JUAN VALERA

Juan Valera (1824-1905)
Juan Valera y Alcalá-Galiano nace el 18 de octubre de 1824 en Cabra, Córdoba, España, en el seno de una familia aristocrática con una sólida tradición política y militar. Su padre, José Valera y Viaña, era un oficial de la Marina, y su madre, Dolores Alcalá-Galiano, provenía de una familia de la nobleza. Gracias a este entorno, Valera recibe una educación refinada desde temprana edad.
A los doce años, se traslada a Málaga para continuar su formación en el colegio de nobles, y más tarde estudia Derecho en la Universidad de Granada. Sin embargo, su verdadera pasión es la literatura y la filosofía, intereses que cultiva desde su juventud y que lo llevan a frecuentar círculos intelectuales.
Su carrera diplomática comienza en 1847, cuando ingresa en el servicio exterior español. A lo largo de su vida, ocupa cargos en Nápoles, Lisboa, Río de Janeiro, Dresde y Rusia, entre otros destinos. Este contacto con diferentes culturas y lenguas influirá notablemente en su obra.
Como escritor, su mayor reconocimiento llega en 1874 con la publicación de Pepita Jiménez, una novela epistolar que analiza el conflicto entre el amor y la vocación religiosa, con un tono sutilmente irónico y un estilo elegante. Otras obras destacadas de su producción son Doña Luz (1879) y Juanita la Larga (1895), que consolidan su fama como narrador realista con inclinaciones idealistas.
Valera también es un crítico literario influyente y ensayista prolífico, destacándose por su oposición a la literatura excesivamente didáctica o moralizante. En los últimos años de su vida, su salud se resiente, aunque sigue escribiendo y participando activamente en la vida intelectual española hasta su muerte, el 18 de abril de 1905, en Madrid.
Curiosidades de Juan Valera
A pesar de su brillante carrera en la diplomacia, Juan Valera nunca tomó demasiado en serio sus funciones políticas. Se dice que durante su estancia en Río de Janeiro, donde fue embajador de España, dedicaba más tiempo a escribir y a asistir a tertulias literarias que a sus obligaciones oficiales. Su actitud despreocupada le costó algún que otro reproche por parte del gobierno español, aunque su aguda inteligencia y encanto personal le permitieron mantener sus cargos.
Aunque vivió en plena época del Realismo y Naturalismo, Valera se mostraba crítico con estos movimientos. Despreciaba la crudeza de escritores como Émile Zola y los Goncourt, afirmando que la literatura debía ser bella antes que reflejar fielmente la miseria humana. Su rechazo a los excesos del naturalismo lo llevó a chocar con escritores como Benito Pérez Galdós, cuyas novelas encontraba demasiado sombrías y comprometidas con la realidad social.
Cuando publicó Pepita Jiménez, la novela recibió elogios, pero también críticas por la irrealidad de su protagonista. Valera defendía que la literatura debía elevar al lector por encima de lo vulgar, y su Pepita encarnaba un ideal femenino más que una mujer real. Sin embargo, en privado admitía que había exagerado en la perfección de su heroína.
Valera era un esteta en todos los sentidos. Creía que la literatura debía ser como la escultura clásica: armoniosa, medida y sin excesos. Esta idea lo llevó a una crítica constante de sus contemporáneos, a quienes acusaba de sacrificar la elegancia del lenguaje por el realismo o la política. En este sentido, se le ha comparado con Flaubert, aunque Valera tenía un concepto más idealista de la literatura.
Como crítico literario, Valera no tenía reparos en ser mordaz. En una de sus críticas más célebres, dijo de José Zorrilla que escribía con una «prodigiosa facilidad… pero también con una enorme superficialidad». De Rosalía de Castro opinaba que su lirismo era «demasiado melancólico» y que, aunque talentosa, no lograba llegar a la universalidad. Estas opiniones le valieron más de un enemigo en el mundo literario.
Aunque Valera provenía de una familia aristocrática y desempeñó diversos cargos diplomáticos y políticos, nunca tuvo verdadera vocación política. Su relación con el poder era ambigua: servía al Estado, pero lo criticaba con ironía. Su escepticismo ante la política se refleja en sus ensayos y cartas, donde se burla de los excesos ideológicos de su tiempo.
Gracias a su paso por Brasil y otros países de América Latina, Valera tuvo contacto con escritores hispanoamericanos y llegó a ser una figura de referencia para ellos. Fue un gran admirador de Domingo Faustino Sarmiento, al que consideraba uno de los grandes intelectuales del continente, y defendió la literatura latinoamericana en España cuando aún era poco valorada.
Hasta sus últimos días, Valera mantuvo su espíritu irónico. Se dice que en su lecho de muerte, cuando le preguntaron si tenía miedo de morir, respondió con una sonrisa: «Miedo, no. Curiosidad, mucha.» Esta actitud resume su personalidad: un hombre culto, elegante, a veces sarcástico, pero siempre con un sentido del humor refinado.
OBRAS
Juan Valera fue un escritor de horizontes no frecuentados por los españoles contemporáneos. Su curiosidad intelectual, su afición a la lectura de textos orientales, sus traducciones de la moderna poesía alemana -Goethe, Heine- y su familiaridad con la literatura griega clásica, le convierten en un escritor cosmopolita cuyo marco supera con creces el ámbito peninsular.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
Su escritura sencilla, llena de pinceladas detallistas y apuntes objetivos -que le alejan de los románticos-, y su meticuloso análisis de los personajes -que le acerca a Stendhal y Flaubert-, encuentran su máxima expresión en Pepita Jiménez (1873), obra maestra de la novela española del XIX, al servicio de un joven seminarista que cuelga los hábitos por una joven viuda a la que corteja su padre.
Esta edición incluye una introducción que contextualiza la obra, un aparato de notas, una cronología y una bibliografía esencial, así como también varias propuestas de discusión y debate en torno a la lectura. Está al cuidado de Enrique Rubio Cremades, catedrático de literatura española de la Universidad de Alicante.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.
La obra de Juan Valera en general y Pepita Jiménez , en particular, ha sido considerada por la crítica como una anomalía dentro de las etapas que marcan el desarrollo de la historia de la literatura española, ni romántica, ni realista, la ya clásica novela del escritor cordobés asoma como una extravagancia propia del carácter del autor, pero ajena a las grandes corrientes literarias. La presente edición cuestiona esta evaluación y examina aquellos aspectos históricos y formales que permiten insertar la novela en los inicios de lo que más tarde vendrá a llamarse modernismo.
***Recuerda que esta página no hace apología de ninguna religión y que tan solo recomendamos libros por su contenido histórico y cultural.