallazgo dio fin al enigma y cerró un capítulo que parecía escrito por él mismo.
Aunque celebraba la grandeza de volar, Saint-Exupéry sufría una honda melancolía existencial. Se sentía fuera de lugar entre los hombres y buscaba, en el cielo y en el silencio, un sentido más profundo. Amaba la técnica, pero no creía en el progreso sin alma. En Tierra de hombres escribió: “Solo el espíritu, si sopla sobre la arcilla, puede crear al hombre”. Sus libros combinan aventura y filosofía, mecánica y lirismo, con una voz que mezcla la humildad del testigo con la grandiosidad del visionario. La aviación, para él, era un medio para acceder a lo invisible, no un fin.
Además de escribir, Saint-Exupéry dibujaba constantemente. Las ilustraciones de El Principito fueron hechas por él mismo, y su estilo, ingenuo pero simbólico, se convirtió en parte esencial del éxito del libro. Era muy detallista con sus dibujos y se sabe que hizo múltiples versiones del cordero, el sombrero-serpiente-elefante, o del planeta del principito. En cartas y notas, solía incluir caricaturas, esquemas de mecánica y paisajes celestes. Creía que dibujar era otra forma de pensar.

OBRAS

Viví así, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que tuve una avería en el desierto del Sahara, hace seis años. Algo se había roto en mi motor. Y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar, solo, una reparación difícil. Era, para mí, cuestión de vida o muerte. Tenía agua apenas para ocho días.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Esta lujosa edición de El Principito cautivará a los amantes de este entrañable clásico con su impresionante gran formato y preciosos acabados: cantos pintados, tapa dura y detalles dorados. Las delicadas ilustraciones de Saint-Exupéry lucen más bellas que nunca en este formato extragrande que cautivará a coleccionistas y nuevos lectores por igual.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

El clásico alegórico, famoso en todo el mundo, El Principito, es una lectura imprescindible para cualquier biblioteca: un relato profundo sobre la soledad y la pérdida, el amor y la amistad. Pocas historias son tan leídas y tan universalmente apreciadas por niños y adultos como esta. El Principito, el más bello cuento poético escrito, nos transmite un rico, a la vez que complejo, mundo de sentimientos y reflexio­nes adultas, a través de la mirada y la voz infantil más honesta, inocente y humana.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*