PAUL VERLAINE

Paul Verlaine (1844-1896)

Paul Verlaine nació el 30 de marzo de 1844 en Metz, en la región de Lorena, Francia. Su familia se trasladó a París cuando él era aún un niño, y allí desarrolló toda su formación académica. Aunque inició estudios de Derecho, pronto abandonó la carrera para dedicarse a la literatura y a un empleo como funcionario, lo que le permitía subsistir mientras cultivaba su vocación poética.

Desde sus primeros poemas mostró una inclinación por el simbolismo, el ritmo musical del verso y una sensibilidad melancólica que lo alejaba de la poesía épica o política. Su primer libro, Poèmes saturniens (1866), ya apuntaba esta estética introspectiva y emocional. Con Romances sans paroles (1874) confirmó su estilo único, caracterizado por la musicalidad, la vaguedad sugerente y el rechazo de las formas rígidas, anticipando la poesía moderna.

El punto de inflexión de su vida fue el encuentro con Arthur Rimbaud en 1871, un joven prodigio con quien mantuvo una relación tormentosa y destructiva. Su convivencia estuvo marcada por los excesos y culminó con un episodio violento: Verlaine disparó a Rimbaud en Bruselas en 1873 y fue condenado a dos años de prisión. En la cárcel escribió parte de su Sagesse (1881), obra de un viraje religioso y penitente.

Tras salir de prisión, Verlaine vivió en la pobreza, entre vagabundeos, alcoholismo, conversiones religiosas y ocasionales reconocimientos públicos. En los años finales de su vida, fue proclamado por algunos jóvenes poetas como “príncipe de los poetas”, pero su situación material seguía siendo precaria.

Murió en París el 8 de enero de 1896, víctima de una pulmonía agravada por sus dolencias crónicas, en medio de la indiferencia de muchos y el homenaje tardío de algunos admiradores.

Curiosidades de Verlaine y pelea con Rimbaud

La relación con Rimbaud no solo escandalizó a la sociedad francesa del siglo XIX, sino que dejó huella profunda en la vida y obra de Verlaine. Rimbaud, siete años menor que él, deslumbró a Verlaine con su genio precoz y su actitud transgresora. Abandonó a su esposa Mathilde y a su hijo para irse con Rimbaud por Europa en un viaje bohemio, errático y violento. Los celos, las peleas, el alcohol y la inestabilidad emocional culminaron en 1873 en Bruselas, donde, en un arrebato de furia y desesperación, Verlaine disparó a Rimbaud hiriéndolo en la muñeca. Fue encarcelado durante 18 meses en Mons, un periodo en el que experimentó una conversión al catolicismo que marcaría obras posteriores.

Aunque en los últimos años fue aclamado como uno de los grandes poetas de su tiempo, Verlaine vivió en la indigencia más absoluta. Dormía en pensiones de mala muerte o en hospitales, y dependía de las limosnas de amigos y admiradores. Se convirtió en una figura icónica del París bohemio, con su abrigo raído, su bastón, su barba rala y sus frases sentenciosas. Algunos escritores jóvenes, como los simbolistas y decadentistas, lo veían como un mártir de la poesía, un alma torturada que había entregado su vida al arte. En 1894, apenas dos años antes de su muerte, fue elegido “Príncipe de los Poetas” por votación de sus colegas, lo que, sin embargo, no mejoró en absoluto su situación económica.

Verlaine revolucionó la poesía francesa con una estética que buscaba ante todo la música, la sugerencia y la imprecisión. Su famoso consejo a los jóvenes poetas —“De la musique avant toute chose” (“Música por encima de todo”)— resume su credo estético. En un contexto dominado por el Parnasianismo y su culto a la forma, Verlaine propuso una poesía más etérea, con ritmo flotante y sin rigidez, lo que lo convirtió en precursor directo del simbolismo. Su uso de los versos impares, las rimas vagas y las imágenes difusas influyó profundamente en autores como Mallarmé, Valéry, y más tarde en los surrealistas.

Durante su reclusión en la prisión de Mons, Verlaine experimentó un despertar religioso que lo llevó a escribir poemas marcadamente católicos en Sagesse. Esta etapa, aunque breve, supuso una ruptura estética y vital. Abandonó el alcohol, escribió versos penitenciales y trató de vivir una vida de recogimiento, pero pronto volvió a caer en los viejos hábitos. Esta ambivalencia —entre el goce y la culpa, entre la carne y el espíritu— aparece de forma constante en su obra y en sus declaraciones. Para algunos críticos, fue más una máscara que un cambio real; para otros, una lucha auténtica y desgarradora entre el deseo y la redención.

En los últimos años, Verlaine publicó unas memorias sui generis —Mes Prisons, Mes Hôpitaux y Mes Confessions— donde mezcló recuerdos, confidencias, justificaciones y ataques a sus enemigos literarios. Estos textos son tan reveladores como caóticos, y muestran a un hombre torturado por sus contradicciones, su adicción al alcohol, su atracción por el sufrimiento y su necesidad de exponer su vida como si de un poema se tratase. En ellos, se desnuda con un tono trágico pero también sarcástico, sin censura alguna.

OBRAS

La obra de Paul Verlaine ha provocado siempre valoraciones contradictorias y grandes vaivenes en su lectura. Su figura inestable, independiente, arbitraria, ha sido considerada gozne entre tiempos y estéticas. Verlaine fue quien estableció la etiqueta de «poetas malditos» y su propia vida estuvo marcada siempre por el escándalo. 

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*

Los poetas malditos está considerada como la primera antología de la poesía moderna. Reúne una serie de ensayos en los que Paul Verlaine, renombrado poeta precursor del simbolismo, comenta la vida y obra de cinco autores coetáneos, con quienes llegó a tener gran relación.

*Literatura Diderot recomienda libros por su valor cultural y divulgativo, sin alinearse con ideologías o religiones. Cada recomendación se basa en obras relevantes para el autor analizado.*