ERNEST HEMINGWAY

Ernest Hemingway (1899-1961)

Ernest Miller Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, en una familia de clase media alta. Su padre, Clarence Hemingway, era médico y su madre, Grace Hall, una música aficionada con un carácter fuerte. Desde joven, Hemingway mostró interés por la escritura y la aventura, influenciado por los relatos de guerra y exploración que leía con avidez. Durante la Primera Guerra Mundial, intentó alistarse en el ejército estadounidense, pero fue rechazado por problemas de visión. Sin embargo, en 1918 se unió como conductor de ambulancias de la Cruz Roja en Italia, donde fue gravemente herido por una explosión de mortero. Esta experiencia le marcó profundamente y sirvió de inspiración para Adiós a las armas (1929), una de sus novelas más famosas. Tras la guerra, se trasladó a París, donde se sumergió en el vibrante ambiente literario de los años 20, codeándose con escritores como F. Scott Fitzgerald, Gertrude Stein y Ezra Pound. Este período, conocido como la “Generación Perdida”, quedó reflejado en Fiesta (1926), su primera novela importante. En las décadas siguientes, Hemingway se convirtió en un periodista y escritor reconocido, viajando por España, África y Cuba. Cubrió la Guerra Civil Española como corresponsal y apoyó a los republicanos, plasmando su experiencia en Por quién doblan las campanas (1940). También participó en la Segunda Guerra Mundial, uniéndose a la liberación de París en 1944. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y al año siguiente recibió el Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, su salud comenzó a deteriorarse debido al alcoholismo, las secuelas de múltiples heridas y una depresión severa. En 1961, con un estado mental frágil y temiendo la locura, se suicidó con un disparo en la cabeza en su casa de Ketchum, Idaho.

Hemingway y sus relaciones:

Durante su vida, Hemingway mantuvo relaciones complejas con otros escritores y artistas, muchas de las cuales fueron fundamentales para su desarrollo literario:

Gertrude Stein: Stein fue una influencia clave en la primera etapa de la carrera de Hemingway, ayudándolo a desarrollar su estilo y ofreciéndole un espacio en su salón literario en París. Aunque su relación se deterioró con el tiempo, Hemingway nunca negó la importancia de Stein en su formación. Su ruptura fue pública, y Stein se refirió a él de forma negativa en La autobiografía de Alice B. Toklas.

Scott Fitzgerald: Hemingway y Fitzgerald tuvieron una relación amistosa pero compleja. Hemingway respetaba el talento de Fitzgerald, pero criticaba duramente su carácter y decisiones personales, especialmente su dependencia del alcohol y su relación con Zelda Fitzgerald. Fitzgerald, por su parte, admiraba profundamente a Hemingway y sentía cierta inseguridad frente a su éxito. Hemingway llegó a criticar El gran Gatsby y sugirió que Fitzgerald se había dejado influenciar por Zelda de manera negativa.

Ezra Pound: Hemingway tuvo una gran admiración por Pound, a quien veía como un mentor y amigo. Pound ayudó a Hemingway a establecerse en los círculos literarios de París y promovió su trabajo. Ambos compartían una actitud anti-convencional hacia la literatura, aunque Pound tomó caminos más radicales en lo político con el tiempo.

John Dos Passos: Hemingway y Dos Passos fueron amigos cercanos y colaboradores durante la Guerra Civil Española, pero su relación se agrió debido a diferencias ideológicas y personales. Hemingway era más entusiasta en su apoyo a los republicanos, mientras que Dos Passos se mostró cada vez más desilusionado con la guerra y el comunismo.

Martha Gellhorn: Gellhorn, una destacada periodista y corresponsal de guerra, fue la tercera esposa de Hemingway. Ambos compartían el interés por los conflictos bélicos y la escritura, pero su matrimonio fue tumultuoso. Gellhorn se resistía a vivir a la sombra de la fama de Hemingway, y su relación terminó en divorcio.

Curiosidades de Ernest Hemingway

Hemingway llevó una vida temeraria, sobreviviendo a explosiones, accidentes de avión y heridas de guerra. En 1918, mientras servía como conductor de ambulancias en Italia, fue alcanzado por metralla de un mortero. A pesar de sus heridas, ayudó a un soldado italiano herido, lo que le valió una condecoración al valor.

En 1954, sufrió dos accidentes aéreos en África en menos de 48 horas. En el primero, su avión se estrelló en una selva de Uganda y pasó una noche en la selva con heridas en la cabeza y costillas rotas. Al día siguiente, el avión de rescate en el que viajaba explotó al despegar, dejándolo con quemaduras y fracturas adicionales. Durante semanas, los periódicos informaron erróneamente de su muerte, y Hemingway, con su característico sentido del humor, apareció en público con un cigarro en la boca para demostrar que seguía vivo.

Aunque oficialmente era corresponsal de guerra, Hemingway no se limitó a escribir: en 1944, participó en la liberación de París al mando de un grupo de partisanos franceses. Según algunos informes, tomó el control de un hotel y lo convirtió en su cuartel general, algo que iba en contra de las reglas para los periodistas.

El ejército estadounidense investigó sus actividades y estuvo a punto de sancionarlo por violar la Convención de Ginebra, que prohibía a los corresponsales tomar las armas. Sin embargo, Hemingway alegó que nunca disparó directamente, sino que solo daba «consejos tácticos».

Desde muy temprano en su vida, Hemingway tuvo una relación tensa con la muerte. Su padre, Clarence Hemingway, se suicidó en 1928 disparándose en la cabeza, un evento que marcó profundamente al escritor.

A medida que envejecía, Hemingway comenzó a mostrar signos de paranoia y depresión, convencido de que el FBI lo vigilaba (lo cual, irónicamente, resultó ser cierto: J. Edgar Hoover lo consideraba una posible amenaza comunista). Además, sufría problemas físicos y mentales derivados del alcoholismo y las múltiples conmociones cerebrales que había sufrido a lo largo de su vida.

En 1961, tras varios tratamientos de electroshock que deterioraron su memoria, Hemingway tomó su escopeta favorita y se suicidó de la misma manera que su padre.

En 2009, archivos desclasificados revelaron que Hemingway figuraba en documentos soviéticos como un agente del KGB con el nombre en clave «Argo». Según los informes, fue reclutado en la década de 1940 y se esperaba que proporcionara información sobre la política estadounidense.

Sin embargo, no hay evidencia de que haya entregado información útil, y muchos historiadores creen que simplemente disfrutaba de la emoción de estar involucrado en algo secreto. Eventualmente, los soviéticos lo catalogaron como un «agente inactivo».

Hemingway era un gran bebedor y tenía una preferencia especial por el absenta. Creó un cóctel llamado «Death in the Afternoon» (como su libro sobre corridas de toros), que consistía en una mezcla de absenta y champán. Su receta recomendaba «beber tres o cinco de estos lentamente».

También en La Habana desarrolló el famoso «Daiquirí Hemingway», una versión más fuerte y sin azúcar del clásico cóctel cubano, que bebía en el bar El Floridita.

Hemingway era un amante de los gatos y crió decenas de ellos en su casa de Key West, Florida. Le fascinaban especialmente los gatos polidáctilos (con seis dedos en las patas), y su hogar se llenó de estos felinos únicos.

Hoy en día, la Casa Hemingway en Key West es un museo, y más de 50 gatos descienden de los originales, con muchos de ellos todavía teniendo seis dedos.

Hemingway creía que escribir de pie le ayudaba a concentrarse y a mantenerse alerta. Su escritorio estaba elevado, y solía trabajar en largas sesiones matutinas, midiendo cuidadosamente la cantidad de palabras que escribía cada día.

Era extremadamente meticuloso con su prosa. Aunque su estilo parece simple, lograba su efectividad mediante constantes revisiones. Por ejemplo, reescribió Adiós a las armas 47 veces antes de quedar satisfecho con el final.

Cuando Hemingway dejó Cuba en 1960, la revolución de Fidel Castro había triunfado. A pesar de la nacionalización de propiedades extranjeras, su casa, Finca Vigía, fue preservada como un museo. Castro, quien admiraba a Hemingway, ordenó que la casa permaneciera tal como él la dejó.

Aún se pueden ver sus pertenencias, sus libros y una copa con restos de su último trago en la barra de su casa.

OBRAS

Robert Jordan, un joven voluntario de las Brigadas Internacionales, es el dinamitero experto que ha venido a España para llevar a cabo esta misión. En las montañas descubrirá los peligros y la intensa camaradería de la guerra. Y descubrirá también a María, una joven rescatada por los milicianos de manos de las fuerzas sublevadas de Franco, de la cual se enamorará enseguida.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural. 

Publicado póstumamente en 1964, París era una fiesta es el libro más personal y revelador de Hemingway, quien, ya en el crepúsculo de su vida, narra aquí los dorados, salvajes y fructíferos años de su juventud en el París de los años veinte, en compañía de escritores como Scott Fitzgerald o Ezra Pound, la llamada «generación perdida».

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Esta hermosa y punzante historia narra la excursión a Pamplona de un grupo de americanos e ingleses exiliados en París en los años veinte, donde se reencuentran la seductora Brett Ashley y el desventurado Jake Barnes, que durante la Primera Guerra Mundial vivieron un amor genuino e irrealizable.

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Con un lenguaje de gran fuerza y sencillez, El viejo y el mar narra la historia de un viejo pescador cubano a quien la suerte parece haber abandonado, y del desafío mayúsculo al que se enfrenta: la batalla despiadada y sin tregua con un pez gigantesco en las aguas del golfo.

Escrito en 1952, por encargo de la revista Life, este relato lo confirmó como uno de los escritores más significativos del siglo XX, obteniendo el Premio Pulitzer en 1953 y allanando su carrera hacia el Nobel de Literatura, que recibió en 1954.

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Lo que parecía un juego se convirtió en pasión intensa, mientras la guerra lo arrasaba todo y los hombres desfilaban bajo la lluvia, agotados y hambrientos, sin pensar más que en huir de la muerte.

Inspirada en las vivencias de Hemingway, Adiós a las armas es ya un clásico de la literatura universal y uno de los mejores retratos de la voluntad humana.

***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.