ALEKSANDR SOLZHENITSYN

Aleksandr Solzhenitsyn (1919-2008)
Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn nació el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, Rusia, en el seno de una familia de ascendencia cosaca. Su padre, Isaak Semiónovich, murió en un accidente de caza antes de que él naciera, por lo que fue criado por su madre, quien trabajó arduamente para sostener a la familia.
Desde joven, mostró una gran pasión por la literatura y la historia, pero, debido a las restricciones del régimen soviético, estudió Matemáticas y Física en la Universidad de Rostov. No obstante, nunca abandonó su vocación literaria y complementó sus estudios con cursos de filosofía y literatura.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Solzhenitsyn sirvió como oficial de artillería en el Ejército Rojo y fue condecorado por su valentía. Sin embargo, en 1945 fue arrestado por la policía secreta soviética (NKVD) tras interceptársele una carta en la que criticaba a Stalin. Condenado a ocho años de trabajos forzados, fue enviado al Gulag, donde sufrió el sistema de represión soviético que luego inmortalizaría en su obra.
Tras su liberación en 1953, fue desterrado a Kazajistán, donde trabajó como profesor. En 1962, durante el periodo de deshielo de Jruschov, logró publicar Un día en la vida de Iván Denísovich, obra que reveló al mundo la brutalidad de los campos de trabajo soviéticos. Sin embargo, su creciente oposición al régimen le valió la censura y la persecución.
En 1970 recibió el Premio Nobel de Literatura, pero no pudo recogerlo por miedo a no poder regresar a la URSS. En 1974, tras la publicación en Occidente de Archipiélago Gulag, una monumental crónica sobre el sistema represivo soviético, fue arrestado y deportado a Alemania Occidental. Pasó años en el exilio, viviendo en Suiza y Estados Unidos, hasta que en 1994 regresó a la Rusia post-soviética, donde continuó escribiendo hasta su muerte el 3 de agosto de 2008.
Curiosidades de Aleksandr Solzhenitsyn
Solzhenitsyn fue condenado a los Gulags por una simple carta en la que llamaba a Stalin «el bigote». Durante su tiempo en prisión, vivió en condiciones extremas: trabajó en una planta de fundición de metal donde la temperatura alcanzaba los 50°C y luego en un laboratorio secreto dirigido por la policía soviética. Para evitar que sus escritos fueran confiscados, memorizó miles de líneas de sus relatos repitiéndolas cada noche antes de dormir.
Cuando le otorgaron el Premio Nobel en 1970, las autoridades soviéticas le advirtieron que si salía del país, no le permitirían regresar. Por miedo a perder contacto con su familia y su tierra, optó por no asistir a la ceremonia en Estocolmo. Solo en 1974, tras ser expulsado de la URSS, pudo recibir su medalla en persona.
Expulsado de la URSS, Solzhenitsyn se instaló en Cavendish, Vermont, donde vivió como un auténtico ermitaño junto a su esposa e hijos. Apenas tenía contacto con el exterior y se dedicaba exclusivamente a escribir. No concedía entrevistas y mantenía una rutina austera, con jornadas de trabajo que comenzaban al amanecer. Su aislamiento le valió la imagen de un profeta moderno, alejado de la sociedad y obsesionado con su misión literaria.
Aunque fue un símbolo de la lucha contra el comunismo, Solzhenitsyn también fue un feroz crítico de Occidente. En su famoso discurso de Harvard en 1978, denunció la decadencia moral de las sociedades occidentales, el materialismo y la falta de valores espirituales. Sus palabras sorprendieron a muchos que lo veían como un héroe anticomunista, mostrando que su pensamiento iba más allá de la simple oposición a la URSS.
Cuando en 1994 regresó a Rusia tras más de 20 años de exilio, fue recibido como un héroe… pero también como una figura incómoda. Esperaba que su país lo acogiera como un guía moral, pero muchos lo vieron como un predicador anacrónico. Criticó el capitalismo salvaje que se instauró en la Rusia post-soviética y atacó tanto a Gorbachov como a Yeltsin, lo que le granjeó enemigos en todos los bandos.
Murió en 2008 a los 89 años, convertido en una de las figuras más influyentes del siglo XX. Su obra Archipiélago Gulag fue obligatoria en las escuelas rusas desde 2009, lo que marcó un reconocimiento tardío a su lucha. Sin embargo, su legado sigue dividiendo opiniones: para algunos, fue un mártir de la libertad; para otros, un moralista reaccionario que nunca supo adaptarse al mundo moderno.
OBRAS
Archipiélago gulag era el nombre de la red de campos de internamiento y de castigo soviéticos donde fueron recluidos millones de personas durante la segunda mitad del siglo xx. En este monumental documento, solzhenitsyn, que estuvo confinado en uno de esos campos, reconstruye minuciosamente la vida en el interior de la industria penitenciaria en tiempos de la Unión Soviética, y su disección se convierte en un viaje a través del miedo, el dolor, el frío, el hambre y la muerte, con los que el régimen totalitario acalló toda disidencia.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
Este segundo volumen recoge tres de las siete partes que componen la obra completa («Campos de trabajo y exterminio», «El alma y el alambre de espino», «El penal»), y en él se describen barbaridades como la construcción del Belomor (el canal que comunica el mar Báltico con el mar Blanco) y las argucias a las que debían recurrir los prisioneros para poder sobrevivir.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
En las tres partes que componen este volumen («El presidio», «El confinamiento» y «Stalin ya no está»), el autor aborda los últimos años de la dictadura de Stalin y de sus sucesores, y explica cómo ―un cuarto de siglo después de que la Revolución lo aboliera― se restableció el presidio ruso, y con él los Campos Especiales reservados para los presos políticos. Solzhenitsyn describe las evasiones, las huelgas, las revueltas heroicas que tuvieron lugar en campos soviéticos de la posguerra; el confinamiento en ellos, la otra forma de exilio, fue el método empleado por el régimen para deshacerse de los indeseables. «Los dirigentes pasan», decían, «el Archipiélago perdura.»
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
El protagonista, Iván DenísovichShújov, lleva encerrado ocho años –de una condena de diez– en un campo de trabajo situado en algún lugar de la estepa siberiana. Aunque en teoría se halla allí por «traición a la patria», la realidad es mucho más amarga: durante la guerra contra Alemania, Denísovich fue capturado por los nazis, pero logró escapar y reintegrarse en las filas soviéticas.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.